GREEK GOD - [VEGASPETE]

013

Estaba lloviendo mucho últimamente, había un ambiente triste entre las hojas sueltas de los altos árboles que rodeaban el edificio del instituto. Todo era monótono también, se sentía una especie de energía que lo hacía desconfiar de nada en específico en estos días.

Su mente no dejaba de correr en ningún momento, a pesar de la posición casi inherte que mantenía, sentado en un taburete con todo su cuerpo inclinado en la mesa alargada de madera oscura, con su rostro casualmente hundido sobre su tercera mochila del año, mientras sus dedos golpeaban rítmicamente la mesa y el frío se apoderaba de su nariz como siempre solía hacerlo, y escuchaba los pasos secos de las personas entre los distintos pasillos, todos en busca de algún libro.

Los días habían pasado y después de haber sido plantado por Vegas el primer día de reunión para el trabajo, se encontraba más estresado de lo normal. De repente solía notar la pequeña y enfermiza obsesión de su cerebro por hacerle creer que Vegas formaba parte de su vida, de alguna forma el tenerlo presente en su cerebro, lo hacía sentir como alguien cercano para el pelinegro; claramente estaba lejos de ser cierto, pero a veces solía sentirlo así.

Él había enviado un mensaje un día antes, casi cumplía con los parámetros para ser una amenaza, además de que ni siquiera se le ocurrió pedirle su número a él mismo. ¿Por qué creyó que sabría quién era? Siempre creyéndose tan importante...

Pete tenía una vida, amigos y familia, se mantenía ocupado, pero Vegas, Vegas creía que Pete sabría que se trataba de él. Engreído de mierda... Tenía razón.

El idiota no solo lo había dejado plantado, sino que pasó toda la semana siendo un dolor de cabeza para él, robandole las respuestas de un examen y siendo la peor pareja de educación física que se podría tener; Pete tenía que admitir que muchas veces la idea de hacer con Vegas lo que hizo con los neumáticos del auto de Kinn lo tentaba, pero la pérdida de su amada compañera le impedía hacerlo.

Porsche lo mataría si se enterara, por supuesto que no se lo diría, pero era cuestión de tiempo para que lo supiera. Había sido un regalo que llevaba más tiempo que su amistad, era algo así como un amuleto pera él, pero lo había extraviado en algún momento. Pete no era del tipo torpe que perdía cosas, sabía que la había perdido, que ya no estaba con él, pero no recordaba nada al respecto, ni dónde podría haberla dejado o si quizás su abuela la había tomado... No lo sabía realmente.

Pero volviendo al presente, ahí estaba, esperando al chico más idiota del mundo, por segunda vez esta semana. Había tenido que seguirlo por todo el instituto para lograr hablar con él seriamente, se había burlado primero pero había prometido asistir. Bueno... No es como si le importara cumplir o no sus "promesas", pero por alguna razón estúpida en ese momento él le había creído.

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Sabía que era algo tarde, pero estaba cruzando la puerta de la biblioteca y había llegado a tiempo, así que se dirigió hacia la mesa en la que habían quedado de acuerdo.

Pete ya estaba ahí, tirado sobre la amplia mesa como un saco de papas. Sonrió un poco al pensarlo así. No era tan insoportable cuando se callaba y se mantenía como un objeto inanimado.

Tomó la silla frente al contrario arrastrándola para poder sentarse y haciendo un gran ruido con la misma, cosa que hizo a Pete reacomodarse sobre su asiento para reincorporarse a la luz amarilla del lugar.

Mientras Pete se dedicaba con especial atención a buscar lápiz y cuaderno en su mochila, Vegas solo estudiaba los movimientos del contrario, siguiendo cada cosa que hiciera el mismo.

—entonces...— inició Pete, en un intento por dejar de lado la tensión del ambiente con Vegas, quién lo observaba como un cazador a su presa.

—¿Qué es lo que tengo que hacer?— soltó el contrario de manera seca, aún de brazos cruzados sobre su silla.