Evely y yo no esperamos ni un segundo más desde que los Vizcondes Iskua descendieran del carruaje para abalanzarnos sobre ellos. No importó la falta de etiqueta, la pareja no dudo en corresponder a nuestro abrazo de inmediato.
- Hijas mías. - pronunció Gilimt con ternura.
- No saben lo mucho que las extrañamos. - Marsha acarició nuestros rostros con cariño.
- ¡Los extrañe mucho, papás! - sollozó Evely emocionada.
- Madre, padre, estamos muy felices de que por fin estén aquí. - añadí con una enorme sonrisa, al borde de las lágrimas, y es que en serio me hicieron falta.
- Lord Pix, no sabe cuánto le agradecemos por cuidar de las chicas, ¿Cómo ha estado?
El anciano soltó una pequeña risa. - Mientras mis niñas estén bien, yo lo estaré.
"Pix, por favor, ten un poco más de consideración contigo mismo."
- ¿Y qué tal te has portado, Ian? - preguntó a modo de broma el vizconde, tomando al bebé de los brazos del anciano.
Ian balbuceo como si en verdad respondiera, alegrando a sus abuelos.
- ¿Cuánto tiempo se quedarán? - no pude evitar preguntar. Sabía que Sovieshu les envió una invitación para que asistieran al Banquete de Año Nuevo y que les ofreció alojamiento en el palacio por un par de semanas.
- Por desgracia debemos irnos una vez finalice. - contestó nuestro padre.
- ¿No pueden quedarse más tiempo? - Evely los miró con angustia.
- Lo siento, cariño. - nuestra madre posó su mano sobre la cabeza de mi hermanita. - Estamos muy ocupados. La próxima vez puede que nos quedemos más tiempo.
Sus respuestas fueron más que razonables. Eso no evitó que me entristeciera.
Durante este tiempo han estado tratando de volver a sacar adelante el título de la Familia Iskua, que se vio sumergido en la miseria en la búsqueda de sus herederas desaparecidas.
Utilizando el fondo de compensación del Imperio Oriental consiguieron eliminar todas sus deudas, reparar la infraestructura de la mansión y contratar a personal de servicio, pues antes solo contaban con una ama de llaves y un mayordomo. La pareja no se detuvo allí y comenzó a participar en los eventos sociales del Ducado de Bluvohan y del Reino Occidental, volviéndose miembros activos de la sociedad y formando alianzas y conexiones con otras familias nobles. Estos últimos puntos se les facilitó gracias a haberse vuelto famosos por la milagrosa aparición de sus hijas y las posiciones que ambas ocupaban en el Imperio Oriental, siendo la mayor la amante del emperador y la menor una aprendiz de mago bajo la protección de la emperatriz.
¡Y todo en poco más de un mes! Eran asombrosos.
- ¿Necesitan algo? Puedo ayudarlos a conseguirlo. Solo necesitan pedirlo. - les aseguré con firmeza.
Ambos me miraron entre sorprendidos y admirados.
- Ya has hecho lo suficiente por nosotros, Rashta. - mi padre acarició mi cabeza. - No necesitas seguir apoyándonos financieramente.
Desde el momento en que regresaron a Bluvohan estuve comunicándome con ellos por medio de cartas, en las cuales aproveché para mandarles muchas de mis joyas para que pudieran intercambiarlas por dinero. Al principio no quisieron aceptarlas hasta que los convencí alegando que era para restaurar el honor de nuestra familia. Con ese dinero lograron abrir pequeños negocios adicionales al principal.
- No. - me rehusé. - No me detendré si es por el bien de nuestra familia.
No basta decir que se conmovieron hasta las lágrimas. Evely se colgó de mi brazo en respuesta y yo respondí tomando su mano.
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¡¿Soy Rashta?!
FanfictionHistoria de Reencarnación/Transmigración. Una joven comete suicidio luego de una serie de sucesos desafortunados; pero de manera inesperada despierta dentro del mundo de su novela favorita, una que le dio consuelo en su día a día, y lejos de reencar...