♤ [16] ♤

9 1 0
                                    

"¿No es acaso la vida el único precio por la batalla? ¿Es que acaso no es suficiente para ti el poder respirar sin necesidad de lamentarlo?"

Jardín de los lirios:

El dolor en su abdomen aumentaba conforme respiraba, la inutilidad de sus pulmones ya era demasiada y ese extraño mareo en su cabeza ahora le impedía pensar en cómo moverse de su sitio.

-Maldita sea..-consiguió decir finalmente con tanta pesadez y dolor que no lograba reconocer si esa era su voz.

Se maldecía a sí misma por creer que ese sería su fin, que aquel infierno podría siquiera ser el último sitio que vería.

Era tiempo de ahuyentar a los demonios que la estaban rodeando para llevársela al otro mundo y demostrar nuevamente que aquel no iba a ser el último lugar que verían sus ojos.

La fuerza volvió a su cuerpo y la mano con la espada finalmente logró levantarse para clavar la punta de esta sobre la tierra.

El esfuerzo de su cuerpo hacía que su herida sangrara aún más pero aquello parecía insignificante ahora. Necesitaba levantarse o aquello significaría una derrota.

Se sentía ridículamente débil al sentir en sus rodillas todo el peso de su cuerpo y que sus malditas manos solo servían para sostener la espada.

El sudor de su frente caía al suelo y quizá las famosas lágrimas a las que el comandante siempre les atribuía la rabia después de una batalla.

Cuando finalmente pudo levantarse, sus ojos se toparon con un pequeño rostro lleno de suciedad y por el que las lágrimas lograron dejar un camino.

Aquella criatura llevaba en su rostro la inocencia de mundo y en sus ojos el dolor de la muerte pero en sus pequeñas manitas cargaba el objeto metálico por el que los órganos del monstruo ahora yacían en sus piernas.

-Usted..-aquella extraña voz pertenecía a una mujer. Cuando giró para verla, se dio cuenta que había muchas personas a su alrededor.-nos ha salvado..-la pequeña avanzó unos pasos y le entregó la máscara. -¿Cómo ha iniciado el fuego?..-preguntó la guerrera cuando se colocó la máscara nuevamente.
-¿Es que acaso es nueva en la región?..-aquella pregunta venía cargada de burla pero no entendía el porqué de ello.-hoy es el día de la quema..-su silencio parecía dejarle claro a la extraña mujer que no entendía a que se refería por lo que prosiguió.-el día que el rey ha elegido para deshacerse de lo que estorba en su preciada región..-una risa sin humor escapó de sus labios ante la realidad que ya conocía sobre el soberano de la región.-es usted un legendario, ¿no es así?..-aquella mujer parecía conocer más de ella de lo que esperaba.-vi el medallón de los legendarios..-dijo la mujer al ver la expresión precavida de la guerrera. -Debemos movernos antes de que este lugar se venga abajo..-giró su cabeza para ver al resto de personas que seguían a su alrededor.-los adultos fuertes deben cargar a los niños más pequeños y los jovenes deben ayudar a los ancianos a cruzar por el camino de sangre que los comecarne han dejado en esa direción..-dijo señalando con su espada el rastro de sangre que había seguido anteriormente.
-¿Y a usted quién la ayudará?..-le preguntó la mujer de repente y con voz firme.-esa herida se ve grave..-cubrió la herida con su mano y se acercó a la mujer lo suficiente para susurrar.
-Yo no necesito ayuda..-aquello era una advertencia para todo el que quisiera verla como una damisela en peligro y no como un guerrero.

Las personas comenzaron a seguirla con mucha precaución y temor por el camino de sangre, pasando por las cabañas envueltas en llamas y ese endemoniado olor a aceite de lámpara.

Aquel desgraciado había hecho algo deplorable con las personas de su nación y, para su desgracia, ahora veía imposible que su estadía en la región central fuera momentánea, no con tantas personas sufriendo a causa de ese hombre lleno de egoísmo y estupidez.

Un gemido ahogado escapó de sus labios cuando el dolor en su estómago la hizo sostenerse del primer sitio que encontró.

Se odiaba a sí misma por no poder llevar el ritmo de las personas que la seguían pero a la vez veía que era una pequeña ventaja el quedarse atrás y ver que todos atravesaran el camino con seguridad.

Cuando todos avanzaron, se incorporó nuevamente y comenzó a caminar para seguirlos pero al instante porque sintió como un pequeño objeto le apretaba la mano con la que no se sujetaba la herida.

La mirada de la pequeña estaba atenta a ella, a sus movimientos, a su expresión, a sus señales y también a su dolor. Aquel dolor que le atravesaba cada cicatriz de su cuerpo y la atormentaba.

Continuó avanzando hasta que los hombres con rostros iguales aparecieron y vinieron a su encuentro.

-Creo que logramos rescatar a todas las personas y casi extinguir el..-dijo Einar con un atisbo de felicidad hasta que observo la armadura de ella cubierta de sangre.-¿ha tenido una batalla?..-al ver la expresión de ella, sujetó el mango de su espada y se puso alerta.
-No quedó ninguno..-la expresión del hombre se llenó de asombro rápidamente.
-Está herida..-ella hizo una señal de que no dijera más para no asustar a la pequeña que todavía le sostenía la mano.
-Debemos llevar a estas personas al centro de la ciudad y buscar un refugio para que pasen la noche..-la pequeña soltó su mano y corrió hacia quien creía era su madre.
-Él jamás nos dejará entrar con ellos a la ciudad..-por primera vez desde que la vio entrar al palacio con odio en su expresión, vio en su mirada una carga de dolor.
-No hay otra opción..-un gemido escapó de sus labios ante el insoportable dolor en su estómago.-por los cielos..-el hombre se percató de su dolor y sujetó su brazo con firmeza.-debemos salvar a cualquier persona que lo necesite..-no entendía que era ese sentimiento que la determinación de ella le hacía sentir pero era la primera vez que lo sentía.

Sus rodillas flaquearon y la hicieron caer al suelo con violencia, aun a pesar del intento del legendario por evitarlo.

No entendía que era esa debilidad que sentía pero estaba segura que no era por la herida.

-¡LAENA!..-esa voz...la endemoniada voz que había escuchado mil veces en sus sueños...había gritado su nombre y le había dado la sensación de estar entrando el infierno.
-Majestad..-dijo el legendario con sorpresa al ver al rey a unos pasos de distancia.

El demonio de sus pesadillas había aparecido en carne y hueso en el infierno en el que se encontraba, la miraba con miedo desde la distancia y no se lo pensó dos veces para correr hacia ella.

La tierra parecía ayudarle a llegar a su lado porque cuando sus rodillas tocaron el suelo, levantó el polvo con furia para demostrar que la había atado a su infierno.

Sus brazos envolvieron su cuerpo con fuerza y su rostro rozó el suyo ligeramente cuando hundió su babilla en su hombro.

-Estás viva..-susurró él con voz temblorosa y llena de felicidad al sentirla en sus brazos.
-Tú..-dijo ella por lo bajo.-¿crees que me he olvidado de ti?..-aquello le heló la sangre de golpe y lo hizo alejarse ligeramente para mirarla.-maldito demonio..-su mirada se oscureció antes de que se cerraran sus ojos y seguido la ceniza se elevó cuando su cuerpo terminó de caer al suelo.

La mirada aterrada del rey seguía sobre ella, su corazón latía con furia contra sus costillas y su cabeza le traía aquella desgarradora imagen de la mujer a la que amaba y a la que mucho tiempo atrás había dejado oculta en sus memorias.

-Mi amor..-dijo en un susurro que solo el viento pudo percibir y a la vez, llevárselo consigo.

♤La última guerrera ♤ [En pausa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora