CAPÍTULO XI

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Pov Normal

Horacio abría lentamente sus ojos. Quería ir al baño y trató de moverse, pero sintió sobre él el peso de otro cuerpo. Viktor dormía abrazado a él sobre su pecho. En ese momento recordó que ambos estaban desnudos y revivió la noche anterior. Vio la corbata de Volkov todavía sujetada de su muñeca, lo que le hizo reír y pensó que Viktor sí que era una caja llena de sorpresas.

Quería sorprender al ruso, así que se movió lo más delicadamente posible para no despertarlo, y salió de la cama. Se vistió con una camisa y su ropa interior. Hizo sus necesidades y medio arregló su cresta. Antes de salir de la habitación, se acercó a Volkov para acariciar su mejilla y dejar un beso sobre ella. Le parecía mucho más atractivo y tierno verlo en una situación más íntima, provocando una calidez en su pecho, para terminar soltando un suspiro.

Fue a la cocina a preparar el café para acompañar el pequeño pastel que trajeron del restaurante, junto con unos omelettes para agregar al menú. No me molestaría que fueran así todas mis mañanas. Estaba terminando de preparar todo cuando sintió unos besos sobre su cuello y manos acariciando su abdomen.

- Buenos días, Hache-. La voz de Viktor aún sonaba somnolienta. - Huele todo muy bien, incluido tú.

- Buenos días para ti también-. Se giró y dejó un beso en su mejilla. – Siéntate, que está todo listo.

- Déjame ayudarte...-.

- No, no, no. Siéntate, por favor, que vamos a desayunar-.

- Pero tú eres mi invitado-.

- Ya, pero quería compensarte por la buena noche que pasé contigo-. Vio al ruso sonrojarse, lo que le pareció adorable. Esta mañana le parecía todo increíblemente tierno. Llevó los platos al desayunador y comenzaron a comer. - Buen provecho-.

- Siéntete en confianza de tomar una ducha antes de que te lleve a tu casa-. Volkov le señaló unos minutos después.

- Claro. ¿Puede ser que me quieras acompañar?-. Le regaló una mirada pícara.

- ¿Cómo?–. Horacio rió.

- Ya sabes, no alcanzo mi espalda-. Volvió a reír. – Sólo si tu quieres, obviamente.

- Sí quiero-. Se acercó y le dio un beso rápido en los labios. – Si que quiero-.



- ¿Estás listo, Horacio?-.

- Sí, tranquilo-.

- Vale-. Volkov arrancó su vehículo camino a la casa del moreno. Iban molestándose y riendo hasta llegar al lugar.

- Bueno... Aquí nos separamos-.

- Vale. ¿Nos veremos mañana?–. Se inclinó hacía el ruso y tomó su camisa, acercándose a él para darle un beso.

- Si-. Le costaba hablar, ya que se encontraba embobado por los besos de su... ¿pareja?. No lo sabía, tal vez sería una buena conversación para más tarde. En este momento sólo le apetecía seguir disfrutando del moreno.

Horacio se separó y rió al ver el rostro en trance del peligris.

- Vale. Nos vemos mañana entonces. Tienes que pasarte pronto por aquí. Mi hermana viene en un par de días y debemos preparar una cena para recibirla-.

- De acuerdo-. Quería seguir besando al joven, pero este se despidió y salió del vehículo. Sabía que el ruso debía ir a trabajar; ya iba con su uniforme y no quería retrasarlo.

Se volvió a despedir desde el portón de casa de Charlotte. Entró al inmueble para ver a su madre y su sobrina sentadas en el sofá. Sintió su cara roja cuando se miraron entre sí y rieron. – Buenos días-.

Después de un AñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora