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"Dicen que solo aquel guerrero que sea capaz de mantener su espíritu después de matar al enemigo, logrará encontrar su sitio en el paraíso"


Bosque del ciervo blanco-[Región Norte]:

Se mantenía hincada en la tierra, con el bulto que cargaba a su lado y su espada clavada en la tierra.

Gracias a ella, el suelo se había tornado de color rojo por toda la sangre de los monstruos que la perseguían.

El hedor de la sangre rancia que había empezado a emanar de su ropa es repulsivo y casi asfixiante, al grado de querer vomitar.

Los había matado a todos y las imágenes de sus muertes se repetían en su mente conforme posaba su mirada en los cadáveres.

La sensación de que algo poseía su cuerpo cuando asesinaba ahora se veía como un hecho y no como algo absurdo.

Su respiración continuaba agitada y las gotas de sangre del último al que le arrancó las extremidades una a una caían por su rostro gracias a los mechones sueltos de su cabello.

Cuando finalmente tomó fuerza para levantarse, una rasposa mano se adhirió a su tobillo con la poca fuerza que le quedaba y le frenó el caminar.

Ni siquiera deseaba bajar la mirada para ver el desastre que le había hecho a esa criatura con su espada pero la insistencia de esta última logró que finalmente se atreviera a hacerlo.

–Tú..-empezó a decir la criatura con lo que sería su último aliento.-no...perteneces...a los vivos..-las últimas palabras de aquel solo lograron, para desgracia de este, que ella incrustara su espada en la mitad de su cabeza y le diera fin a su miserable vida.

Quería responderle, decirle que se equivocaba y que lo único muerto entre ambos era él pero algo le impidió hacerlo.

No podía moverse de su lugar y ni siquiera parecía estar consciente de que su mano había soltado la espalda.

Sus ojos, llenos de sorpresa e incredulidad, se abrieron un poco más de lo normal cuando vio como un magistral ciervo blanco se mantenían en pie a poca distancia de donde ella se encontraba.

Cuando empezaba a creer que las leyendas era solo para los niños, esa criatura le aparecía para demostrarle que eran ciertas.

Todo en su interior se detuvo cuando el ciervo volteo su cabeza en su dirección y la miró directamente a los ojos.


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Entrada principal del Castillo de Aren-[Región Central]:

Habían viajado desde muy lejos por el mandato que recibieron del rey y aún en contra de sus propios deseos, sabían que no podían desobedecer la orden real.

Era dos grandes guerreros y amaban luchar pero amaban aún más poder pasar desapercibidos en cualquier festividad, aunque ahora eso no parecía ser posible con el vacío que se veía en el interior del castillo.

–Maldita sea..-exclamó antes de escupir en el suelo con enojo por su descuido.-llegamos a tiempo..-carraspeo con su lengua en señal de fastidio por la situación.-y entrar ahora solo implicaría ser el muñeco de entrenamiento del rey..-entrenar con un rey no estaba en sus planes de viaje.-ya está..-dijo alzando un dedo para señalar el cielo y decirle su decisión al hombre a su lado.-entrar no es la solución, no cuando no queremos terminar de mal humor cuando llegue aquel al que llaman "El espíritu de los muertos", ¿cierto?..-dice antes de girar su cabeza hacia el hombre que comparte el mismo rostro que el suyo.-creo que un trago no nos vendría mal, Egil..-el motivo de su visita al castillo no era solamente la invitación real.

♤La última guerrera ♤ [En pausa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora