12. las ranitas.

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No siempre fue un mal chico, luzu era amable de más, dulce, alegre y podía recibirte con una sonrisa apenas saludarte, amaba todo, las flores, el cielo o a él mismo.

Todo parecía estar bien, hasta que recayó en su propia miseria, cuando el amor lo abandonó supo en ese momento que no tenía a nadie más que así mismo, que no servía de nada vivir para los demás.

Claro que pasó muchas cicatrices, lágrimas y cigarrillos, pero al final del día pudo vivir como si fuera un animal callejero en busca de las sobras.

Tener a su lado a un omega que había caído a sus brazos tan solo para darle confusión, sentimientos encontrados y algo que podía calificar como atracción, lo odiaba, lo odiaba por hacerle eso.

Por hacer sentir que el mundo no importaba, que él se preocupaba, que no era la misma mierda que todos, la sonrisa, su cabello, su espalda, el olor a fresas, en esos momentos le importaba una mierda lo que sentiría rubius, tan solo quería estar a su lado.

Lo tenía en su hombro, durmiendo, lo tuvo abrazado toda una noche, quitó un vidrio de su pie, vio sus lágrimas, recibió sus perdones por mucho que no entendiera el porqué, en unos días se había convertido en su próxima curiosidad, lo odiaba.

-Quackity, llegamos- susurró notando que quackity despertaba poco a poco abriendo los ojos rojos que tenía -Te ves enfermo, deberías ir al doctor.

Levantaron sus caderas aún con quackity sujetado a su brazo como si su vida dependiera de aquello -No! Estoy bien.

Quackity tenía cicatrices, tenía moretones por el contacto rudo con el suelo, tenía mordidas moradas al rededor de su pecho y cuello, tenía rasguños y más señales de golpes que había provocado rubius al rededor de su cuerpo por violarlo.

No se quería sentir así, con miedo, asumiendo que era violado, esa palabra estaba prohibida en su mente, las parejas tienen sexo, es normal -Está bien, si tú lo dices.

Entraron al supermercado, sus recuerdos abundaron su cerebro por completo, no podía escuchar, veía borroso o quizás tambaleaba de más, pero podía sentir a luzu como si fuera la luz que veías através de un pasillo oscuro -Qué llevarás?

-Siempre...traigo una lista, creo que se me olvidó escribir- sentía pena, vergüenza de si mismo estaba allí a mitad de un supermercado en frente de aquel alfa amable -Perdón.

Susurró cubriendo sus ojos con sus dedos tirando de pequeños mechones negros de sus cabellos -Perdón- sollozó.

-Hey, hey- el alfa se acercó iniciando su primer abrazo, se sentía cálido seguro y amable, dulce sobre todo por la vainilla, podía sentir las manos de luzu tensar su espalda, acariciarla, escuchaba su corazón latir o su respiración agitar -Buscaremos lo necesario, dime que hay en el refrigerador.

-Uhm, uh, una lata de tomates vencida- secó sus lágrimas dejando ver su rostro que estaba sumergido en el pecho del alfa, éste acarició sus mejillas que se pusieron rosas.

-entonces te ayudaré, vamos- se dio media vuelta a robar un carrito mediano que encontró, lo rodó hasta los pies de quackity -Entra.

-¿eh?

-No tienes que preocuparte, solo entra- sonrió al ver al chiquillo entrar como un gato en una caja en aquel carrito -Bien, hay muchas opciones, pero dijiste que preferías lo salado.

-¿cuando te dije?

-Quackity, me hablaste de ti por horas.

-oh.

Rieron, quackity apoyó su espalda en la pequeña bolsa que llevaba, sentía los dedos del alfa recorrer su cabeza por unos segundos a modo de calmar su pena, y eso servía -OH, MIRA MIRA.

-eh?

Notaron a lo lejos dos anillos de bajo precio, dos ranitas para los dedos con una carita feliz, ranitas felices, demasiado a gusto del emo de la cuadra -No.

-Pero luzu!

-Quackity Wembley, no somos millonarios- quackity hizo un puchero levantando sus rodillas encima del carro.

-¡ni siquiera llegan a los cien pesos!

-¡Bajate inmediatamente!- el omega protestaba pisando el interior del carro con fuerza -BIEN, BIEN, BASTA.

con decisión luzu al rededor de la cintura del chiquillo lo cargó hasta bajo del carro, quackity pudo ver lo lindos que eran sus labios, su rostro, como era lindo él -Ah, si.

Tratando de distraer fue corriendo hasta la parada, había ganado como un niño caprichoso ganaba sus peluches -Estos estos quiero.

Le dijo antes de sacar un par de dos ranitas -dos?- protestó luzu.

-Dos! Las compartiremos- luzu alzó una de sus cejas, sonrió incrédulamente acercando su mano larga y delgada hasta el pequeño. Quackity agarró la media piel pálida de esta poniendo el anillo en su dedo, tan lindo.

-Listo, somos ranitas lovers.

-Si tú lo dices, ahora compremos, por favor.

(...)

Rubius estaba allí, desnudo fumando en la cama de alguien quien no era su compromiso. Vegetta yacía a su lado abrazado al alfa Pérdicas -Mi niño, me tengo que ir.

-¿ya? ¿Te dejó en tu casa?- rubius sonrió satisfecho posando un beso tierno delante de su frente, vegetta se sentía feliz, por fin.

-Sip, pasemos por el supermercado, quiero comprarte algo- vegetta asintió recostado en su pecho, escuchaba su corazón; a veces se preguntaba si latía más rápido cuando él estaba cerca.

-Ven, levántate.

-¿No deberíamos bañarnos?

-Yo me duchare en el departamento, acompañame y ya- vegetta asintió sintiendo un escalofrío al ver la espalda desnuda y fornida del chico ante él, se levantó de la cama poniéndose alguna que otra prenda sin sentido a la par de fragancia artificial por su cuerpo.

-Te ves bien de espaldas- murmuró abriendo la puerta de la casa, notaba que rubius seguía sonriendo con esa falsedad, pero era tan ciego que no se daba cuenta.

-Gracias.

El paseo no fue más que rubius respondiendo mensajes, tenía ganas de agarrar su mano, de besarlo en la calle, pero no notaba ese interés, lo último que deseaba era ser del chico de una noche, que se convirtiera en solo sexo.

Su departamento estaba a unas varias cuadras del supermercado, al encontrarse por aquellas zonas detuvo sus pies al sentir algo extraño -Rubius?

-Rubius- quackity estaba allí, agarrado de bolsas con luzu quien los veía con una ceja levantada, el ceño fruncido de rubius no se comparaba, lo morado encendió entre sus pupilas, quackity se estaba escondiendo detrás de luzu cada vez más, estaba rasguñando sus nudillos con fuerza, estaba temblando.

Vegetta no podía creerlo, estaba frente al novio del chico que amaba, se sentía bien de haber sentido a rubius más de cerca, pero hacerle eso a una persona inocente, él realmente era una mierda, quería romper a llorar, ¿rubius pondría esa mirada de rechazado si él tenía pareja?

Seguramente no, él lo sabía.

ᵍʰᵒˢᵗ ᵇᵒʸ. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora