Capítulo 5: Conociendo a los dioses

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"Mierda. Mierda. Mierda. ¿Qué se supone que debería hacer?" Te preguntaste a ti misma.

Se suponía que en este momento debías estar sentada en la habitación, lejos de cualquier contacto con otras personas, especialmente con los dioses. Pero ahora estabas de pie en el vestidor, mirándote en el espejo que había dentro.

Llevabas un vestido de sirvienta estándar, con las medias llegando hasta tus pantorrillas y los zapatos a juego que te habían entregado con el uniforme. Se suponía que todo esto no tenía que estar sucediendo.

Habías tratado de encontrar a la jefa de las doncellas para explicarle que había cometido un error, pero, casi como si fuera por arte de magia, esta había desaparecido. Probablemente dando ordenes a alguna pobre sirvienta.

Tomando una bocanada de aire bastante profunda saliste de la pequeña habitación. Inmediatamente fuiste recibida por un mayordomo, su piel era de un tono verde claro y sus ojos de un color similar al mar.

—Sin duda te estabas tomando tu tiempo— dijo mientras levantaba una ceja.

—Oh, bueno, estoy bastante segura de que esto es un malentendido— fuiste interrumpida por él, levantando una mano en el aire.

—La jefa de las doncellas, la señorita Clara, me ha contado sobre usted y como estaba tratando de escaquearse de sus servicios— dijo mientras ponía los ojos en blanco.

—¿Qué? Por supuesto que no.

—No hay excusas. Me dijo que estarás para servir el postres, así que ve con el resto de sirvientas y mayordomos, y espera en ese lugar hasta que llamen a tu grupo— te dijo antes de girar y alejarse en una dirección aleatoria.

Estabas jodida. No sabías nada acerca de servirle a los dioses. ¿Había alguna manera específica en la que debías hacerlo? ¿Y si tenías que decirle algo en especial?

Empezaste a caminar de vuelta a la cocina con la esperanza de poder encontrar a alguien a quien pedirle algo de ayuda. Antes de que chocaran con bastante fuerza contra tu hombro, haciéndote caer.

—¡Oh! Lo siento mucho— escuchaste una voz sobre ti.

—Está bien— le dijiste mientras te ponías en pie una vez se apartó.

—Déjame ayudarte a levantarte— dijeron, mientras sentías dos pequeñas manos sosteniendo tus brazos. Levantaste la vista, viendo a una chica con cuernos.

"Oh dios..."

—Mi nombre es Yeng, ¿eres la nueva sirvienta? ¿La que viene a ayudarnos con las ordenes?— te preguntó. Asentiste vacilante, respondiendo a su pregunta—. Ah, genial. Eso significa que podemos empezar con lo básico— la chica comenzó a caminar en dirección opuesta sin apartar la mirada de ti—. Vamos, sígueme.

Corriste a su lado con el nerviosismo flotando en tu estómago mientras caminabas hacia la sala de espera. Mientras caminabas Yeng comenzó a explicarte las cosas que debías hacer: no tener contacto visual, no hablar a menos que ellos te hablaran antes, no mostrar emociones, y, por supuesto, no salir de la habitación.

Al parecer, tenías que esperar en la parte de atrás de sus sillas hasta que terminaran el postres, luego tomarías los platos y tazones usados, y te sería entonces cuando te marcharías de la habitación.

—Son muchas reglas— dijiste, tragando saliva, sintiendo un nudo en tu garganta. "No estoy preparada para esto".

—Lo es, pero después de un tiempo te acabas acostumbrando— explicó. De repente estaba frente a ti, girándose para verte—. Así es como lo harás. Primero tomas los platos y sales por las puertas dobles. No harás ninguna expresión ni los mirarás mientras pasas. En segundo lugar, te paras directamente detrás de ellos y quitarás la tapa sobre el postre. ¿Entendido?— asentiste.

Orphic Ὀρφικά [SNV]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora