12:45 p.m.
—¿Y que pasó? ¿Funcionó? —Pregunta el chico más animado del vagón que escucha la historia.
—Me dirijo a casarme con él —digo mostrando mi anillo, señalando que es obvio—. De alguna manera puedo decir que funcionó.
Suspiro recordando cuando sentí que me había librado del compromiso y terminé enamorada.
—Cuéntanos como fue todo.
—Bueno, entonces Niko y yo decidimos hablar con el rey para comunicarle nuestra decisión de tomarnos el tiempo para conocernos. Después de eso...
Un golpe abrupto me interrumpe, el tren frena de pronto, y me doy de cara contra el sillón de enfrente.
—¿Qué fue eso?
Escuchamos el escándalo afuera y salimos, cuando nos damos cuenta, que es porque hay una pandilla de rebeldes, que aprovechan la soledad desértica para asaltar trenes.
Intimidan a la gente para robar sus cosas de valor. Mientras otros afuera lanzan piedras contra el tren, rompen cristales, y hacen abolladuras.
Los integrantes del circo en pos de proteger sus pertenencias se enfrentan a los maleantes. El trabajo en equipo hace la diferencia, cuando los buenos son más a los otros no les queda de otra que salir corriendo. Se fueron asustados e incrédulos no pudieron llevarse nada.
Después de eso pensamos que ya podríamos seguir nuestro camino, pero nos encontramos con que para que se detuviera el tren habían bloqueado las vías, y ahora estamos estancados en medio de la nada, sin posibilidades de salir.
Bajo el fuerte sol, nos ponemos manos a la obra para quitar los obstáculos. Con pala en mano, movemos los escombros, piedras y tierra, entre todos, pronto terminaremos.
—Sigue contándonos tu historia, Camile —sugiere mi compañera de vagón.
Entonces todos apoyan su petición y acepto continuar contando.
*Flashback*
Al principio pensé que no iba a funcionar, porque sus gustos y los míos no tenían nada que ver.
Nuestra primera cita, fue una salida a un museo, parecía que la intención de Niko era aburrirme, yo no sabía que se hacía en un lugar como ese.
Pero él sí disfrutó de las historias que nos contaron a lo largo del reccorrido. Por supuesto notó mi falta de cultivo y se propusó hacerme sentir cada vez más mensa en cada cita.
El restaurante carísimo y elegante al que solo dejaban entrar de etiqueta, y que por poco me dejan afuera, y ya adentro hubiera preferido no entrar para evitar seguir quedando en mal por no conocer nada del menú, o peor del uso excesivo e innesesario de cubiertos, el hipódromo al que solo los conocedores de caballos y apostadores, podrían disfrutar. Y la ópera. Nunca en mi vida pensé que yo iría a ver una ópera.
Pero allí estaba yo, a punto de llorar mientras oía cantar al señor gordo en un idioma extranjero.
—Es emotivo, lo sé —dijo Niko, burlándose de mí, porque sabía que no entendía el idioma.
—Lo sería más si incluyera los subtítulos —logré hacerlo reír.
—¿Quieres que nos vayamos?
—No, aguanta, Esto se pone bueno —respondí.
Las semanas siguientes fueron mejores, me gustó descubrir nuevos lugares, darme cuenta que él no saber algo solo era una oportunidad para aprender de ello. Pero lo que más me había gustado de esos momentos, fue la compañía.
Resolví que me estaba acostumbrando a estar con él. Estaban despertando sentimientos en mí, y podía apostar que lo mismo le pasaba a Nikolay. Todo estaba yendo viento en popa.
Salí con Nikolay una tarde y al atardecer, viendo la puesta de sol en una de las playas del reino, me encontraba metida en sus brazos sintiéndome pequeña y protegida. Con él me sentía así, como si nadie pudiera herirme jamás.
Los barcos llegaban al puerto para descargar mercancía, sonaban sus bocinas cientos de veces para anunciarse. Eso nos había obligado a llevar una conversación en un tono más alto.
—¿Estás feliz? —preguntó Niko. Frotaba su mano por mi brazo para generarme calor.
—Muy feliz —respondí sonriendo. Era una pregunta compleja, pero en ese momento se resumía en esas dos simples palabras.
—Camile —dijo Nikolay deshaciendo nuestra anterior posición—. Ya llevamos varias semanas saliendo y he tenido tiempo para conocer de ti varias facetas.
Una cita a la semana por varias semanas después, ya estábamos listos para descubrir el resultado del experimento.
—Olvida que existe un compromiso entre nosotros —me asusté al escuchar esas palabras—. Y déjame ser yo el que te lo proponga formalmente.
Nikolay dobló una rodilla y la puso al suelo, sacó de uno de sus bolsillos el estuche del que salió un anillo con una piedra brillante.
—Por dios —suspiré, no me había esperado aquello.
—¿Te casarías conmigo? —Preguntó al fin, sonriendo de manera amplia con brillo en sus ojos.
Sostenía el anillo más lindo que jamás hubiera visto, estaba intrigado por conocer mi respuesta y lo estaba castigando sin querer con mi silencio. Pero no había encontrado las palabras aún, mi corazón latía acelerado y temí que me estaba quedando sin aire.
—Sí, sí quiero —Salió mi respuesta en un grito muy agudo de mi garganta.
Él se emocionó, se puso de pie y me levantó, me hizo girar sin esfuerzo por su fuerza y lo liviana que yo era.
Me regresó al suelo para ponerme el anillo.
—Acabas de hacerme el príncipe más feliz —dijo mientras deslizaba el anillo por mi dedo anular, no tenía idea a lo que me acababa de comprometer y ahora yo solita sin poder culpar a nadie más.
Pero en el calor del momento solo pude reventar de felicidad. Sobretodo cuando tomó mi rostro y llevó sus labios a mi boca, basándome con pasión. Me desinhibí para ahondar en nuestro primer beso.
El color naranja del cielo se fue desvaneciendo trayendo la noche sobre nosotros.
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El día de mi boda
Mystery / ThrillerCamile se va a casar con el príncipe Nikolay, todo está listo para el gran día, pero no contaba con despertar sola en medio del desierto el día de su boda. Sin recordar como llegó allí, busca la manera de salir, solonla acompañan recuerdos de moment...