12. Fin

92 7 21
                                    

*Flashback*

Pensé que escaparíamos de la ciudad, porque pronto dejé de ver casas, para solo ver desierto y montañas de arena.

Estabamos dejando los territorios del reino. Frenó subitamente, casi me doy contra el tablero.

—¿Qué te pasa? ¿Por qué frenas así? —Reproché.

Llegamos a una estación de trenes, mi hermano se bajó a comprar los boletos de tren. Yo me quedé en el auto, no podía pensar ni siquiera en salir, me sentía horrible.

—¡Bájate! —Demandó.

Estaba muy molesto y yo no podía obedecer, no tenía energía para moverme.

No esperó a que me bajara, y abrió la puerta de mi lado, y me sacó de un brusco jalón. Me quejé, pero no por mucho pues, no me sentía con el derecho de quejarme en estos momento.

Vi la parte delantera del carro, estaba avollada y llena de sangre, ahogue un grito de susto tapandome la boca, solo volteé a ver a todos lados, pensando que alguien podía ver eso, entendí porque teniamos que dejar el carro y continuar en tren.

—Ten este boleto, el tren pasara en unas horas por aquí. Este te llevara lejos.

—Ajá —Agarré el boleto.

Renzo se dio la vuelta y se fue al carro, lo seguí, se metió en él.

—¿Qué vas a hacer? —le grité.

—No podemos seguir juntos, ya alguien debe haber notado que cargamos el carro así. Encontraran a Nikolay y conectaran los puntos, sabran que fuimos nosotros. No llegaremos lejos.

—¿Qué quieres decir con eso? —pregunté preocupada tenía el presentimiento que pretendía abandonarme.

—Yo regresaré, a entregarme para que ya no te busquen. Tú debes irte, por favor vete lejos, olvídate de todo y ten un nuevo comienzo en otro lugar.

—No, no te dejaré hacerlo, yo soy la que debe pagar —empecé a llorar—. Soy yo la que tiene que pagar —repetí con dolor en mi voz—. Déjame que me entregue.

—No vale la pena, fue con mi carro, yo conducía, nos culparan a ambos. Yo me entregaré por los dos. Tú vive y sé feliz por los dos.

—Escapemos juntos —pedí con clemencía.

—No quiero que seamos fugitivos. Asumiré toda la culpa, no debes decirle a nadie lo que pasó realmente, tú solo di que fui yo quien lo mató.

Lo escucho con rencor por no poder hacerle cambiar de opinión.

—Es más, tú creete que fui yo —continuó él— repítete que fui yo quien nunca acepto que lo amabas y lo asesiné, así no te dolerá que nos tengamos que separar. —Arrancó el carro yo estaba aferrada a la ventanilla del píloto como queriendo detenerlo si se iba—. Odíame y sobretodo no me perdones.

Aceleró y se fue sin importarle cuanto le grité y le chillé.

Lo maldije muchas veces, mi corazón ardía.

Lo odiaba por tomar la decisión por los dos, no era justo que solo él fuera a estar encerrado o peor aun que le dieran la pena de muerte, por la condena.

No me quedé donde me dejó, quería alcanzarlo y lo seguí caminando por un rato. No sé que pretendía, estabamos de verdad lejos.

Ya no aguantaba más estaba desperdiciando energía, volvería a la estación para obedecer lo que me pidió mi hermano antes de irse.

Pero antes necesitaba descansar caí rendida en la arena. Mis ojos agradecieron el descanso y se cerraron a dormir.

***

Otra vez estaba viviendo en carne viva la despedida de Renzo, esta vez mientras esperaba en mi asiento a que el avión despegara.

Lo que me había hecho Niko no me dolía tanto como lo que yo le hice a mi hermano. Y de eso nadie hablaría jamás.

Los rumores ya habían corrido. En mi asiento escuchaba como hablaban de lo ocurrido.

—Encontraron al príncipe muerto esta mañana —contaban el chisme.

—Oh no. El príncipe tan bueno que era —hablaban como si lo conocieran. No sabían nada.

—¿Cuál príncipe? —pregunta otra—. Había tantos.

—El menor, el que se iba a casar pero lo mataron antes de que cumpliera su sueño de casarse.

Estaba llena de rabia mientras las escuchaba, yo solo quería encontrar el botón para apagarlas.

—Pero ya arrestaron al asesino, ojalá se le haga justicia al príncipe.

Claro que no. Su asesina está libre, y todo gracias al sacrificio de un inocente. Lo único que puedo hacer por él es cumplir lo que me pidió. Vivir y ser feliz por los dos.

El avión despegó y desde la ventanilla vi una última vez la ciudad en la que crecí, la que me dio muchas cosas y me quitó otras tantas.

Le dije adios desde el aire, y me propuse tener mi nuevo comienzo.

Fin

////

Y este es el final de la historia déjenme saber que les pareció.

¡Muchas gracias por pasar a leer!

El día de mi bodaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora