Capítulo 38

151 2 0
                                    

Dos semanas después todo seguía básicamente igual. 

Como novedad, mi amistad con Luis iba cada vez a mejor. Era mi desahogo cada vez que el tema de Ángel acudía a mi cabeza. Por mucho que me hubiera gustado compartir cada cosa con Ed también, sabía que, por lo que me había confesado sobre sus sentimientos hacia mí, hablarle de lo mal que lo estaba pasando por otro chico solo lo haría sentirse peor. 

Aún seguía a la espera de que me comunicaran si había sido aceptada en la beca, y podría hacer las pruebas que requerían para intentar irme fuera del país durante cierto tiempo. Estaba deseando que ocurriera. Sentía que cada vez me ataban menos cosas a aquel pueblo.

Sobre Ángel... me había estado ignorando durante todos los días. Y me refiero a ignorando literalmente. Parecía que ni siquiera existía como alumna. Era un fantasma en su clase para él, aunque yo tampoco hacía mucho esfuerzo por hacerme notar. Había momentos confusos, en los que parecía que una idea le venía a la cabeza. Me miraba, iba a comenzar a hablar pero, de repente callaba y decidía seguir como si nada.

En cuanto a mi agonía con las matemáticas, se había acabado, y todo gracias a Luis, que demostró ser muy eficiente en la asignatura, y me ayudaba en todo lo que podía. Él iba a ser el causante de que aprobara. 

El lunes iba caminando hacia fuera de la clase de matemáticas. A pesar de que siempre intentaba salir de las primeras, ese día me había quedado dormida en última fila, separada de mis amigos, y cuando desperté, casi todos habían salido ya. Así que tan solo me encontraba yo y dos chicas más en la clase. 

Con mi maleta al hombro comencé a dirigirme hacia la puerta, sin levantar mi mirada hacia él, como cada día. Sin embargo, por primera vez en dos semanas, su voz volvió a dirigirse a mí. 

-Señorita Valdés -lo escuché, provocando que me frenara en seco, poco antes de alcanzar la puerta -, ¿puede quedarse un momento? Quiero hablar con usted sobre su último trabajo entregado. 

Tomé un respiro, armándome de valor, y me giré mientras asentía. Por primera vez en lo que había parecido una eternidad, nuestros ojos hicieron contacto, aunque solo fue un momento, porque tan pronto como me percaté desvié mi mirada. 

Las dos chicas que allí dentro se encontraban salieron poco después, y Ángel se levantó entonces, dispuesto a cerrar la puerta del aula. 

-¿Es necesario que la cierre? -pregunté. 

Si solo eran temas meramente académicos, no había ninguna necesidad de cerrarla. 

Se giró, mirándome confundido, como si no entendiera el motivo de por qué no quería que cerrara aquella puerta. 

-¿Te doy miedo acaso, Laura? -su cara mostraba confusión, como si no lograra entenderme del todo. 

-Si le soy sincera, me apetecería irme pronto a mi casa, así que agradecería que me contara sobre lo que quiera hablarme en el menor tiempo posible -comenté, en ningún momento dejando de llamarlo por 'usted'. 

Suspiró, volvió a girarse y cerró la puerta. Luego me miró.

-No quiero hablar sobre temas académicos, Laura. Creo que te debo una explicación cierta sobre todo lo que ha pasado. 

Lo miré con una ceja arqueada, ¿y había esperado hasta ahora para contármela? ¿Dos semanas después? ¿No había sido su explicación que se había dado cuenta de que necesitaba a una mujer como Sonia a su lado?

-No podemos echar mucho tiempo en este aula, ya me estoy arriesgando al tenerte aquí durante tanto tiempo desde que terminó la clase. Necesito que nos veamos fuera, que vengas a mi casa esta tarde si es posible. 

¿Estaba de coña?

-¿Qué necesidad hay de que vaya a tu casa, Ángel? Ya que me estás soltando todo este rollo aquí, comienza ya y cuéntame lo que tienes que contarme. 

-Quiero explicártelo todo con tranquilidad. Que comprendas bien lo que ha ocurrido.

Estaba comenzándose a enfadar, lo podía observar en su ceño fruncido y su mandíbula tensa. Y también en la forma que tenía en ese momento de fulminarme con los ojos. 

-Lo que he comprendido desde hace ya dos semanas es que eres un guarro que decidió tirarse a su compañera de trabajo porque no le bastaba con tirarse a su alumna. ¿Hay algo más que se me escape? -solté, arrepintiéndome de ello al instante. 

Estaba comenzando a actuar de forma irascible, pero la situación no me dejaba pensar con tranquilidad. Y cuando me encontraba ante este tipo de estrés solo tenía dos opciones: actuar así, refugiándome en el sarcasmo, o acabar llorando a moco tendido. Y no quería que él pudiera ver todo el daño que me había causado. No lo merecía. 

Soltó una bocanada de aire, ahora sí enfadado del todo. Se pasó su mano repetidamente por su pelo, despeinándolo. Me miró fijamente, suplicándome con la mirada que lo escuchara. 

-No te voy a obligar a nada, ¿vale? Solo quiero que sepas que las cosas que han ocurrido tienen otras explicaciones. Quiero contártelo bien, y que decidas por ti misma. Creo que tienes el derecho a saber la verdad, y tú también lo crees. No quiero llevarte a mi casa para intentar engatusarte ni nada de lo que te estés pensando. Si quieres venir, puedes, esperaré tu mensaje para recogerte si es necesario. Tan solo vendrás, te contaré lo que tenga que contarte y decidirás si quieres marcharte o no. 

Me mantuve callada y fija en el sitio, preguntándome qué debía hacer. No quería volver a sufrir más, ahora que los peores días ya habían pasado, pero, por otra parte, necesitaba saber qué era lo que tenía que decirme y por qué le exasperaba tanto. 

-Por favor... -murmuró, mientras daba un paso hacia mí, con su mano levantándose, con intención de acariciar mi mejilla. 

Di un paso hacia atrás al instante, como acto reflejo. Él me miró dolido, dándose cuenta de que las cosas parecían haber cambiado y yo ya no sentía lo mismo por él. Aunque sí lo hacía, pero él no debía saberlo. 

-Lo pensaré -dije, andando hacia la puerta, pasando por al lado suya -, pero no te confíes mucho. No te aseguro absolutamente nada. 

Sin ni siquiera observar su reacción o respuesta salí del aula, sintiendo como mi mundo había vuelto a temblar solo por aquella pequeña conversación. Ángel era un puto terremoto de nivel 7 de la escala de Richter en mi vida.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Apr 12, 2023 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Él, mi profesorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora