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"El corazón se llena de veneno cuando el humano se enamora del poder y cuando ese poder ocasiona un caos, es mejor no esperar que el cielo haga un milagro."

Castillo de Aren:

El miedo se convierte en veneno letal para el alma del humano que aguarda por una respuesta o por una señal de vida.

Se había negado a visitarla después de aquella noche en la aldea prohibida y más después de haber expuesto sus sentimientos hacia ella frente a las personas.

Todo se le había venido abajo por su insensatez y estupidez pero debía hacer algo para corregirlo o el reino entero entraría en caos si dejaba que todos lo vieran débil por sus sentimientos hacia una simple mujer.

–Si tan solo fueras una simple mujer..-dijo con la mandíbula contraída y la rabia por sus pensamientos corriendo por sus venas.

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Ya se aproximaba la hora para cambiar el vendaje de su herida y colocarle el ungüento que la curandera había traído para ello.

Sin embargo, le sería imposible realizar dicha tarea, ya que la habitación se encontraba vacía cuando entró.

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Debía entrenar para fortalecer sus músculos pero su cuerpo estaba tan débil que apenas conseguía mantenerse en pie.

Aquel dolor solo significaba que quien le curó la herida no quemó la piel para que cicatrizara más deprisa y dejó que los endemoniados ungüentos baratos hicieran un lento efecto de cicatrización.

–¿Es este el final de mi condena o solo juegas conmigo para satisfacerte?..-quizá era el enojo que sentía por la debilidad de su cuerpo el que la hacía imaginar a una especie de deidad frente a ella.

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Una especie de frenesí recorrió cada rincón de su cuerpo en cuanto la criada le dijo que la legendaria había desaparecido.

Llevaba cuatro días postrada en la cama y dos de ellos los había pasado luchando contra el veneno que había entrado a su cuerpo. ¿Cómo demonios podría siquiera moverse?

-La encontramos, señor..-dijo alguien desde el umbral de la puerta de la habitación vacía.
-Gracias..-no creía lo suficiente en el cielo como para rogar por el bienestar de la mujer pero si agradecía, a la fuerza que fuera, el que la hubieran mantenido a salvo.-vamos por ella..-le dijo al hombre con el que compartía el rostro y el sentimiento de alivio por la noticia.

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Parecía que el mundo se sentía asfixiante, que el endemoniado castillo ahora era pequeño e insignificante, que su vida ahora estaba vacía o hueca y todo por culpa del maldito con el que se había casado.

Expuso frente al pueblo sus sentimientos y ahora debía recibir las miradas cargadas de lástima de las mujeres fisgonas que le servían.

–Maldito seas, Midas..-sentía que su mandíbula se iba a quebrar en dos por la fuerza con la que mantenía su boca cerrada.-todo por esa zorra desquiciada..-todo había empeorado por culpa de aquella mujer y se encargaría de hacerla pagar.


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Laena..-esa era la voz del comandante pero no podía abrir los ojos para mirar su rostro.

Lo único que pudo hacerla reaccionar fue el toque de un cálido objeto en la herida de su estómago.

El terror del individuo al recibir el impacto de su cuerpo sobre el suyo no fue duradero pero si sirvió para que dejara en paz su herida.

–Oye..-sus ojos finalmente vieron el rostro de la sombra que la torturaba.
–Hans..-los ojos del hombre solo mostraban preocupación por la palidez de su rostro.
–¿Porqué demonios te has levantado si estás tan débil?..-su cuerpo pesaba, a pesar de estar tan débil y cansada.
–Las personas..-la miró con extrañeza porque no sabía que significaba aquello.-¿están a salvo las personas?..-aquello no solo lo sorprendió, también lo hizo enfureció.
–Lo están..-dijo una voz a unos pasos de distancia de ambos.-ahora debemos curar esa herida..-si ella hubiera mirado en su dirección segundos antes, se habría percatado de que sus palabras le habían dado a los hombres de rostros iguales una especie de señal con respecto a ella.

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Ciudad de Hueso-[Territorio de los comecarne]:

Aquella criatura no era un ser humano común ni mucho menos una mujer como las demás.

La imagen de su mirada, que ya deporsi era intimidante, cambió cuando tomó su espada y luchó contra su especie hasta aniquilar a todos.

–La tierra nos reclama por esa abominación..-sus agudos oídos oían la furia de la tierra y la orden que le enviaba de aniquilar a esa alimaña.

Sin embargo, por primera vez en siglos, ni su especie ni la tierra misma podría deshacer a un ser que quizá el mismo infierno había creado.


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Sus ojos seguían de cerca a la mujer que traía en sus manos el ungüento que la curandera les había dado, ya que temía que lo que tuviera ahí no le fuera ayudar a sanar su herida.

Ninguno de los dos pensaba en el temor que sentía la mujer bajo la mirada de ambos ni mucho menos debajo de los ojos de la legendaria.

–Eso no me ayudará..-dijo ella observando al hombre de pie junto a su cama.-deben quemar la herida..-no era un secreto para él que ella se había quemado la piel más de una vez. A juzgar por todas las cicatrices que vio cuando el doctor la revisó cuatro días antes, podía descifrar que se las había hecho en las batallas pasadas.
–Si quemaramos la piel, igual tenemos que colocarle ungüento para que no haya alguna infección..-su desesperada mano sostuvo la de la mujer cuando está estuvo a punto de aplicarle ungüento sobre la herida.-legendaria..-dijo el hombre antes de hincarse frente a ella para que pudiera mirarlo a los ojos.-debe sanar lo más rápido que pueda para que podamos rescatar a la gente que nos necesita..-su mirada fría y calculadora ahora estaba cansada y llena de rabia pero no parecía ir dirigida hacia él sino hacia algo más que desconocía.

Se alivió cuando vio como soltó la mano de la mujer y le permitió colocar la medicina sobre su herida.

Una extraña sensación lo invadió cuando la conoció y al mirarla de cerca, se percató de que dentro de ella habitaba el espíritu del líder a quien él había deseado seguir toda su vida.

Y sabía que su hermano sentía exactamente lo mismo ya que ambos habían soñado toda su vida con conocer a quién los llevaría atravesar la puerta de la libertad del infierno en la tierra.

♤La última guerrera ♤ [En pausa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora