Veintitrés

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Yoonji había estado muy ocupada con su trabajo, con sus planeaciones matrimoniales y con su prometido que enserio estaba pensando en dejar su puesto, pero se arrepentiría de eso. Solo necesitaba dos meses en lo que planeaba su boda y sabía que si le pedía ese tiempo a su jefe se lo daría, pero tendría que dejar alguien a cargo y capacitarlo puesto que la última vez, cuando se lastimó el tobillo el lugar era un desastre.

Cuando hablo con Jungkook tuvo una gran idea, podría dejar a su gemelo a cargo. Yoongi era muy eficiente, el jefe no se asombraría mucho por el cambio y solo cambiaría de secretaria Min a secretario Min. Ella tendría tiempo de arreglar los detalles puesto que el tiempo para la boda era corto pues la pareja no quería esperar más, su gemelo tendría un empleo temporal qué lo hiciera sentir menos abatido y su jefe no enloquecería. Era perfecto.

—No.

—Yoongi, el jefe Kim dijo que no hay problema.

—Pero sé que lo habrá, no puedo aprovecharme de esto.

—No estas aprovechándote, el jefe es un poco despistado y te aseguro que tú eres la mejor opción. Se que eres capaz de ser su secretario temporal, él no se va a confundir tanto y yo tendré tiempo para los preparativos sin morir en el intento.

—Noona, no me hagas esto. Yo sé que lo haces por lástima.

—No es así, lo hago para estar menos estresada y si de paso te ayudo un poco... ¿por qué no aceptas lo que tu hermana mayor dice?

Después de varios intentos Yoongi aceptó. Su gemela no podía estar más contenta y de inmediato lo comenzaría a capacitar.

 Su gemela no podía estar más contenta y de inmediato lo comenzaría a capacitar

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Jungkook estaba tirado en el suelo sin saber qué hacer con su vida.

Así era cada vez que terminaba un libro. Siempre conseguía algo que hacer, entrenaba en el Gym de manera regular, a veces se iba a dibujar al parque, pero eso solo lo hacía en la tarde cuando el sol comenzaba ocultarse y no había demasiada gente en ciertas zonas. Otras ocasiones servía de niñero para Yeonjun sin embargo desde que inicio el maternal y el preescolar ya no era una opción total. Quizá volvería a trabajar en alguna tienda de conveniencia a medio tiempo.

—¿Será buena idea aprender a tocar la batería? — lo pensó un poco y después negó varias veces. —Imposible, los vecinos se molestarían por el ruido. La última vez casi me denuncian por cantar a la mitad de la noche, pero tenía insomnio.

Tapó su rostro con las manos, se molestó solo de recordarlo.

—Ahorita cantaría mejor— refunfuño. —Cierto, música. Mi novio. Su violín. — de inmediato se levantó y se puso sus enormes botas hasta que recordó qué estaba en pijama y primero debía de cambiar su ropa para salir.

Ya listo salió a la calle en su auto y entro a la primera tienda de instrumentos. Pero no tenía la menor idea de instrumentos y no podía confiar en los vendedores estaba seguro que le darían lo más caro, pero no lo necesario.

Segundo plano al amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora