Capítulo 1

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6 de abril de 2012

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6 de abril de 2012. Madrid.

Otra vez. Mario está harto. Está harto de esta situación. Todos los días le ocurre lo mismo. Una y otra vez. Ya no sabe qué hacer. Ni siquiera encuentra una explicación. Quizá sea su nombre. Mario Dávila. No, no tiene nada de malo el nombre. O puede ser su aspecto. Un chico alto, delgado y pelinegro. No, tampoco tiene nada de malo. Y entonces, ¿por qué a él?

Cuando Mario conoció a Brian, nunca creyó que todo esto pasaría. Normal, eran amigos. Y es que ¿quién se lo iba a imaginar? Brian, a primera vista, se ve que es un chico simpático y amable, pero no, es todo lo contrario. Las apariencias engañan, como dicen por ahí. Incluso su apariencia física no dice nada malo de él. No es de esos que los ves y crees que te va a atracar. Es un chico rubio, con un gran flequillo. Y muy fuerte, con abdominales. El típico pavo del que todas las chicas se enamoran. Nada fuera de lo normal.

El timbre de comienzo de clase suena, que irrumpe en sus pensamientos. Todos entran, pero Mario se queda en el pasillo. Le da miedo entrar y que le deje en ridículo delante de todos sus compañeros. Pero bueno, no es nada nuevo. Es algo que suele hacer. No le queda otra que entrar si no quiere que la profesora le ponga una falta injustificada. Abre la puerta, que cruje y hace un poco de ruido, lo que hace que la profesora se percate de su presencia. Ella, que estaba pasando lista, deja los folios que estaba sosteniendo en la mesa y mira al pelinegro. Mario sonríe forzosamente, intentando calmar el ambiente incómodo que se respira. Pero la profesora de matemáticas, muy enfadada, frunce el ceño y el chico borra rápidamente esa sonrisa falsa que pone siempre en este tipo de situaciones embarazosas.

—¡Mario! —grita la profesora—. ¡Ya es la tercera vez que llegas tarde a mi clase esta semana! ¡Siéntate ahora mismo!

Mario chasquea la lengua. Pide disculpas, aunque no las siente realmente. Se dirige a su sitio, pasando por al lado de Brian, quien no hace otra cosa que mirarle y reírse. ¿Por qué hará eso? ¿Acaso Mario ha hecho algo gracioso como para que se ría? ¡No lo entiende! No entiende nada de lo que hace, ni tampoco por qué. Le saca el dedo del medio en señal de amenaza, pero el rubio responde con una mirada llena de ira. No debería haber hecho eso. 

¿Por qué a mí? (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora