fourty nine

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Rodrigo seguía en shock, el sillón seguía siendo el mismo. Era su propia casa, la pintura en la pared era de su madre.


Entonces, ¿por qué no podía reconocer nada?

Respiraba con calma, y muy profundo.

Sentía que Iván seguía en casa, aún estaba algo acostumbrado a escuchar la puerta cerrarse cuando alguien se iba o llegaba.

Recargó su mano derecha en la orilla y volteó hacia atrás. No había nadie.

Y unas lágrimas calidad bajaron desde sus ojos.

Qué idiota había sido.

¿Cómo alguien como Iván iba a fijarse en alguien como él?

Está bien sentirse mal de vez en cuando, se decía a sí mismo, pero sentía que ese "de vez en cuando", le llevaría superar más de un mes.

¿Por qué no lo quería? ¿Por qué nunca me dijo que tenía novio?

¿Por qué parecía que le coqueteaba cuando estaban solos? Seguramente él se lo inventó.

¿Es porque era sordo?

Tapó sus oídos agachándose enfrente, dejando caer las lágrimas sobre el sofá.

Derramando lo que había quedado de él ese día.

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