7. Boutique

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15:45 horas

El taxi se atascó en el tráfico, vi que faltaban pocas calles y me bajé para continuar caminando o corriendo en el caso más extremo.

Camino a paso apresurado, cruzo las calles sin voltear a ver a ambos lados, varios minutos después estoy a menos de cien metros de la Boutique, me alegro de estar cerca y recorro lo que me falta de una carrera. Llego agitada y necesitando dosis altas de oxígeno para regular mi respiración. Y calmar mi corazón acelerado.

—Camile, ¿qué horas son estas de llegar? —Me pregunta mi estilista. Es un amigo muy cercano mío—. Debiste estar aquí hace horas.

Me siento como niña regañada, yo hice todo lo que pude para estar antes, no fue porque yo haya querido llegar a estas horas.

—No sabes por todo lo que he pasado —lloré en un llanto que parecía no tener fin—. Creí que no llegaría nunca, estaba perdida, pude haber muerto, no es momento para que me reclames.

—Cálmate, Camile, ¿dónde estabas?

—Yo en el desierto —sequé las lágrimas que habían rodado por mis mejillas.

—Pero, ¿qué fuiste a hacer allá?

—Que yo no quería estar allá, yo no sé como desperte en medio de la nada, ¿Tú sabes algo? —pregunté.

Él me invitó a entrar para poder escucharme.

—No, y lo siento por no haber pensado que estabas en problemas, cuando no llegaste yo pensé que habías decidido después de todo que no te ibas a casar. Me habían dicho que tenías problemas con el príncipe Nikolay.

—No digas eso, que yo sí me quiero casar, nuestros problemas los superaremos.

—Pero ya es tarde, Camile.

—¿Qué? ¿Qué hora es? —volteo a todas partes buscando un reloj de pared.

—Las cuatro.

No puede ser, estaba tan cerca de lograrlo, pero a esta hora iba a dar comienzo todo. La música, el servicio de comida y todo tiene un horario establecido y un retraso requiere que todo se atrase.

De nada sirvió el alivio que sentí al llegar, ya no daba tiempo de hacer nada. Si dejaba plantado a Nikolay él no querría volver a verme. Me iba a quedar sin boda, sin novio, sin nada.

—Bueno, las novias siempre tardan en llegar, no importa tanto —dice mi amigo—. Pero mira como estás. No hay tiempo de arreglar ese desastre.

Siento mi ánimo caer por escuchar eso.

—Lo arreglaremos —dice Lore—. Tienes dos minutos para bañarte. —Señala la puerta del baño donde está la ducha.

Sin rechistar entro y me doy una ducha que tanto he deseado en el día. Saco la arena de mi cabello, y tallo mi cuerpo con jabón. Dejo caer el agua y que se pase llevando todo esto.

Salgo del agua y me meto en la bata de baño que esperaba por mí.

Afuera están mis amigas, Lore llamó refuerzos para este caso.

Katie mi mejor amiga, se sorprende al ver el estado en el que estoy. Ellas no se habían dado cuenta de que yo faltaba, ya estaban listas y arregladas para la boda.

—A ustedes las quería ver —dije acusadora—. ¿Por qué me avandonaron en el desierto?

Ninguna sabía nada.

—Creímos que estabas con tu príncipe —dice Katie—. Ayer tenías ganas de salir a buscarlo y cuando nos dimos cuenta ya no estabas con nosotras en la fiesta.

El día de mi bodaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora