4. Tren

86 12 15
                                    

11:11 a.m.

El tiempo es un martir que controla lo que hacemos y cuando lo haremos, pasa a su antojo, cuando me doy cuenta ya son las doce y sigo varada en la estación.

Me quiero arrnacar el cabello de la impotencia que me consume.

—¿A donde te dirijes? —me pregunta una mujer parada a mi lado.

Volteo a verla para responder que al reino de Adalas, que es donde vivo.

Me muestra el mapa pegado en la pared con los horarios, un tren llegará en tres horas. El último se había ido a las diez cuando yo todavía no había llegado.

Genial, me toca rendirme.

—Casualmente vamos para Adalas nosotros.

—Sí en tres horas —respondo.

—Me refiero a nuestro tren, formo parte del circo Soledad. Está por arrivar a la estación, deberías venir con nosotros.

—¿En serio? —Se me iluminaron los ojos.

—Sí de verdad, no tienes porque dudar, mi nombre es Jossi, estoy en el grupo de trapecistas.

Me pareció de confianza, ¿por qué un trapecista mentiría? Me alegro tanto de que algo me esté saliendo bien.

El tren llega y es muy obvio que se trata de un circo con su decoración rimbombante y sus colores vibrantes, me encanta, este es el tren en el que se trasladan de un lugar a otro. Es gigante, debe tener como diez bagones en total, Jossi me invita a pasar.

El viaje no será en silencio.  Aquí el ambiente es divertido, amistoso y lleno de risas. Todos son amables conmigo y yo lo agradezco, es lo que necesito ahora.

—¿Eres de Adalas? —me pregunta un chico que tiene pinta de payaso.

—Sí, vivo en Adalas, nunca había estado tan lejos del reino.

—Pero si estás a la entrada del reino, ¿cómo que lejos? —dijo, alguien que viaja por el mundo tiene una perspectiva diferente de lo que es cerca. Y eso solo me hizo dudar. Me sentí pequeña en un mundo inmenso.

—Lo sé, es solo que nunca había ido más allá de los límites.

—Nosotros nos hemos permitido conocer mucho gracias al circo, si te quieres unir, están aceptando soliciudes para entrar.

—Gracias —respondo alegre. Que diria Nikolay de tener una esposa payasa.

—Puedes empezar por ir a vernos esta noche en nuestra primera presentación en el reino.

—Esta noche no puedo, me voy a casar.

—¿Hoy?

Todos se alegran y me prestan más atención a mí ahora.

—Sí, espero casarme hoy.

—Felicidades.

—¿Cómo te lo pidió tu prometido? —Empezaron a hacer preguntas.

—Eh bueno, todo empezó con una fiesta que organizó el rey.

—¿Rey? ¿Te vas a casar con un rey?

—No, con un príncipe.

Gritos de emoción.

—¿Y como pasó?

—Pues...

Les empiezo a contar mi historia con Niko.

*Flashback*

El baile continuó, como parte del protócolo me tocó pasar a bailar con Nikolay.

Me guió, un paso a la vez hasta encontrar el ritmo perfecto, agarré confianza y pude levantar el rostro y ya no ver a sus pulidos zapatos negros.

El día de mi bodaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora