8:30 a.m.
Sigo caminando por el árido desierto, el sol me golpea con más fuerza, pero todavía no me rindo, tengo que llegar a casa y averiguar como terminé aquí.
He caminado por largas horas, no he visto a nadie, ni he bebido nada. Cada minuto se vuelve más difícil, siento la necesidad de un descanso, de un vaso de agua fresca, y algo de proteína para darme energía.
Me encuentro con más plantas ahora, debo estar saliendo de la zona desertica en la que solo encontraba cactus, quiero buscar algo que sirva de alimento, ahora veo algunos arbustos y podrían tener frutos. Me arriesgo a encontrar plantas venenosas, no sé diferenciar entre plantas buenas o malas.
Dejo los arbustos y mejor sigo mi camino, tengo un buen presentimiento. No conozco para nada este lugar, pero siento que encontraré a alguien.
He caminado varios kilometros y logro llegar a uno de esos llamados oasis del desierto, varias casas de varas y paja forman una pequeña colonia.
Examino alrededor, hay personas cerca que me ven raro. Me acerco con cautela no quiero molestar a nadie.
—Tú no eres de aquí —comenta una señora con vestido blanco y capucha para protegerse del sol.
—Yo soy de Adalas —empiezo a dar mi explicación—. Estoy buscando la manera de regresar.
—El reino Adalas todavía está lejos.
—¿Quién es ella, Maria? —pregunta otra mujer que se acerca a nosotras.
—Ah, ella viene de Adalas, está un poco perdida.
¿Un poco? Estoy muy perdida.
—¿Adalas? Tienes que tomar el tren, para que puedas llegar, no podrás llegar si atraviesas el desierto a pie.
—Muchas gracias por la información. Me alegra saber que hay un tren.
—Puedo acompañarte hasta la estación de tren, yo debo ir por suministros al pueblo —dijo Maria.
—Por supuesto —se me ilumina el rostro.
—Puedes quedarte aquí. Mañana salimos temprano —dijo ella.
—¿Qué? Necesito llegar hoy —aclaro—. Se supone que me tengo que casar esta tarde.
Ahora sí me vieron raro.
—¿Se puede saber que haces tan lejos de tu reino el día en que te vas a casar?
—No lo recuerdo —admito con vergüenza.
Me mira condescendiente.
—Entonces tienes que salir pronto para que puedas tomar el tren que va para Adalas.
Estoy de acuerdo con eso, pero también necesito algo más, hace rato quería preguntar, pero se alargó la conversación.
—¿Puedo conseguir algo de comer y beber? Traigo dinero —aclaro.
El salón estaba lleno de bocadillos, nunca había venido a uno de los eventos privados del reino, donde hay bufete sin límite, estuve probando de todo, la carne estaba exquisita, tenia una textura suave que se deshacía en mi boca y dejaba una jugosa sensación. Los vegetales sabían mejor, como pude pasar toda mi vida sin saber que el brócoli podía llegar a ser tan delicioso.
Los postres eran otro nivel, cada uno que probaba superaba al anterior, me derretía probandolos, esperaba que nadie me estuviera viendo y mofándose de mi exagerada reacción al probarlos.
Todo aquello era una conmemoración para los que prestaban servicio militar para el reino. Mi padre, era un teniente reconocido, me trajo como su invitada, me alegró estar presente cuando lo ascendieron en su cargo. Mi corazón eztaba hinchado de orgullo. No conozco a nadie que se lo merezca más.
—Felicitaciones , padre, esto es por lo que has trabajado duro.
—Gracias, Cami. Tengo que hablar contigo de otra cosa cuando lleguemos a casa.
—¿De qué se trata? —pregunté consternada.
—Es un tema serio, disfruta del resto del evento. Lo hablaremos en casa.
Pasé con ansias el resto de la noche, tratando de adivinar lo que mi padre tenía para decirme. Repasé en mi cabeza las últimas semanas intentando descubrir que hice mal. Sería posible que se había enterado que me escapaba todas las noches con Joe o Katie para seguir mi loca busqueda.
Pero eso no me asustaba, me preocupaba más, que lo serio que tuviera que decir fuera que lo mandaron lejos, ya había vivido eso antes, y no estaba lista para volver a perderlo por tiempo indefinido.
Al llegar a casa, no hablamos del tema, solo le contamos a Renzo, mi hermano mayor, como estuvo la noche. No fue que nuestro padre no haya podido llevarlo, pero él se mentenía trabajando todo el día y llegaba muy noche, no le quedaba tiempo para otras cosas en la vida.
La conversación se dio dos días después, cuando volvía de hacer las compras de víveres para la semana. De inmediato me mandó a llamar.
—Camile, nuestro padre te espera en su despacho.
Me asusté de nuevo, acomodé las compras en la mesa, me sequé el sudor de las manos en el vestido, inhalé profundo y con pasos firmes y decididos avance hasta el despacho.
—Padre —hice una inclinación.
—Camile, que bueno que estés aquí, hay algo importante que debo decirte —dijo él detrás del escritorio, invitandome a pasar.
—Sí, dime.
—El rey me tiene mucho aprecio y me ha reconocido como un guerrero de élite.
—Eso es bueno, me alegro de que el rey viera el valioso guerrero que eres.
—Por eso también se ha acercado para pedirme algo muy valioso para mí. —no me miraba, solo lo contaba como si yo no estuviera frente a él .
—No entiendo. —Sí, mensa siempre.
—El rey te vio y quiere pedirte en matrimonio para uno de sus hijos.
De pronto ya no respiraba, casi me voy para atrás, repito sus palabras en mi cabeza para procesarlas, matrimonio, había dicho, me tenía que casar.
—¿Qué? —dije paralizada, no quería eso para mi vida, yo quería tener el poder de decidir sobre mi destino.
—Es un príncipe, es una buena oportunidad para ti —comunicó mi padre intentando convencerme.
No era lo que yo quería para mi vida, aunque fuera un excelente partido yo estaba en mi derecho de rechazarlo. Es solo que no queria decepcionar a mi padre, no valía la pena atraerle problemas en su reciente ascenso por mi egoísmo.
—Sí, padre —concedí.
***
N/A
Espero que disfruten de la historia, los capítulos serán cortos y espero
que constantes también.
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El día de mi boda
Mystery / ThrillerCamile se va a casar con el príncipe Nikolay, todo está listo para el gran día, pero no contaba con despertar sola en medio del desierto el día de su boda. Sin recordar como llegó allí, busca la manera de salir, solonla acompañan recuerdos de moment...