13. No me gusta la vainilla.

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El aire se encontraba frío, o tal vez solo era la sangre de quackity que se encontraba bombeando -Luuzu..

Susurraba entre jadeos que se convertían en pura desesperación -Hey, ¿qué te pasa...

-¡ALEJATE DE ÉL!- exclamó rubius adormeciendo el oído agudo del alfa, luzu cubrió sus orejas sin antes olvidar de cubrir a quackity con uno de sus brazos -¡Él no se siente bien!

-Rubius- vegetta estaba en shock, sus manos temblaban con precisión -Eso es porque lo estas forzando a estar cerca, déjalo ir, Luzu.

¿Era verdad? ¿Luzu estaba forzando a quackity? Se sentía agrio, como si realmente lo haya obligado a estar cerca, quackity temblaba cada vez más en sus brazos, eso indicaba miedo, ¿pero a quien le tenía miedo? ¿A luzu? ¿Realmente le tenía miedo?

-Yo..- luzu soltó la espalda de quackity mientras rubius se acercaba a pasos ligeros -Ven, mi niño.

Vegetta abrió las pupilas como platos, se sentía destruido, marcado, había dejado que rubius lo tocara, que le dijera que le amaba solo para ver como prefería a alguien más -Eh, eh.

El omega estaba teniendo un ataque de nervios, no podía respirar bien, su pecho ardía, su corazón quería salir y explotar, antes de que rubius tocará su mano, él comenzaba a delirar -¡no!

Exclamó acurrucandose en el pecho de luzu, ni siquiera tuvo tiempo de protestar, quackity había desmayado encima de sus brazos por segunda vez -¡Quacks!

Vegetta quería ayudar, quería ayudar y no podía, no se permitía, no podía reaccionar, no podía sacar el teléfono de su bolsillo cuando la gente se apresuró -¡Quackity!

Exclamaban luzu y rubius, eran gritos ahogados lo que escuchó quackity antes de desvanecerse por completo, la gente se acercaba a marcar ambulancias y luzu podía ver como rubius de verdad parecía preocupado, ese ceño fruncido se convirtió en miedo al ver al Omega postrado en el suelo -Vegetta.

Luzu se levantó viendo como el beta se alejaba unos pocos pasos hacía atrás de espaldas, estaba teniendo un ataque de asma por el ruido y todo lo que pasaba; con sus manos logró calmarse con su instrumento.

-Perdón- jadeaba dejando caer su cuerpo en un abrazo con luzu, quien notaba la mercadería caer por el suelo que sostenía quackity. Rubius veía esto con rabia.

Luzu le estaba arrebatando todo lo que lograba, todo lo que quería, y él pensaba hacer lo mismo, realmente quería destruirlo, quería destruirlo a luzu.

(...)

El omega sentía el ruido de dos máquinas trabajar, un "pi, pi, pi" sonaba entre sus tímpanos. A su lado yacía rubius hablando con una especie de enfermera, y efectivamente, estaba postrado en una camilla de hospital, no podía escuchar bien.

-Tuvo un ataque de pánico y tiene fatiga, su cuerpo al ser medianamente pequeño no soportó y se desmayó, pero está estable ahora.

-Gracias a Dios.

-Aun así, tendremos que hacer más estudios, ¿considera que podamos revisar su cuerpo más de cerca?

No, eso no estaba bien, rubius sabía de las marcas que tenía quackity, no tenía que levantar sospechas, ni una, no iría a la cárcel otra vez por mierda -Preguntáselo a él.

La enfermera asintió dejando la habitación, rubius acercó su cuerpo al de quackity quien estaba presionando las sábanas de la cama con fuerza -Eh, perdón, perdón rubius.

-Está bien, mi niño, está bien, te perdono- sujetó su nuca acercando su boca a su frente, le dio un tierno beso haciendo que el corazón del omega se esponjara -No pude hacer la cena.

-Luzu traerá la mercadería a la casa, él estaba...ehm, en otro mundo cuando te pasó.

-¿Cómo?- rubius se sentó a sus pies de la camilla -No creo que le importara mucho.

-pero, pero luzu es mi amigo.

-No puedes considerar amigo a alguien que no le importara que te desmayaras, se fue con vegetta de inmediato.

Quería llorar, y eso hizo, sollozó en silencio sintiendo las caricias de su novio quien permanecía a su lado, sonriendo sin que nadie lo notará -Podemos ir a comprar helado, si eso quieres, quacks.

Asintió, quería sentirse bien, se sentía decepcionado -Sí.

Quackity se levantó de la camilla poniendo sus zapatillas en sus pies nuevamente, rubius y él salieron  de la habitación con las manos tomadas esperando recibir un aviso de la enfermera -¿No quiere que le haga más pruebas, Wembley?

-No es necesario- rubius sonrió al escuchar.

La enfermera no tuvo más remedio que dejarlos ir, puesto quackity no contenía ninguna enfermedad grave que lo hiciera quedarse en el hospital. Caminaban y caminaban, ya casi oscurecía cuando pasaban por el parque.

-¿Luzu te tocó?- preguntó rubius enterrando sus uñas en la piel terca de quackity, el chico se quejó -No.

-Si me entero...

Llegaron a un camión de helados, sus ojitos brillaron de alegría al ver que habían pocos helados de vainilla, lo quería probar -Quiero uno de vainilla.

-...yo te lo compro- dijo sacando de su billetera un billete grande, quackity podía ver algunas mariposas a lo lejos, sintiendo como si fuera una especie de aurora.

-Ten.

-Gracias- recogió el helado lamiendo parte de este, incluso se sorprendió, nunca había comido helado de vainilla, y al igual que el olor lo había amado, rubius veía esto con furia.

Para domesticar a un animal salvaje la mayoría tiene que ser rudo, a veces hay que calmarlo usando palabras bonitas o tienes que ser autoritario, para que el animal sepa quién manda en la situación, quackity era lo mismo.

-Ven.

Dijo viendo un estadio de baños públicos, entraron al de varones con confusión -¿Por qué tengo que entrar yo?- preguntaba quackity con esa expresión adorable, rubius cubrió su boca antes de meterlo en una cabina de los baños, bajó la tapa de éste.

-Rubius- jadeó al sentir el helado ser arrebatado, su nuca dolía al ver que el alfa lo había forzado a ponerse de rodillas -Cállate.

Con asco notaba como rubius sacaba sus pantalones del cierre poniendo el tan lindo helado de vainilla en cada centímetro de su pene, horrible, prácticamente horrible -Vamos, no te gustaba la vainilla?

Podía oler la menta ejercer sus fosas nasales, rubius impaciente abrió la boca pequeña del omega metiéndose en su garganta, quackity toció.

"Por favor, no, sabe horrible, sabe asqueroso, no me gusta" se repetía cada vez que sentía los dedos de rubius tirar de sus pelos haciendo que lamiera la figura con asco, quería vomitar, se sentía mal, pésimo.

-Te gusta la vainilla, o te gusta luzu?- decía entre gemidos ahogados, deseaba que no hubiera nadie en aquel baño asqueroso, quería irse, no quería.

No podía respirar por la intensidad, ya no le gustaba la vainilla, estaba siendo penetrado desde su garganta fina, desde su interior su corazón dolía.

ᵍʰᵒˢᵗ ᵇᵒʸ. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora