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"Aunque todo guerrero conoce el sitio al que irá una vez que muera, su corazón jamás deja de llorar por tan cruel paraíso."

Castillo de Aren:

Aquella ráfaga de aire que chocaba contra su cuerpo le provocaba un calor como el del fuego y a la vez un frío como el que se siente al final de la vida.

Las mil espadas que se introdujo en el corazón con el correr de los años volvían a cortarla y traían consigo la agonía de los pecados cometidos.

Aquella criatura era, en efecto, la que había estado buscando por años pero ahora su rostro no era el de una joven, sino el de un guerrero al que el odio había marcado justo en medio de sus cejas.

–Majestad..-dijo alguien de repente con voz gruesa y colocándose frente a ella.-el hombre que yace en el suelo era parte de mi compañía..-la cicatriz en su frente y cabeza le daba un aire siniestro pero sus ojos mostraban a un hombre honesto.-más su lengua ha provocado la ira de la legendaria..-sus ojos buscaron los de ella pero su búsqueda no obtuvo un buen resultado.
–Debería controlar mejor a su gente, guerrero..-tenía el deseo de mirarla de nuevo pero el miedo ya se había adherido lo suficiente a su cuerpo como para hacerlo.

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Aposentos del rey:

La idea de que todos hablarían de él por causa de aquella mujer lo pertubaba.

Había perdido el control y ahora recibiría un castigo por su debilidad o quizá era a causa de su estupidez.

–Majestad..-dijo su sirviente con voz apresurada y asomando solamente su cabeza por la abertura de las puertas.
–¿Qué sucede ahora?..-dijo con fastidio y sin el mínimo interés.
–Su majestad, le informo que la reina ha tenido un encuentro con..-guardó silencio y observó en todas direcciones para comprobar si no había nadie.-con la guerrera del Norte..-aquella noticia lo hizo brincar de su asiento y comenzar avanzar a paso veloz hacia la puerta.
–¿Qué demonios has dicho?..-aquello era algo que no podría evitar para siempre pero no se esperaba que sucedería tan pronto.

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Patio Central:

La mirada de todos aquellos hombres estaban encima suyo y todo por causa de la perra de la reina.

Aquel hombre que se había colocado frente a la reina ahora estaba hincado frente al cuerpo que minutos antes yacía sobre su espada.

El hombre que compartía el mismo rostro que este se encontraba de pie entre la multitud y su mirada estaba puesta sobre ella, más esta no le resultaba incómoda o fastidiosa como la del resto.

–Compañía..-gritó de repente el hombre de la cicatriz en la cabeza.-pueden retirarse a sus aposentos..-los hombres a su alrededor empezaron a moverse en dirección al interior del castillo y con ellos, aquellos hermanos que venían con ella desde el Norte.-¿qué demonios les enseñaron en el Norte todo este tiempo?..-le dijo a ella cuando ya no hubo nadie más que su hermano gemelo.-¿acaso no conoces el límite de la muerte?..-la mirada de este finalmente se elevó hacia ella y pudo ver que en sus ojos no había más que latente emoción.
–¿No van a castigarme por arrebatarles a un hombre de su compañía?..-el hombre giró su rostro confundido hacia su hermano y luego hacia ella nuevamente.
–¿Castigar?..-la mirada del hombre bajó hacia el cuerpo y con una mano lo volteó para que ella también lo pudiera ver.-no nos apegamos a la ley cuando sabemos que la muerte de alguien fue merecida..-su hermano también se acercó al cuerpo y se hincó a su lado.
–¿Acaso no le temen a la ira de su rey?..-eso solo le arrancó una risa burlona al hombre de la cicatriz.
–La ira del hombre es solamente un juego en comparación con la ira de la muerte..-ambos hombres se pusieron en pie a la vez y avanzaron un paso hacia ella.-especialmente si este solamente juega a la realeza mientras se esconde en su fortaleza..-aquellos dos hombres tenía algo interesante en sus miradas y a la vez macabro.

Ahora entendía porque el rey los había nombrado guerreros legendarios y todos los demás les tenían respeto.

   
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Aposentos del Ala Sur:

Aquella situación le había subido el enojo y le había bajado la esperanza de poder ayudarle en algo.

Sus brazos estaban cansados de forcejear para salir de la habitación en la que su hermano lo mantenía encerrado.

–¡Basta ya, Sam!..-dijo con voz firme y empujándolo lejos de la puerta.-no podemos intervenir ante la orden de un legendario..-había sido su culpa que ella estuviera metida en esa situación y ahora no podía ayudarla.
–La pueden matar por mi culpa, Hans..-dijo el pequeño con rabia ante la idea de que ella muriera por él.-no me puedo perdonar si la reina o el rey dictan la orden para matar a Laena por mi error y..-en cuanto la puerta se abrió, las palabras del pequeño se detuvieron y una ola de alivio, sorpresa y temor lo invadió de repente.-¡Laena!..-su mirada confundida bailó entre el menor y el mayor por unos segundos antes de hablar.
–¿Porqué se ven tan sorprendidos de verme?..-el mayor tomó valor y se acercó hacia ella.
–Creímos que ese legendario iba a..-la mirada del hombre se dirigió hacia su hermano y nuevamente hacia ella.-que ibas a..-el menor se acercó lentamente hacia ella y dobló sus rodillas para hincarse.
–Creí que morirías por mi culpa..-sabía que no podía juzgarlo por temerle a la muerte cuando jamás la ha visto frente a sus ojos.
–No temas, Sam..-la mirada de ella cayó sobre el mayor nuevamente.-tal parece que los legendarios no toman en serio al rey y mucho menos sus leyes..-aquella revelación sorprendió a ambos.-quizá este reino se venga abajo sin necesidad de que tengamos que ensuciarnos las manos..-los ancianos habían encomendado la misión de derrocar al rey en nombre del Norte y la cumplirían a como diera lugar.

 

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Aposentos de la reina:

Estaba asustada pero no sabía si era por su piel que se sentía hirviendo o sus ojos que parecían querer salirse de su lugar o quizá era esa vena en su cuello que se repintaba cuando la rabia dominaba todo su cuerpo.

El agarre del rey en su cuello cesó y la liberó de su prisión de manos para que volviera a tener su color normal.

–Tengo tantas ganas de acabar contigo..-exclamó este con mucha rabia cuando se alejó de ella.
–Hazlo, mi rey..-le dijo con voz entrecortada y provocando aún más su ira.-solo soy una pieza más de tu juego de ajedrez, así que no tienes nada que perder..-el reino era su tablero y las personas sus diminutas piezas.
–No me provoques, Freya..-su mirada llena de locura la hacía sentir terror pero aun podía mantener la compostura.-el plan casi se arruina por tu necedad de llevarme la contraria..-y entonces entendió que aquello no era enojo, sino temor.
–Por los cielos..-dijo ella en un susurro antes de reír sin humor.-deja de fingir de una buena vez, ¿quieres?..-dijo mientras sus pasos se acercaban cada vez más hacía él.-porque el único que puede arruinar el plan con sus estúpidos sentimientos eres tú..-aquellas palabras lograron el efecto que ella esperaba porque los ojos de aquel se llenaron de sorpresa.
–No sé de qué..-la suave mano de ella se adhirió a su boca con fuerza y detuvo sus palabras de golpe.
–Negarlo hace que te veas más patético de lo que ya eres..-si ella había descifrado todo, quizá los demás también.-te hundirás en el infierno si provocas un caos en el reino solo por esos sentimientos hacía el recuerdo de alguien que ya no existe..-dijo con rabia antes de soltarlo para acercarse a la puerta y abrirsela.

La mujer con la que se había casado poseía astucia, liderazgo y amabilidad pero también inteligencia, maldad y odio, por lo que no le quedaría más remedio que mantenerla a su lado por el resto de su reinado.

♤La última guerrera ♤ [En pausa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora