seventy six

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Rodrigo no podía dejar de pensar en esa marca, deseaba parar, pero no podía. Su mente reproducía una y otra vez escenas en las que Iván puso haber terminado así.


Y lo odiaba.

Odiaba que lo único que podía escuchar eran esos pensamientos, que, por alguna razón sonaban tan reales en la comodidad de su consciencia.

Cuando la clase terminó se levantaron todos, y poco a poco fueron saliendo.

Iván tomó la mano del castaño que iba cabizbajo, lo arrastra hasta el jardín trasero, y una vez ahí lo soltó; -¿quieres estar un rato aquí antes de irte?- le preguntó con señas.

Rodrigo quería.
Y a la vez no.

-Sí- dijo asintiendo con la cabeza.

El azabache se sentó y le indicó que hiciera lo mismo.

-Oye, Rodrigo- siguió Iván, -¿puedo pedirte algo?

sordera.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora