Capitulo 8.

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Las piernas le temblaban mientras se quitaba la camisa. Sus ojos estaban fijos en el castaño que soltaba el moño de su cabello y dejaba que este cayera en cascada, tocándole el pecho. ¡Dios! No había nada más atractivo para él, que un hombre tuviera ese tipo de cabello, las rastas le daban el toque único. Era como un hombre de la selva, grande, fuerte.

Verlo desde ese ángulo (Él sentado en la orilla de la cama) lo ponía de una manera que dolía y le hacía sentir placer de sólo pensar en jalonearle el cabello mientras sentía el orgasmo llegar.

Tom se acercó sigiloso, como un león a punto de comerse a su presa. Su rostro era excitación total, sin embargo, Bill pudo notar un deje de nerviosismo en sus movimientos. También un poco de torpeza pero nada le quitaba lo sexy que se veía mientras llegaba a él, y se deshacía de la camisa, mostrando un cuerpo trabajado. Se notaba muy bien que Tom era de esos chicos que mantenían su cuerpo ejercitado.

A Bill se le hizo agua la boca e imaginó pasando su lengua por cada uno de los cuadritos de su abdomen marcado.

« ¡Esto es una obra de arte!» pensó mordiendo su labio con sensualidad, desabrochándose el pantalón. Se acordó de las estatuas de desnudos que vio en su paso por Florencia unos años atrás. Tom no era un hombre con un cuerpo exageradamente grande, era de buen tamaño y bien proporcionado en los lugares correctos.

Bill se levantó de la cama, caminó hasta él y le rodeó el cuello con los brazos, enrollando sus dedos en el cabello, empujándolo hasta sus labios para sellarlos. El beso fue intenso y Tom se dispuso a arrastrarlo hasta la cama en donde ambos cayeron y rebotaron dejando escapar una fuerte risotada. Sus cuerpos rebotaron provocando una ligera falta de aire.

—Eso ha sido muy divertido —comentó Bill ignorando el hecho de haber perdido un poco de aire. ¿Qué importaba eso cuando tenía a Tom sobre él?

—Tú eres divertido.

El platinado abrió las piernas para que Tom encajara. Podía sentir la erección haciendo fricción y eso le hizo gemir en voz alta. El castaño comenzó a besarlo suavemente por el cuello, dejando un rastro de besos húmedos y pequeños mordiscos que enviaba corriente directa a la punta de su pene. No había experimentado aquella sensación de ser mordido y le gustaba, mucho. Con Jared nunca había hecho eso, él nunca fue de los que estimularan su cuerpo antes de entrar en su...

« ¡Basta! No pienses en eso. ¡Estas con Tom!»

La mano de Tom viajó hasta la erección de Bill, este metió la mano por el bóxer acariciando con sus delicados dedos de pianista, el miembro en toda su extensión, haciendo movimientos rápido de arriba hacia abajo. Bill jadeó arqueándose un poco mientras Tom se dedicaba a masturbarlo y mordisquear su clavícula.

—Oh Bill, eres tan suave y delicioso.

—Oh Tom...—gimió abriendo sus ojos para encontrarse con los bellos y acaramelados de Tom. Era otro universo, no se cansaba de ver el deseo escondido en sus pupilas. Adoraba esa manera tan preciosa de halagarlo. Se sentía especial, no podía sentir que fuese solo sexo casual. No lo era... eso era algo más.

El mayor bajó dando besos por el abdomen plano de Bill, haciendo pequeñas succiones hasta llegar a los huesos sensuales de sus caderas. Con avidez se deshizo de los pantalones y el bóxer, dejando a Bill completamente desnudo a su total disposición. Como una delicada pintura, solo que ésta estaba en 3D y la podía disfrutar de todas las maneras que deseara. Tom estaba deseoso por poseerlo.

—Eres tan precioso, en todos los lugares Bill.

Bill se ruborizó y hasta ganas de llorar tuvo. Pero no lo haría, no podía llorar en ese momento en el que cada vez estaba más caliente con Tom disponiéndose a hacerle tener su primer y verdadero orgasmo. No contaba las veces que se había masturbado, el real sería ese y lo disfrutaría al máximo.

5 señales de que tu cuerpo pide sexoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora