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:Felix

Estaba cansado de todo esto, de la situación, y de la vida misma. Cada que trataba de conciliar el sueño, las luces rojas le atormentaban en sus pesadilla, bajo las ojeras, era un lío emocional.

—...y eso es lo que vamos a hacer. Si resulta que esto funciona... Trata de comunicarte conmigo a través de otro espejo. No tengas miedo, siempre estaré a tu lado.

Binnie... ¿Eres tú?— preguntó al aire cuando se observó atrapado entre las cadenas de todos los días.

Miró hacia el espejo, que había dejado de emitir la voz de su mejor amigo.

—¿Dijo algo de comunicarme?

"Maldita sea" maldijo en su interior. El no había podido escuchar completamente lo que le decía, había recién despertado y no estaba en sus cinco sentidos.

—Bin...— quiso con todas sus fuerzas hablar con él, aún si fueran 10 segundos.

Entonces, cuando estaba a punto de repetir su nombre más fuerte, entró el "Bin falso" (según Felix) por la desgastada puerta de madera.

—¡Felixie, mi amor! Aquí estás...

—No me puedo mover, me atormentas los días, quiero saber dónde escondiste a mi amigo, solo quiero saber eso, porque ya perdí el control, me estoy volviendo loco...— expresó con su máxima furia mientras de sus ojos salían varias lágrimas que ya para el no tenían sabor.

El pelirrojo subió a la rígida cama y se puso de pie, el contrario sintiéndose mucho más inferior a él.

—Claro que no Lee, sabes que no puedo dejarte solo ahora, no ahora que te tengo para mi solo.

—Desgraciado, dejaste a Changbin solo ¿verdad?— sollozo.

Es cierto, no es posible que él pudiera estar hablándome antes, seguro sería mi imaginación, tonto.

—No es así, bueno, puede que sí— rió cínicamente.

El menor no podía dejar de llorar, de sentir pena por lo que había causado, si tan solo hubiera insistido más en no ir...

—Deja de llorar, desatate, es simple.

En silencio, intento una vez más, total, no tenía más opciones.

Funcionó, se desvanecieron sus cadenas rápidamente, dejándolo libre al fin. Posteriormente se acarició sus muñecas magulladas.

El de camisa negra se fue de la habitación y por consiguiente él se levantó.

—Estúpido...

Pero no, no iba a quedarse ahí ahora que tenía una oportunidad.

Sin pensárselo mucho más salió de allí y fue inmediatamente a buscar a su Bin.

—Tengo que luchar para poder escapar de aquí, no hay más posibilidades.

No podía más que arrastrarse por los pasillos, con las pocas fuerzas que le quedaban, quería encontrarle ya, lo antes posible.

Unas pocas velas eran las que alumbraban su camino recto, pero él juraba que no habían puertas.

E inesperadamente, sintió de nuevo los hierros deslizarse por su cuerpo.

No puede ser.

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