18. El abuso es horrible.

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Fargan trabajaba horas extras, entremedio de aquellos arduos pensamientos seguía escarbando en lo que había dicho alexby esa tarde.

No tenía tiempo para nada, aún así debía averiguar a que realmente se refería -Fargan, ya me voy, cierras tú.

Dijo uno de los oficiales a cargo, el chico se dispusó a terminar los últimos encargos de su día entre las once de la noche; el reloj marcaba.

Tenía a su lado tal vez entre dos o hasta siete vasos de café vacíos. Bebió un sorbo más al sentir sus párpados caer, una vez terminando de apagar el computador sonó una pequeña notificación en su teléfono.

-¿Alexby?- era aquel chico llamando tarde, se preocupó al entrar en llamada dejando de lado el café inmenso -Hola.

-Faaargan, es muy tarde para estar despierto- su voz sonaba somnolienta, como si no pudiera dormir pero aún así estuviera cansado, fargan río.

-Ya casi me voy a casa, ¿tú que haces despierto?- con la mano restante alistó su bolso, de repente sacó de su bolsillo un par de cigarros con un encendedor en la cajetilla, abrió la puerta del frente.

-No puedo dormir...- fargan rodó los ojos como si fuera una madre que sabía lo que pasaba con su hijo, con sus dientes agarró el cigarro prendiendo el tabaco con el encendedor que mostraba un pequeño dibujo de pájaro en sus alrededores.

-¿Es por tus amigos?- inhaló.

-Algo más pasó respecto a eso- fargan soltó el humo oyendo la voz de alexby romperse poco a poco, pero como si quisiera esconderlo de forma vaga -¿necesitas ayuda con eso?

-Yo puedo, es solo que es muy complicado- cada sorbido del fuego era como un estallido al corazón, pocas veces alexby se atrevía a mostrarse débil.

-Sabes que si es un tema legal debes dejarme manejarlo, no te pido que no trates de ayudar, pero no es tu responsabilidad.

-Hablas como viejo- fargan tosió.

-Quizás es porque te gano por seis años y eres recién un adulto o tal vez es por el hecho de que soy policía- rieron entre pequeñas risas.

-Luzu está enamorado de quackity.

-¡Eso es...

-Y creo que quackity está siendo lastimado- fargan detuvo sus pisadas, el fuego estaba consumiendo el cigarrillo rápidamente.

-Creo que es rubius, él...lo que importa, es que creo que lo está, que está abusando de él sexualmente- fargan se quejó al quemarse, el cigarro había sido consumido y él seguía allí petrificado.

-Alex, sabes que es una acusación fuerte, ¿estas completamente seguro?- alexby tragó en seco.

-Sí- fargan sintió algo en su corazón, que subía através de los músculos de sus piernas y tensaba su espalda, se sentía helado, congelado, como si el tiempo se hubiera detenido, porque rubius no era esa clase de persona.

(...) Pasado.

Fargan había terminado la práctica de fútbol a esas horas, pasaba por las calles cercanas a jardines para pedir algún taxi, su cara estaba agitada.

-¡chico búho!- exclamaron algunos chicos  de más o menos 12 años, eran casi de la estatura de fargan y al igual que él eran menores, niños.

-Por favor- sin terminar la oración una de las chicas acompañadas sujetó la mochila que tenía un pendiente en aquel, era oscura y tenía una imagen donde había una bandera impresa; la trans.

-Ew, ¿entonces eres chica?- fargan negó, pero sin exclamar uno de los jóvenes lo tiró al suelo, la chica con el bolso en la mano abrió el cierre tirando los cuadernos de allí.

-No, esperen, esos los compró mi mamá- quiso estirar su mano a conseguir algunas hojas que salieron volando pero otro de ellos pisó su mano casi fracturando sus dedos.

-No te acerques, fenómeno, podrías pegarnos lo gay- quería morir, no era la primera ni última que sentía ese sentimiento de ira, pero la ira de no poder defenderse como lo harían en las películas, escupireron sus cuadernos como también destrozaron lo poco que encontraba.

Fargan iba a llorar, puesto su madre de bajos recursos compró aquello con mucho cariño -Creo que no te pegó lo gay, pero alguien te habrá pegado la estupidez.

Un chico de años mayor se acercaba junto a uno menor de 10 detrás suyo, el grupo aquel soltó la mochila con una sonrisa sinica.

-¿Por qué te metes, rubius?- exclamó el mayor de complexión grande, como si fuera a intimidar al chico que tan pronto sus ojos mostraron el color morado neón retrocedió -No me jodan, ni crean que me van a tocar.

-Solo vete- dijo una de las niñas -Esperan que todo el mundo les respete solo por atormentar a los más débiles, pero cuando se encuentran con un pez gordo huyen.

-¡eso es mentira! No porque serás alfa eres más fuerte que nosotros.

-Tienes razón, soy más fuerte porque soy más inteligente- un chico detrás de él se acercaba lentamente con una navaja puesta entre sus bolsillos.

-¡Rubius!- el pequeño alexby exclamó antes de cerrar los ojos, fargan pensaba que se había acabado, pero en vez de eso; rubius sujetaba el brazo inmóvil del jóven que había soltado la navaja.

-Les dije que está es mi calle, que son mis reglas y aquí, hacen lo que yo diga- exclamó antes de quebrar el hueso de su brazo, los chicos gritaron y aquel solo chilló del dolor.

-¡Lunatico!- el grupo se fue, rubius los dejó ir agarrando la navaja del suelo, tenía un buen mango.

-¿Estas bien?- dijo rubius con una sonrisa, ese color de pupilas se había dispersado, esos ojos eran los más lindos que fargan había visto, cálidos como una cabaña en el bosque.

-Perdón por asustarte, soy rubius, y él es mi mejor amigo alexby- el menor se escondía entre las piernas largas de rubius.

-Es tímido.

-Uh, yo soy fargan- rubius se arrodilló ante él que seguía sentado en el suelo viendo los cuadernos rotos -...

El chico de rubios tonos notó la insignia clavada en la mochila, con una sonrisa agarró la mano de fargan levantándose -Eres un chico fuerte, no todos sobreviven a tantos abusos de esos matones.

El mencionado casi llora de la emoción, nadie más que su madre le llamaba por sus pronombres, sonrió antes de recibir un par de billetes en la palma de su mano.

-Ten, no le digas a tu madre que te lo di yo, de vez en cuando yo veré si no te molestan más- fargan asintió guardando el dinero con cuidado, sus mejillas se pusieron rosas.

-Gracias.

(...)

Fargan no podía asimilarlo, no podía comprender, porque el lema favorito de aquel alfa que le defendió toda su vida, era que las personas que abusaban de otras eran la mierda más horrible del mundo, él no podía.

Algunas lágrimas cayeron -fargan, sigues ahí?- cubrió su nariz alejando él micrófono de su celular para que no captará los sollozos, se sentía decepcionado.

ᵍʰᵒˢᵗ ᵇᵒʸ. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora