Capitulo 18

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Tom sospechaba que a Bill le pasaba algo, lo veía apático, poco cariñoso y eso lo tenía preocupado, más que su salud. Respecto a eso, ya se sentía mejor. A tres semanas de su ingreso en emergencias, se sentía como nuevo. Debía eso al cuidado y atención que había tenido Bill en los últimos días, pero eso no quitaba que en algunos momentos lo sentía distante. Cómo si algo le pasara pero no quería decir nada, lo conocía. Trató de imaginar qué podía ser. Pero no se le ocurría nada, pues antes de enfermarse las cosas estaban bien. Bueno, bien para su relación con Bill, pero no para su problema con Laura... la odiaba, que mujer tan mala.

Aun recordaba lo que había hecho para callarle la boca. Laura quería acostarse con él. Pero él se negaba y se vio obligado a utilizar drogas para hacer que se durmiera antes del acto sexual. Había sido algo demasiado bajo, nunca tuvo que hacerlo, nunca lo necesitó. Pero ella insistía en algo que él no podía hacer y todo por lograr que ella no dijera nada a Bill, él era la única persona que tenía derecho para hacerle saber el gran error que había cometido y del cual se arrepentiría el resto de su vida. ¿La cuestión? Él no sabía cómo decirlo sin hacer daño. Porque una vez que abriera la boca para decirlo, todo lo que había construido con Bill se vendría abajo en un dos por tres.

Se sentía un idiota, todo lo que hacía con las manos lo destruiría con los pies por ser un cobarde.

— ¡Tom, ya es hora de tomar tus vitaminas!

Saltó del sofá hasta ponerse de pie, últimamente todo lo mantenía nervioso y si escuchaba algún grito se alarmaba de maneras poco sanas. Todo el tema de ser descubierto lo mantenía así.

—Saltaste tal cual lo hace un gato temeroso —comentó Bill que se encontraba en el marco de la puerta que conectaba la sala con el pasillo.

—Me asusté, lo siento.

—Lo he visto, no entiendo qué te asusta tanto ¿yo?

Bill ni siquiera lo miraba, dejó las vitaminas sobre la mesa y se encamino de nuevo hacia la cocina.

—Espera —lo retuvo, cogiéndole del brazo, haciendo que se detuviera lo volteara a mirarlo con un poco de molestia. Eso lo obligó a soltarlo de inmediato, había ejercido un poco de presión— lo siento.

—No, está bien, al menos ya tienes fuerzas, eso me alegra. —comentó sobándose el brazo, realmente había apretado con fuerte.

—De verdad lo lamento —el castaño bajó la cabeza y la alzó de nuevo levantando las manos para ponerlas en las mejillas de Bill.

—Tom...

Bill estaba conteniendo esas ganas de satisfacer sus ojos de soltar las lágrimas, llevaba días intentando hacerlo y aunque en la soledad de su habitación de descanso, donde nadie podía molestarlo, podría desahogarse, no lo hacía, él sabía que no debía, no iba a llorar por nadie, eso se lo había prometido.

Tom por su parte observaba como los ojos de Bill se volvían agua, su vista se nublaba y todo brillo en su pupila desaparecía remplazándole con una tristeza tan mortal que arrugó su corazón. No podía con lo que estaba viendo. ¿Por qué él estaba así?

— ¿Qué tienes mi amor? —acarició el pómulo de Bill con cariño.

El rubio sostuvo la mirada de Tom durante un largo rato, suspiró y se lanzó a sus brazos, hundiendo su rostro en el pecho de su novio, lo apretó con fuerza, como si jamás quisiera soltarle. Tom colocó la mano en su espalda y lo acarició durante todo el rato que los dos estuvieron así, abrazados, sin decir una sola palabra.

A Tom le picaba la lengua, quería contarle todo, teniéndolo así, no se le ocurría mejor cosa que acabar con todo lo malo que pasaba.

—Tom —el rubio lo sacó de sus pensamientos— ¿Me has sido infiel en el tiempo que tenemos de pareja?

5 señales de que tu cuerpo pide sexoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora