Capítulo 17: La Calma Antes De La Tormenta

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Al sentir mi cabeza caer me sobresalté.

Por un segundo entré en pánico al no reconocer donde me encontraba. Eso fue hasta que recordé lo ocurrido durante el Banquete De Año Nuevo.

Miré a Sovieshu acostado en posición fetal, con su cabeza sobre mi regazo e Ian entre sus brazos. En otras circunstancias hubiera sido impensable para mí compartir cama con un hombre durante toda la noche, al menos sin tener que usar el somnífero, ahora estaba más preocupada por él.

Anoche decidí no insistirle en que me revelara lo que había sucedido. Lo poco que pude captar entre sus sollozos sobre "Ser un mal esposo" y "Estar cansado de pelear" me bastó para hacerme una idea.

Soltando un suspiro acaricie sus negros cabellos, sintiendo su suave textura, teniendo cuidado al levantar su cabeza para recostarla en la almohada. Sovieshu se removió un poco ante el movimiento, creí que despertaría; pero en su lugar se acurrucó más contra Ian. No pude evitar sonreír con ternura ante la tierna imagen.

"Siento que estoy cuidando a dos niños".

Me levanté de la cama con suavidad. Estiré mis entumecidos músculos, confirmando que quedarme en vela usando un vestido de fiesta no era la mejor opción del mundo, y soltando un largo bostezo fui al cuarto de baño para lavar mi rostro y quitar todo rastro de maquillaje, enjuagando mi boca para eliminar el mal olor y peiné mis cabellos con los dedos lo mejor posible.

Una vez me pareció que estaba lo suficientemente presentable me encaminé a abrir la puerta para llamar la atención de los guardias que la custodiaban.

- Buenos días, Sir. Su majestad aun duerme, ¿Podría traernos el desayuno? - pedí con voz gentil y mirada inocente. - También infórmele a mis damas de compañía para que nos traigan un cambio de ropa a Ian y a mí.

- Por supuesto, Lady Rashta.

Tras agradecerles regresé a la habitación y con calma recogí la ropa de Sovieshu que estaba regada por el suelo. Cualquiera pensaría mal al ver esto; pero lo cierto era que yo se la quité cuando se quedó dormido para que estuviera más cómodo, dejándolo solo en camisa y pantalón. Una vez terminé de doblar la ropa la dejé sobre uno de los sofás.

Al oír unos toques en la puerta me apresuré a abrir. Ver a la Vizcondesa Verdi junto a Lebetti me alivió. Después de lo ocurrido anoche estaba preocupada por ella.

Haciéndoles una señal para no hacer ruido las hice entrar.

Lebetti empujó el carrito de comida hasta el centro de la habitación y empezó a servir el desayuno en la mesita; mientras la Vizcondesa Verdi me ayudó a quitarme el vestido de fiesta y mis accesorios para vestirme con un vestido sencillo en su lugar.

Les agradecí a ambas en voz baja y ambas se retiraron tan silenciosamente como llegaron.

Otra vez estando a solas descorrí las cortinas de las ventanas y la cama para despertar a los "Bellos Durmientes".

- ¿Mm? - un ronco murmullo emergió de la garganta de Sovieshu al recibir el cambio de iluminación. Parpadeó un par de veces intentando enfocar su vista. - ¿Rashta? - preguntó con duda. Al enderezarse sintió un peso en sus brazos y bajó la mirada. - ¿Ian?

Solté una risita. - Parece que Ian ya se ha acostumbrado por completo a usted.

Una sonrisa se plasmó en el rostro cansado de Sovieshu y se sentó en el borde de la cama con Ian en brazos. Mi pequeño también comenzó a despertar, soltando un bostezo que sonó muy parecido al maullido de un gato. Ambos reímos ante tan adorable escena. Nuestras risas debieron ser lo suficientemente contagiosas para que Ian se despertara de buen humor.

¡¿Soy Rashta?!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora