3. Estación

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9:05 a.m.

Me ofrecen una especie de fruta disecada que no tiene buena apariencia, espero que de sabor esté bien. También una cantimplora con agua y una tela de capucha para protegerme del sol. Entonces me dispongo a pagar todo.

—No puedes pagar con dinero de Adalas.

—¿Cómo que no?

—Lo siento es que el dinero después es difícil de cambiar.

Es el único tipo de dinero que cargo, me dan ganas de llorar de la mala suerte que tengo .

La mujer que está comerciando conmigo me ve con lástima y me acepta el billete después de todo.

—Gracias por todo.

No fue un manjar exquisito la fruta, pero cumplió con el propósito de quitarme el hambre. Ya con energía renovada puedo volver a salir a encontrar la estación de tren.

Pido indicaciones para estar segura y no perderme. Las personas son amables pero me dicen cosas de miedo.

—Ten cuidado, los malinches aprovechan si ven a una persona sola por aquí. Secuestran y roban a quien sufra la desdicha de aparecerse en su camino —dijo uno de los vecinos del lugar.

Pero lo ignoro, no podría seguir si dejaba que llenaran mi cabeza de miedos.

—Las criaturas devoradores del desierto viven debajo de la arena, no importa cuanto corras o te escondas, te atraparán y te comerán —dice alguien más, y esta vez si logra asustarme.

Lo notan reflejado en mi cara, porque luego reprenden al que dijo eso.

—No asustes a la señorita, que eso es lo que menos necesita. Eso es mentira —dice en mi dirección.

—Es en serio —defiende el que lo dijo antes.

—Ya basta.

—Bueno, ya me voy —digo antes de que sigan contándome todas las leyendas y mitos que sepan, y a saber cual será cierto y cual no.

Me espera una vez más un camino largo, marcho despacio, prefiero administrar bien mi energía, no quiero apresurarme al inicio y a medio camino terminar agotada bajo el fuerte sol que empieza a arder como el mismo infierno.

Aun así a medio camino mis pies empiezan a pesar cada vez más, tengo la sensación que he caminado por días, la cabeza me retumba sin piedad, quiere explotar y dejar su miserable existencia.

Después de mucho tiempo caminando, quejándome, maldiciendo al aire y rezando a todas las deidades que conozco por fin llego a donde está la estación de tren.

La zona desértica se acabó, aquí veo personas y locales, me siento mejor en este ambiente.

Veo una banca en la que puedo sentarme, esperaré aquí la llegada del tren, en frente de mi posición actual hay un reloj que dice que son las once y once antes de mediodía.

Once y once: que mi pesadilla se acabe y estar en mi boda esta tarde.

*Flashback*

Estaba condenada a partir de ahora. Debía decirle adiós a mi soltería, y a la búsqueda de mi caballero misterioso, que apareció solo una vez en la vida.

Fui a hablar con Joe ese día antes de tener que irme a conocer a mi futuro prometido.

—Se cancela la búsqueda de Niko —dije atenta a su expresión.

Pero no le dio importancia, siguió limpiando una de las mesa del puesto donde trabajaba. Solo hasta cuando terminó, se dirigió a responderme .

El día de mi bodaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora