10. Cárcel

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Joe entra en la casa con prisa y suelta la noticia.

—¿Quién está en la cárcel? —pregunta Katie.

Estoy esperando noticias de Nikolay, por eso pensé que se trataba de él. Me sorprendo cuando Joe responde.

—Es Renzo, él está detenido. Me acabo de enterar.

Pero en que problemas se habrá metido ahora este hermano mío. Prefirió ir a la cárcel antes de acompañarme al altar.

—¿Por qué? ¿Qué hizo? —pregunto exasperada.

—Eh —medita Joe—. No pregunté.

Solo espero que no sea nada grave. Recuerdo que me lo encontré la noche anterior, tengo que ir a verlo para que me diga lo que sabe.

Salgo otra vez, esta vez ya con las estrellas puestas sobre el firmamento. Entro a la comisaría a pedir información de mi hermano.

—Ah sí, él está aquí —Dice el encargado de mal humor.

Se pone de pie y le pregunta a otro colega suyo si puede recibir visitas el detenido.

Lo discuten un rato. Ni siquiera me quisieron decir porque lo arrestaron, pero al no tener intención de irme sin hablar con él, me dejan verlo.

Entro al lugar donde lo veré. Un guardia lo trae después de mí.

Cuando me ve solo puedo apreciar la sorpresa de verme allí.

A él le dejan sentarse al otro lado de la mesa y nos dicen que solo cinco minutos.

—Camile, ¿qué haces aquí? —pregunta furioso.

—Es lo que yo te pregunto a ti —respondo más enojada—. Yo ya no tengo idea de nada, solo vengo por respuestas.

—¿Estás bien? —pregunta.

—No ¿cómo crees...

—¿Te golpeaste la cabeza o algo? —me interrumpe.

Agarro seriedad ante su mirada.

—¿No recuerdas nada? —pregunta

—Ese es precisamente el problema, no tengo recuerdos de qué sucedió entre ayer en la noche y la mañana de hoy.

Bufa con frustración se lleva la mano a la frente. Por su reacción sé que él sabe algo.

—¿Qué es lo último que recuerdas? —Dice Renzo.

Traté de recordar nuevas cosas, pero mis recuerdos llegaban hasta el mismo sitio. Lo último que recordé fue cuando lo vi.

—Salí de mi casa a comprar alcohol, y me encontré contigo.

—¿Qué más recuerdas?

—No lo sé, todo está confuso en mi cabeza, es como una mancha negra.

—Es como si te hubieras dado un golpe en la cabeza o si tu propia consciencia prefirió olvidarlo.

—¿Tú si sabes qué pasó?

—Lamentablemente sí.

—Pues dímelo —Exigí.

Tener un episodio perdido de mi vida es frustrante. Siento que nada de esto está pasando, que todo es parte de un sueño y pronto despertaré y que esta vez todo saldrá tal como lo planeado.

—Si lo olvidaste es mejor así —dice él.

—¿Cómo puede ser mejor no recordar? Necesito saber que paso anoche. Y saber por qué yo amanecí afuera del reino en medio de la nada.

El día de mi bodaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora