Alice Clarence ha tenido una vida difícil, las preocupaciones, son parte de su día a día, y es aún peor al iniciar su último año del instituto, la incertidumbre del futuro parece estar en su contra, pero ella no imagina que este viene con una grata...
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El despertador de mi buró marca las ocho de la mañana, pero las ganas de abandonar mi cama son nulas. El plus del día es cuando aparece Darcy ladrando como a una manifestación para ser alimentado ya; lo observo desde mi cama tratando de estabilizar mi visión soñolienta, el pequeño es exigente y yo no puedo prolongar su espera por la hora de su almuerzo. Con mi cabello revuelto y el pijama desaliñada es como me veo obligada a levantarme. Darcy me sigue escaleras abajo hasta que llegamos a la puerta que da al pequeño patio trasero. Le sirvo su alimento y una vez que se inclina le doy unas leves caricias.
El ruido proveniente del exterior hace que mi curiosidad me lleve a estar frente a la ventana de la estancia para correr las cortinas. Fortuitamente observo a dos grandes camiones en la casa de enfrente, hay muchas cajas a punto de ser metidas en estos y algunos mubles dispersos por el patio. Todo indica que mis vecinos se marchan a un lugar que desconozco, probablemente se han cansado de vivir en un lugar en el que la desolación es casi contagiosa. No habrá más vecinos ahora, nunca fui cercana a ellos, por lo que rápidamente pienso que sus asuntos no me conciernen.
Ignoro el ruido y todo lo que pasa afuera. Subo a mi habitación para realizar mi rutina de aseo mañanero. Hoy tengo un día ocupado a pesar de ser fin de semana, tengo algunas tareas para la siguiente semana y también tengo que prepararme para los exámenes que se aproximan, nuevamente me recuerdo lo importante que son las buenas calificaciones para el futuro que quiero, las universidades públicas suelen ser severas respecto a estas. He pasado mucho tiempo viviendo de esta manera; preocupándome por el futuro, quizá porque el presente que me ha tocado vivir no es exactamente mi sueño. La ardua dedicación es esencial cuando tenemos sueños que hacer realidad, a veces no es tan fácil reunir las fuerzas de voluntad para continuar, pero esa es la única opción para los que nos negamos a la resignación
Pasadas las horas, no pierdo la concentración, hasta que escucho el timbre de la puerta principal. Sé de quien se trata. Matthew Harvey.
—Hola, Alice
—Hola —respondo con serenidad. No me es posible interactuar con la mutua efusividad de Matthew, para él, esta es bastante habitual, para mí, es sentirme ajena a mi ser.
—Hay una mudanza afuera —me dice señalando detrás de él con su pulgar.
—Se marchan —respondo refiriéndome a mis vecinos—. Acabemos lo pendiente —le sugiero restando importancia al asunto.
Nuestro proyecto es importante; una vez que hemos iniciado trato de imponer mi concentración ante cualquier otro pensamiento. Mientras más rápido acabemos es mejor, entonces, Matthew tendrá que marcharse pronto, su presencia no me desagrada, pero sigue siendo incomodo estar trabajando en un proyecto con él por horas, sin actitudes en común. Además, tendré tiempo para arreglar el resto de mis pendientes de la escuela. Matthew es bastante flojo, no debería decirlo, pero él lo hace muy evidente sin preocuparse. Lo observo estirarse sobre el sofá una y otra vez, mientras su mirada deambula de un lado a otro, y de vez en cuando, lo veo fijar su atención en su móvil. En medio de sus miradas divagantes fija sus ojos en su laptop, mientras escribe y luego vuelve a distraerse con lo primero que capta su atención.