Capítulo VIII: Cae el telón

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Advertencia: Este capítulo contiene descripciones parciales de abuso sexual. Si este tema resulta difícil para ti, el fragmento donde empieza la descripción es "Le daré todo lo que me pida" y termina en "¿Qué está pasando aquí" en caso de que desees saltarlo.

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Tan pronto Alicent partió me sentí destruida, no quería aceptar que tenía que dejarla ir, ¿qué haría con todos los sentimientos que tenía dentro de mí por ella? Sentía desasosiego, pero más que nada mucha rabia, quizás no era justo, pero el simple hecho de que ella hubiese decidido echarme de lado y no quedarse conmigo me causaba una ira indescriptible. Entendía que ella quisiese seguir sus obligaciones y quedar bien con su padre, entendía que era una situación muy compleja, pero no podía soportar saber que ella no me había elegido a mí. ¿Cómo ella podía escoger una vida sin mí cuando yo no podía concebir una vida sin ella?

No pude entregarme a mi tristeza y mi rabia como hubiese querido porque minutos después en el umbral de la puerta hizo presencia Sir Criston Cole

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No pude entregarme a mi tristeza y mi rabia como hubiese querido porque minutos después en el umbral de la puerta hizo presencia Sir Criston Cole. Verlo me produjo mucha ofuscación, no podía creer que me hubiese hecho lo de las cartas, él había traicionado mi confianza y me había mentido todo este tiempo. Si bien él no tenía la culpa directa de lo que había pasado con Alicent, sí era el catalizador, me pregunté si quizás el haber recibido las cartas hubiese ablandado el corazón de Alicent y todo esto no hubiese sucedido.

-¿Qué hace aquí?

-Princesa, supongo que ya lo sabe.

-Maldita sea, usted es lo peor, no puedo entender por qué no entregó las cartas, nada le costaba. ¿Por qué me mintió, por qué lo hizo?

-Princesa, yo... yo quería decirle que...

-Deje de tartamudear y dígame de una vez sus motivos, no entiendo cómo pudo fingir ser mi amigo, escucharme y pretender que entregaría las cartas. Simplemente, pudo haberme dicho que no, pero decidió deliberadamente mentir y decir que cada vez que venía a Desembarco del Rey usted entregaba mis cartas. ¿Acaso qué hizo con ellas?

-No fue fácil para mí princesa. No quería verla sufrir, pero sus sentimientos por la Reina son asquerosos. No sé cómo no lo puede ver, esto es algo monstruoso princesa, yo solo he querido protegerla todo este tiempo.

-¿Acaso le causaba satisfacción? Decirme cada vez que había entregado cada una de las cartas cuando no lo había hecho. No me venga aquí con una lección de moralidad sobre mis sentimientos.

-No es eso princesa.

-¿Entonces?

-Recuerda cuando le comenté que había algo que quería decirle hace mucho.

-¿Qué es lo que quiere Sir Criston? ¿No le es suficiente con socavar mis ilusiones?

-Qué dice princesa, estoy seguro de que usted sabe muy bien lo que quiero. Puedo verlo en sus ojos, usted no es tonta. Además, usted se me ha insinuado.

Canción de oro y plataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora