Capítulo 4: Palacio de Hestia

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Te sentaste en tu habitación, comiendo tu desayuno mientras esperabas a que Brunhilde también lo hiciera. ¿La única diferencia? Ella estaba comiendo en el comedor, ya que tu eras un ser humano y se se ponía que debías mantenerte en secreto.

Aparentemente, un humano ni siquiera estaba destinado a estar en el Olimpo; en absoluto. Suspiraste mientras terminabas tu desayuno, te levantabas de la mesita, donde comías, y caminabas hacia el armario. La ropa en el armario era en su mayorías adecuada para la temporada de frío, pero adivinaste que, dado que estabas en el Olimpo, en realidad no hacía tan mal tiempo.

Elegiste un outfit sencillo y cómodo; pantalones del chándal y una camisa exterior. Al principio te sorprendía que la ropa te quedaran tan bien, pero después de ver algunas de las prendas, algunas parecían ser un poco grandes para ti.

Tu cabeza se giró hacia la puerta cuando escuchaste a alguien tocar esta con suavidad. ¿Se suponía que debías de abrirla? ¿Y si era un dios?

—¿Eh? ¿Quién es?— preguntaste, alzando un poco la voz.

—[Nombre], soy yo— dice Brunhilde sin aliento. Exhalas aliviada de que solo fuera ella.

—¡Adelante!— dice, cerrando las puertas del armario. La valquiria entró unos segundos después, mirándote de arriba abajo.

—Pensé que querrías escuchar esto. Así que sígueme— dijo, dándose la vuelta.

—¿Estoy destinada a quedarme en este lugar?— preguntas. Brunhilde asintió, manteniendo los ojos en el pasillo.

—Si te preocupa, parece que el nuevo oráculo tuvo una profecía ayer...— dijo con voz lenta y algo entrecortada.

—¿Y bien?— si esa profecía tenía algo que ver contigo, entonces, obviamente, tenías todo el derecho a saber de ella.

—Parece que ha previsto que un humano ha logrado entrar en el Olimpo— dijo finalmente.

Se te cortó la respiración repentinamente al escuchar las noticias. ¿Sabían que estuviste aquí? Eso, definitivamente, no podía ser algo bueno.

—¿Saben que soy yo? Quiero decir, ¿ella hizo esa cosa donde muestra a todos lo que va a pasar?— preguntaste, curiosa por saber si los dioses conocían tu apariencia.

—No, ella no puede hacer eso. Estoy segura de que tienes conocimiento de como se ven las profecías— dijo la valquiria mientras te miraba.

Pasando frente a un pasillo oscuro, recibiendo malas vibraciones previniendo de él junto con un estruendo profundo que resonó por el pasillo. Rápidamente te alejaste de él, sintiendo un par de ojos siguiendo cada uno de tus movimientos.

—Bueno sí, pero nunca se sabe que tan precisa puede ser la historia— dijiste, manteniendo una distancia cerca a ella. Después de unos segundo de silencio mirando diferentes puertas y pasillos, finalmente decidiste hablar—. Tuve un sueño, otra vez.

—¿Oh? ¿De qué se trataba esta vez?— preguntó.

—Estaba en un cuerpo diferente, pero todo lo que ocurría a mi alrededor resultaba familiar. Había personas vestidas con oro y que hablaban en un idioma antiguo, creo. ¿Quizás en América del sur?— dijiste.

Recordabas como te habían sacrificado a los dioses. En ese momento te habías sentido muy honrado de haber sido elegido, pero, curiosamente, aún sentía como el cuchillo atravesaba tu pecho.

—Fui sacrificada por los dioses. Creo que estaba en el cuerpo de un hombre— dijiste—. Se sintió extremadamente real.

—Ah, debe de haber sido una de tus recuerdos, otra vez. ¿Recuerdas algo más? ¿Puedes recordar lo que te enseñaron en ese periodo de tiempo?— preguntó ella.

Orphic Ὀρφικά [SNV]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora