Te Quiero A Ti

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Toda la noche había dormido con mi teléfono apretado fuertemente en la mano. Sólo por si acaso Connor dejaba un mensaje o llamaba. Sí, yo dejé que se marchara, pero eso no significa que no estuviera preocupada por él. Si sólo pudiera saber que él estaba en casa, en su cama.

Hoy anduve por el pasillo sin las preocupaciones de que alguien me empujara contra la pared. Las burlas se habían detenido. Era como si todos tuvieran algo nuevo en lo que enfocarse. Yo ya no era más el centro de atención. Gracias a Dios.

Me giré para dirigirme hacia mi casillero y mis pies desaceleraron a la vez que mis ojos se posaban en el cuerpo dolorosamente familiar que estaba delante de mi casillero. Mi corazón se aceleró cuando le eché un vistazo. Ahora podía admirar abiertamente su culo dentro de un par de pantalones vaqueros. Una risa apareció en mis labios, pero se desvaneció rápidamente al descubrir lo que estaba haciendo. Connor estaba quitando todas las notas del día anterior que seguían pegadas a mi taquilla. Me había cansado de quitarlas y con mi confrontación con Sawyer ayer me había olvidado completamente de ellas. A pesar de que no podía ver su cara reconocí la postura enfadada mientras destrozaba cada nota y la tiraba al suelo.

¿Acababa de gruñir? Di un paso cauteloso hacia él. La tensión de sus hombros me advirtió de que no hiciera ningún movimiento brusco. Estaba tenso como un arco, listo para ser soltado.

Connor —dije su nombre suavemente antes de llegar y tocar su brazo.

La última de las notas adhesivas trituradas fue a la deriva hacia el suelo desde su mano. No me miró. En lugar de eso, cerró los ojos con fuerza. La marca de su mandíbula sólo intensificaba más sus afilados rasgos perfectos.

Está bien, las notas no me molestan.

Le aseguré, buscando algo que decir. Cualquier cosa para calmar su temperamento.

Él les dejó hacer esto. Voy a matarlo.

Sus palabras estaban tan densamente mezcladas con rabia que empecé a preocuparme por la seguridad de Sawyer, otra vez.

No, ya les dijo que pararan —le aseguré, cerrando el espacio entre nosotros.

Connor finalmente abrió los ojos y giró su cabeza. Sus ojos color avellana tan llenos de emociones estudiaron mi rostro.

¿Cuándo? Porque no hay duda de que no se han detenido.

Deslicé mi mano por su brazo y sujeté mis dedos a su alrededor.

A mi no me molesta. En serio. No me importa.

Connor gruñó y dio un puñetazo contra la puerta de mi casillero.

A mí sí. Nadie se dirige a ti de esta manera. Nadie, Olivia. —Se dio la vuelta y frunció el ceño al pasillo lleno de estudiantes—. ¡NADIE! —gritó.

Su mano se soltó de la mía y la multitud se apartó mientras él se alejaba. Iba a buscar a Sawyer.

En silencio, recé para que lo dejara vivir.

Entonces los curiosos ojos que observaban la retirada de Connor cambiaron de nuevo a mí. No habría más notas en mi taquilla. Connor estaba de vuelta y estaba segura de que acababa de aterrorizar a todo el alumnado. Los pequeños trozos de papel en mis pies eran todo lo que quedaba de mi semana como marginada social. Me incliné para recoger los pedazos. Unas botas desgastadas se detuvieron frente a mí y Jerrod se agachó a mi lado.

Te ayudaré. No creo que la intención de Connor fuera que limpiaras esto.

Le sonreí por encima. Él había visto todo lo que sucedió esta semana desde la barrera, sin decir ni una palabra. Sabía que sólo estaba ayudando ahora porque trataba de encontrar algo de gracia redentora en los ojos de Connor.

Chico MaloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora