Lesly, una chica ingeniosa que sacó a su familia de la pobreza como diseñadora de modas, creó su propia empresa y se dió a respetar.
Por cosas del destino para poder recuperar las acciones que le fueron arrebatadas debe casarse con el hijo de unos...
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Era la décimo sexta vez que actualizaba la página de mi correo, y... no me lo van a creer, pero había sido aceptado. Entre mil concursantes, yo había sido el único al que habían elegido.
Estaba entre emocionada y nervioso. Pues, iría a verla. Sí, pero... ¿A ella le parecerá bien?
Miles de preguntas desde hace un tiempo abarcaban mi mente...
~¿Y si... ¿ya tenía novio? ¿Si había construido su propia familia?
Digo... no está muy fuera de lugar. Después de todo, construyo con esfuerzo su propia empresa y ahora era reconocida como "La Jefa de la Moda". Está viviendo de algo que siempre amo.
Cuantos no quisiéramos lo mismo.
Por ello... estoy tan orgulloso de ella. Quería aunque fuera felicitarla personalmente. Hablar un poco. Nos lo debíamos.
Y gracias a esta gran oportunidad, finalmente podré hacerlo. La visitaré.
Hice algunas llamadas, organicé papeles y mi pasaporte, esperando que todo estuviera al día. Aliste mis maletas y adentré la mejor ropa. Entre estas, aquel traje que en nuestro cumpleaños ella había confeccionado para mi.
Y sin más, emprendí viaje. Por primera vez en mi vida, estaba subido en un avión y aún más importante, habitado en una limosina, jamás de los jamases había estado en una. Cómo pudieron imaginarlo.
Por el ventanal, podía ver los grandes edificios que conformaban este hermoso lugar y entonces. Aquel lujoso auto se detuvo en frente de un enorme edificio que se veía aún más lujoso.
Es tanto que puse un pie en la entrada y ya les debía mil euros. No estoy bromeando.
—Señor... gracias por traerme hasta aquí.
—No hay problema, es mi deber. Tenga un buen día.
Entonces una apurada Lesly, me cruza por el lado. Al parecer vio de reojo y quedó paralizada al igual que yo...
Se veía hermosa. Tal y como la recordaba.
—Jay...
—Les.
—Jay, ¿eres tú?
—Así es, pequeña.
—¿Qué haces aquí?
—Soy uno de los entrevistados para el puesto de Recursos Humanos. —Digo uno, pues al llegar pude ver a demás personas con curriculums en las manos.
—Ya veo...
—¿Qué sucede?
—No, nada. Solo... —Entonces somos interrumpidos por una mujer.
—Jefa, disculpe... ¿Este señor la está molestando? —Me ve cómo si fuera un pordiosero.
