Al llegar el amanecer no me cupo duda alguna que esto no era un sueño. En verdad me encontraba en la novela de La Emperatriz Divorciada.
"Debo irme de este lugar."
Luego de pensar y pensar toda la noche llegué a esa resolución. No solo porque corría peligro al estar bajo la vigilancia del Vizconde Lotteshu, sino porque, de no involucrarme en los acontecimientos de la novela, esta no se llevaría acabo de la manera original y eso sería catastrófico de muchas maneras.
Según la novela, Henry detuvo sus planes de invasión contra el Imperio Oriental solo porque se enamoró de Navier. No solo eso, debido a que se casó con ella eliminó cualquier posibilidad de guerra y frenó sus intentos de arrebatarle la magia al imperio. Si Rashta no se convertía en amante de Sovieshu y esperaba a su supuesto primogénito, Navier nunca se divorciaría de él. Esto solo podía significar: Guerra, muerte y sufrimiento. Y siendo Rashta una simple esclava... no tenía nada, absolutamente nada. Sin posesiones, poder o influencias. No hay manera en que pudiera sobrevivir sin nada de eso.
Tampoco es como si yo quisiera vivir, de cualquier forma. Todavía deseaba poder descansar en paz y reunirme con mis seres queridos en el más allá. Podría simplemente tomar mi propia vida ahora y ahorrarme sufrimiento innecesario. Seria lo ideal.
Pero...
"Quiero que Navier y Henry sean felices."
Sé que es tonto. Ni siquiera los conozco; sin embargo, quizás los conozco mejor que nadie. Reí y lloré junto a ellos, los acompañé durante toda la historia, estuve presente en cada trayecto y obstáculo que debieron superar. Sobre todo con Navier. Para mí, ella era como una vieja amiga, alguien con quién terminé por encariñarme y a quién le deseé toda la felicidad posible. Cada vez que Navier sufría quería abrazarla y asegurarle que las cosas saldrían bien al final, quería decirle que muy pronto podría ser ella misma junto a las personas que más amaba y la amaban... Que sería feliz.
La novela de La Emperatriz Divorciada y sus personajes me salvaron en mis momentos más oscuros y solitarios. Me mantuvieron estable hasta que el peso de la realidad terminó por aplastarme. Si de alguna forma el destino no quiso que muriera y me envió a este mundo, entonces usaría esta vida para hacer lo mismo por ellos y asegurar que obtengan el final feliz que merecen... Y después por fin podría descansar en paz.
- ¡Despierta, maldita escoria! - abriendo la puerta del establo con un estrépito, un hombre regordete gritó con voz potente y me jaló del brazo con brusquedad para levantarme del suelo, lastimándome en el proceso. - ¡Ve a limpiar el suelo de la cocina de inmediato!
Sin importarle mis gemidos de dolor fui arrojada a la salida. Tropecé con mis propios pies, apenas logrando aferrarme al marco de la puerta para no caer. Sin esperar que me lo volviera a repetir salí corriendo en dirección a la mansión. Por fortuna, los recuerdos que recibí al llegar a este mundo sirvieron para guiarme sin perderme.
Me la pasé el resto del día cumpliendo con toda clase de tareas. Algunas tan simples como cualquier tarea doméstica y otras tan complicadas como cargar leña. No entendía porque me asignaban ese tipo de tareas, ¿Lo hacían apropósito? ¿Fue por orden de Lotteshu? Mi condición física era deplorable y enfermiza, sin mencionar que, según lo que vi en mis recuerdos, solo tenía una semana de haber dado a luz.
Eso me hizo pensar en el hijo de Rashta, Ian.
Me mordí la uña del dedo gordo. Un mal hábito que hacía cuando me ponía ansiosa.
- "¿Qué debo hacer con respecto al bebé?" - me pregunté.
Sabía que estaría a salvo al cuidado de su padre. Allen podía ser un mal amante y un hombre débil; pero cuando se trataba de su hijo nunca había fallado. Siempre y cuando Rashta, Allen y Lotteshu nunca fuesen a juicio, Ian no sería mandado a la esclavitud... Aunque ahora que lo recordaba... ¿No en la novela se explicaba que Allen nunca lo sacaba de la casa ni dejaba que otras personas lo vieran? Por supuesto, por los rasgos del bebé los criados sabrían que ese bebé lo tuvo con Rashta, la cual era una esclava y por consiguiente su hijo también. Los rumores no tardarían en esparcirse. Ian jamás podría escapar de esa atroz ley. Y en caso de que consiguieran ocultarlo él se convertiría en un secreto familiar y estaría destinado al confinamiento por el resto de su vida.
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¡¿Soy Rashta?!
FanfictionHistoria de Reencarnación/Transmigración. Una joven comete suicidio luego de una serie de sucesos desafortunados; pero de manera inesperada despierta dentro del mundo de su novela favorita, una que le dio consuelo en su día a día, y lejos de reencar...