VII

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POV HONGJOONG

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POV HONGJOONG

La alerta robotica de un virus mortal que revivía a los muertos resonaba por toda la ciudad a cada hora, las calles estaban llenas de autos chocados y manchas de sangre por todos lados; los gruñidos guturales estaban presentes y éstos llegaban más a mis oídos que cualquier otro ruido, simplemente quería deshacerme de ellos colocando las manos en mis oidos, pero era imposible porque seguían ahí.

No quería estar en las calles y menos aún con la misión que teníamos, lo hacía contra de mi voluntad porque no tenía más opción, debía sobrevivir hasta donde pudiera.

Me había unido a una banda de pandilleros que buscaba tratar de vivir en el mundo apocalíptico, me enseñaron a pelear y disparar armas de fuego. Aún asi, todo eso tenía un costo porque mi escuadrón se encargaba de saquear a otros grupos de supervivientes con recursos, todo en basaba en "la ley del más fuerte" como si fuéramos animales.

No deseaba vivir con las voces en mi cabeza culpandome por los asesinatos que llevaba encima, todas noches sentía un peso en pecho a tal punto que no me dejaba respirar. Era difícil abandonar, nuestro líder, al mas mínimo intento de alguien saliendose del plan, no dudaba en darle varios disparos de advertencia. Uno de esos cayó en mi abdomen y tuve que ir al pequeño hospital que había en el refugio.

ㅡSé tus intenciones, cualquiera puede entrar, pero no salir. ㅡCon un tono de voz calmado pero déspota, fueron las únicas palabras que me dijo después de lo sucedido.

Las cosas no podían ponerse peor en un mundo tan podrido como este o eso era lo que pensaba. El jefe del refugio anuncio un nuevo método para la defensa contra los humanos, para evitar otros grupos de supervivientes tan armados como nosotros. El plan consistía en una horda de infectados atados con cuerdas para que no escaparan y los mantendrían en la entrada principal brindadoles carne humana.

Los altos mandos estuvieron de acuerdo con ese método y yo no podía contar los días para escapar, más aún porque estaba en el grupo que buscaba la comida para esos monstruos. No pude evitar pensar en porqué nos castigaba Dios por esto y tiene razón, el ser humano no merecía misericordia.

Pensé que una tarde de febrero sería el día que el ser superior me llevara de este infierno, un infectado me había mordido en uno de los laterales del abdomen y yo estaba con una sonrisa en los labios porque al fin iba a poder dejar a este grupo de malditos. Sin embargo, no fue así, el destino me tenía otra sorpresa.

Otra vez tuve que ver las cegadoras luces blancas en la enfermería del refugio y sentir el horrible dolor de una operación sin anestesia, solo con media botella de ron en mi sistema. Creía firmemente que la infección me convertiría en una bestia en cualquier momento y mataría a los medicos, pero sólo senti el dolor de la mordida y ahora el de las suturas que me estaban haciendo.

Días después estuve con la misma rutina de siempre y con un arma en la mano para salir a las calles, no pasó nada ni sentí una reacción. Incluso llegue a pensar que estaba ya estaba en el infierno y por eso no sentí cambios cuando morí.

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