Dos

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La brisa fresca, las hojas crujiendo en cada paso y esos tonos cobrizo en la ciudad, realmente amaba el otoño.

El aroma en el aire del atardecer le traía una felicidad efímera.

Disfrutaba tanto del camino a su departamento, era tan liberador y relajante después de pasar horas trabajando, amaba su labor pero eso no quitaba que al final del día se sintiera tenso y es que tratar con niños no siempre era fácil.

Al llegar a su destino se despojo de su maletín y en su lugar tomó un estuche de poliuretano en cuál resguardaba un violín acustino.

Su cabello perfectamente peinado se volvió una maraña después de revolverlo, se puso una gabardina marrón y cambió sus zapatos de agujetas por unos mocasines.

El parque estaba casi tan solo como siempre, los afortunados serían un par de ancianos que tomaban tiernamente sus manos entrelazadas.

Se paró bajo un árbol que le regalaba una tenue lluvia de hojas y sobre el banco cercano dejó su estuche para así sacar con delicadeza aquel instrumento.

El violín estaba en posición quedando en la misma área del mentón que comenzaba a tener marca nuevamente.

El arco poco a poco tomó el ritmo deseado y el pelinegro parecía querer contribuir al momento de la pareja tocando una de sus canciones favoritos «Hopelessly devoted to you»

Los ancianos sonrieron al escuchar la hermosa pieza y se dejaron sumergir en una burbuja romántica, viéndose dulcemente a los ojos, hasta que el caballero sorprendió a su amada con un tierno beso en la mejilla.

Invitándola a tomar su mano se levantaron del asiento con un poco de dificultad y pegaron sus cuerpos danzando lentamente, riendo por lo bajo al recordar los momentos hermosos que compartieron en la plenitud de su juventud.

Momentos así le hacían pensar a Taehyung que el amor tal vez, solo tal vez podría ser real y duradero.

Continuó tocando sintiendo su alma tan tranquila, habían pasado años desde que dejó de tocar y en momentos se desafinaba levemente, aunque nada que fuera perceptible para los demás.

La pareja finalmente se marchó sin dejar rastro alguno de amargura o soledad en cambio parecía que su esencia romántica permanecía ahí, por alguna extraña razón las sombras de amor lo hacían sentir feliz y pleno.

Taehyung continuó prácticando, amaba tanto la música y quería volver a sentir esa emoción que lo lleno en la mejor época de su vida.

Sin saberlo, esa tarde los ancianos no fueron los únicos que fueron complacidos con la melodia pues no tan lejos de ahí se encontraba un joven escritor que tomó inspiración de la escena que apenas alcanzó a ver sin sus lentes puestos.

Aunque no era necesario ver, podía escucharlo y podía sentir el propósito de esa dulce melodia, quien sea que fuera, Jungkook estaba muy contento con la persona que tocaba.

Su voz completando la tonada con melancolía prestada de sus propias notas y la emoción del músico habían creado una manifestación de las profundas emociones que los acompañaban, el dueto jamás creado en plena pasirmonia.

Ya era usual de Jeon que mirara constantemente la hora en espera de aquellas dulces melodías que en ocasiones se repetían una y otra vez como si tratara de mejorar.

Segundo plano al amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora