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:Changbin

En lo que ellos dos hacían una batalla de miradas, Bin puso ambas en la mesa y sin percatarse, las mismas cadenas que le habían apresado en la cama, se anudaron al rededor de sus muñecas y brazos.

-¿Qué es esto? ¿De nuevo las cadenas?

El del espejo volvió a reír, dejando desconcertado al encadenado cuando esté desapareció por arte de magia.

Pero eso no termino allí, mientras el pelirrojo trataba de deshacerse de los hierros que cada vez iban apresando su cuerpo más y más, la puerta a su derecha se abrió, dejando ver a su amigo.

-¡Estás loco, dejanos salir de aquí!

-Sabes que no puedo dejarte solo- suspiró y repitió con otra afirmación. -definitivamente no puedo dejarte ir.

-¡Claro que puedes, solo tienes que desatarme y abrir las puertas vamos!

-Las puertas siempre estuvieron abiertas Bin...- cerró ahora con cerrojo la perilla.

En un abrir de ojos, su dedo índice levantó su cuerpo y lo dejó sobre la anterior mesa aterciopelada de color vino, subiéndose después el de pié, apuntando la lámparas de techo hacia el asustado sujeto.

-Dime que quieres de nosotros...- susurró derrotado de utilizar su fuerza.

-Te equivocas- ladeó su cabeza acercándose peligrosamente a sus labios agrietados. -Solo tú me interesas.

-Pero... ¿Entonces con quién está Felix?

-No hay ningún otro, yo soy Felix.

-Deja ya de mentir, es obvio que eres un espíritu...

Soltó una risa seca y se bajó de la madera.

-Prueba a romper los hierros, nunca fueron tan resistentes como creías.

-¿Que di- -dijo cuando justo fue a tocar sus amarres y se desarmó solo, como si fuera polvo de hace mil años.

-Disfruta de tu visita Binnie- salió de nuevo, provocando un leve temblor, balanceándose las lámparas, vidrios y... ¡Espejos!

Se levantó abruptamente y se acercó de nuevo al espejo.

Se asustó por su reflejo, pero observando que era el mismo se calmó y toqueteó el cristal.

-Vamos, tiene que haber algo con lo que pueda conectar con Felix...

Sus palmas abarcaban sin parar todo el objeto, sin ningún rastro de un botón invisible o algo parecido...

-¿Acaso tengo que hacer magia negra? ¿brujería?- se preguntó a sí mismo, apunto de romper el cristal de la desesperación.

Luego de intentarlo por un largo tiempo (o eso creía el) se rindió y habló a solas.

-Felix... No sé si me puedas escuchar, ver, o lo que sea, pero estés donde estés, quiero que sepas que te sacaré de aquí, cueste lo que cueste, porque te prometí que saldríamos de aquí, y eso es lo que vamos a hacer. Si resulta que esto funciona... Trata de comunicarte conmigo a través de otro espejo. No tengas miedo, siempre estaré a tu lado.

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