Seokjin desde muy pequeño ha presentado una cierta actitud, una actitud de la cual sus padres estaban preocupados.
Seokjin desde niño ha sentido la necesidad de matar o lastimar cosas, era algo parte de él, no sabía cómo cambiarlo. Después de algun...
La secundaria, la etapa más importante en la vida del ser humano, y la más catastrófica, se podría decir. O al menos así lo veía Seokjin, rodeado de idiotas que se creen mejor por una calificación, por popularidad o hasta por intimidar a alguien. Idiotas atrapados en cuerpos de adolescentes creyéndose lo mejor de lo mejor por molestar a quién sea que se les cruce. Verdaderas escorias.
Pero Seokjin no se creía mejor ni peor al tener ese pensamiento, él sabía que era un adolescente pasando rápidamente a la pubertad. Lo tenía claro, sólo que a veces se cuestionaba como algunos pueden ser tan inmaduros. Como estos bastardos que veía a lo lejos, aquellos que molestan a su gran amor.
Pensamientos que pasan día a día desde que pasó a secundaria, pensamientos al verlos a ellos.
¿Cómo alguien podría ser capaz de molestarlo, a él?, el ser más lindo y tierno que alguna vez pisó la tierra, el ser más amable e inteligente del mundo. Dios, quería golpear algo.
Odiaba ver eso todas las mañanas en la escuela, ver a su Yoongi siendo intimidado por un grupo de chicos de un grado mayor.
Increíble. Todos estos años pensaba que su propio curso era tan extraño y hasta ingenuo, pero estos bastardos eran más grandes, un ejemplo, vaya mierda.
Sus ojos fijos en él, Taeyeon, el que se encargo de hacer la vida de su Yoongi un infierno, los demás son sólo secuaces, insignificantes insectos, pero que haría sufrir sin parar.
Tenía que hacer algo, debía hacer algo, y lo llevaría a cabo, después de tantas semanas en planearlo.
Nadie debía saberlo, y para cuando ese momento llegue, él estaría al lado de su Yoongi totalmente dispuesto a que llore en su hombro, consolandolo, apoyándolo, amandolo.
—¡Hyung!, ahí estas, lo he estado buscando por todos lados, ¿qué hace aquí?— se acerca un agitado Jimin a su lado en la entrada de la escuela con la respiración agitada, quizás por correr.
La realidad lo golpeó, ya no estaba el grupo de Taeyeon, ni nadie ingresando.
Suspira con frustración y ve con el entrecejo fruncido al más bajo.
—¿qué quieres, Jimin?—
—Lo buscaba para ir a clases juntos, como todos los días.— dice con una sonrisa y jugando con sus manos.
Bueno, si. Al parecer tenía amigos y en ellos estaba Jimin, que desde que eran pequeños lo incluyó en su grupo.
Que alguien le disparara.
—Quería un rato a solas.— responde secamente comenzando a caminar con las manos en los bolsillos.
—oh, ya veo. Los chicos estaban preguntando por ti, así que me ofrecí para buscarte, es todo.— dice enredando su brazo con el de Seokjin.
Este se detuvo.
—¿Yoongi preguntó por mí?—
—¿Yoongi?, ah, si, si.— responde distraídamente al ver que su Hyung se detuvo. —Y yo también...—
Pero Seokjin no escuchó lo último, su mente se nubló de inmediato al pensar en que su Yoongi si preguntó por él.
Él, sólo él.
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