69. sentirte deseado.

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Tenía tanto miedo, le resultaba fácil pensar en todas las posibilidades de que quackity empeorará con la terapia, no, tenía que pensar positivo, y a su vez confiar en que era el mejor lugar para él, jadeó tocando la manilla de plata, se arrepintió de inmediato, ¿qué debería decir? Gimoteó tocando la puerta suavemente y esperando un grito o algo parecido -Buenas tardes- La chiquilla era un poco más baja en estatura, un cabello liso y hermoso colores café claro y una trenza que tenía hecha con un mechón pequeño de su pelo, vestía un delantal y unas botas -¿Usted es luzu Williams?

Asintió nervioso, entrando a la habitación cálida que tenía pintada entre paredes la silueta de un bosque como en películas animadas -Disculpe, no sé muy bien cómo hacer esto.

-No se disculpe, es normal estar nervioso al salir de su zona de confort- dijo entre una sonrisa tardecina, se sentaron en un sillón cada uno -¿quiere té?- negó de inmediato, dejando su abrigo detrás de su espalda y juntando las piernas de forma tímida.

-Cuenteme de usted, señor Williams, algo básico para empezar- pensó por un segundo acariciando su barbilla, tenía las rodillas flectadas y la espalda agitada, se sujetó del sillón enredando su cabello a la vez -Soy luzu Williams, no estoy yendo a la Universidad pero planeó practicar artes.

-Soy adoptado, mi apellido no es Williams en realidad pero tuve que cambiarmelo por mi propia comodidad, temas oscuros- sonrió de forma tímida -Tengo 21 años actualmente, pero con todo el revuelo en mi vida no pude ni darme cuenta cuando sucedió en realidad.

-¿Cómo se ha sentido últimamente, señor Williams?- una pregunta caótica, no quería hablar en realidad, se estaba arrepintiendo de cada paso que había dado, ¿por qué le había hecho caso a vegetta de tomar su propia terapia? No tenía ganas de volver a pasar por psiquiátricos, de volver a tomar pastillas o de volver a recaer, no le encontraba sentido a este deseo inconcluso, y ni siquiera sabía porqué aceptó realmente. Suspiró tomando aire a su vez, cerró los ojos y trató de imaginar algo agradable, quizás el olor a fresas, el suéter de quackity, ¿por qué siempre pensaba en quackity a ese punto?

-Es complicado- confiesa.

-Pero la mayoría del tiempo he estado estable- lana sonrió anotando en la hoja, sabía perfectamente que solo les indicaría más medicina, no tenía ganas de vivir con químicos dentro de sí mismo para no matarse o algo así.

-¿Un evento traumático en su vida?

Habían muchos, más de los que podía contar, ¿se vería muy depresivo sí contaba realmente lo que quería contar? Su mayor miedo era ser internado nuevamente, era caer en un abismo infernal, tal vez, su verdadero miedo es que le separarán de quackity. Había estado aislado de él tanto tiempo, por rubius, por el juicio, por Auron, por todo, todo se había empeñado en poner una piedra sobre otra que le era tan terrorífica la idea de que volviera a suceder, de que quackity decidiera dejarle, quizás volver con algún ex.

Y se había dado cuenta.

Que en realidad, no conocía nada de quackity, no sabía mucho de sus gustos, intereses, que clase de ropa solía comprar, si tenía exs, que pensaba estudiar, sus vocaciones, disgustos y miedos, no tenía idea de él. Quizás solo estaba obsesionado por su idea.

-La muerte de mi madre- dijo finalmente, escondiendo su rostro entre mechones largos de su cabello desteñido. La chiquilla ofreció un vaso de agua junto a un par de servilletas al lado de la mesa donde estaban, con sus cejas afligidas y una gota de sudor rondando su frente pequeña -¿Cómo era ella?

-Bonita, eh, preciosa.

-Disculpe, ¿cómo era ella en personalidad?- tragó saliva raspando las paredes de su garganta áspera -Bastante, dura, si es que así se dice.

ᵍʰᵒˢᵗ ᵇᵒʸ. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora