Capitulo 6. Maquina de sonrisas

364 33 4
                                    

La tarde pasó demasiado rápido. Agradeció haber terminado todo su trabajo, estaba agotado. Tanto tiempo en el ordenador ya lo estaba afectando y esas migrañas repentinas lo estaban asustando, creía que tal vez podría tener un problema en su cerebro. Tanto tiempo amargado también estaba pasándole facturas bastante caras.

«Tengo que ir al médico» hizo una nota mental mientras recogía todas sus cosas. 

Se despidió de algunas personas e iba directo al ascensor pensando en llegar a casa para abrazar, consentir y acariciar a su adorado Pumba. Necesitaba descansar puesto que aun no superaba su borrachera del viernes/sábado. Y su cuerpo todavía sentía los efector tardíos de esa intoxicación con licor que ni siquiera quería recordar.

—Que vida la mía —susurró viendo los numeritos en la pared del ascensor.

A veces pensaba que todo lo que pasaba era un sueño del cual pronto despertaría y todo iba a estar bien. Las cosas no se podian poner peor en los proximos días, el destino, Dios o lo que sea no podía ser tan injusto con él, que no le hacía daño a nadie.

La música de esa caja cuadrada de metal era relajante, de no haber sido por la parada que hizo en el segundo piso, se habría quedado dormido en la esquina de ascensor. Una vez que llegó al estacionamiento vio a Tom con el cuerpo recargado en la capota de su camioneta, un Escalade negro bastante bonito. Al darse cuenta que él salía, se enderezó y levantó la mano para saludarlo. Saludo que Bill, sonriendo atontado por el sueño, devolvió demasiado efusivo.

¡La salida con Tom! Maldita sea, lo había olvidado por completo. Se acercó hasta él caminando rápido.

—Pensé que no bajarías rápido.

Bill sonrió un poco. —Lo siento, me distraje adelantando trabajo. Hoy es jueves y quiero salir temprano mañana.

— ¿Estás listo? Le dije a Caleb, el de seguridad, que cuide tu auto hasta mañana. No le pasara nada. Me agrada la idea de que quieras salir temprano mañana, me gustaría invitarte a salir de nuevo.

Así que lo tenía todo planeado. Perfecto. No habían si quiera ido a comer y resultaba que ya quería otra cita...

«Bill, recuerda que tiene una chica»

—Oh, está bien, pero creo que mandaré a alguien a llevarlo a casa, mañana no quiero coger el bus, no es que no sea agradable, es porque a veces me quedo dormido en él.

Y eso se debía a su insomnio. Desde hacía varios meses que no podía pegar un ojo como Dios demanda. Sus pensamientos y recuerdos de cosas pasadas lo aturdían demasiado por las noches. Ya no sabía qué hacer.

—Entiendo, pero yo puedo pasar mañana por ti. No tengo problema con eso.

Él si lo tenía. Podía imaginar que al subir en el Escalade, estaría Tom esperándolo con su mujer ahí. Eso no sería agradable, dolería.

—No, me imagino que tendrás que llevar a tu mujer a su trabajo o a algún otro lugar. Yo no quiero molestar.

Observó la reacción de Tom. Sus pobladas y gruesas cejas se fruncieron mientras ladeaba un poco su cabeza, era un poco gracioso. Tom soltó una carcajada, preciosa, fresca  y divertida. Pero desesperante a la vez

Bill abrió los ojos como platos. ¿De qué reía? ¿De qué le mencionara a su mujer? Iba a darle una trompada si no paraba. Que la gente se riera en su cara, cuando él no sabía el porqué lo ponía nervioso. Si Tom no dejaba de hacerlo, entraría en pánico y no dudaría en abofetearlo.

— ¿Me viste con una chica el viernes? —preguntó sonriendo de lado. Una sonrisa entre burlona y sensual— con razón no quisiste hablar conmigo después.

5 señales de que tu cuerpo pide sexoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora