Capítulo 1

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Draco Malfoy

Hermione permaneció fuertemente abrazada al cuerpo de su novio durante los últimos minutos antes de que el expreso de Hogwarts anunciara la última llamada. No quería estropear el abrigo de Ron con sus incontrolables lágrimas, pero a él no le importaba en lo absoluto porque la mantenía muy cerca y de una manera sumamente protectora.

—Escribe cada que puedas y de donde sea que estés, ¿queda claro? —recordó Hermione en forma de dulce amenaza.

—Te escribiré todos los días y visitaré cada que pueda —le aseguró Ron, acariciando su espalda—, técnicamente ya soy un Auror y puedo hacerlo.

—Eres un tramposo, Ronald Weasley —exclamó en tono de broma—. Voy a echar de menos tu molesta cara y a tus incompetentes habilidades académicas.

—Espero que Ginny me remplace un poco —sugirió Ron, mirando a su hermana hacer una mueca de disgusto y voltear el rostro aún sobre el pecho de Harry—. Pero ella no se parece a mí en nada más que en el cabello.

Una risa salió de ambas parejas, y fue más que suficiente para que sus actitudes tomaran un repentino ánimo y provocaran que la despedida fuera menos difícil de lo previsto.

Hermione tomó asiento a lado de la ventana, como siempre solía hacer y agitó su mano cuando el tren empezó a caminar hasta que perdió de vista a Ron y Harry. Ginny Weasley estaba sentada frente a ella, pero aun así se sentía extraña de estar en el vagón de costumbre, sin escuchar las risas y planes de sus mejores amigos.

La primera hora del trayecto se mantuvieron en silencio, se limitó a mirar por la ventana y permitir que un sentimiento de nostalgia la embargara. Agradeció infinitamente que Ginny no cuestionara su comportamiento deprimente porque no pensaba explicárselo a nadie.

Ginny era una gran amiga, poseía la habilidad de percatarse cuando una persona no desea ser molestada, respetaba el espacio y el tiempo que necesitaran, y Hermione se sentía mal por excluirla a veces.

Sin embargo, su mente siguió divagando en los recuerdos de la primera vez que conoció a Harry y Ron. No quiso que Ron la detestara por aquella intromisión, pero tampoco pudo contener su anhelo de exponer sus recientes habilidades con los hechizos básicos. Su intención siempre había sido la mejor.

Sentía un abatimiento por estar sola en ese vagón, por aceptar que nunca más acudiría a Hogwarts con ellos, que ya no había necesidad de usar la capa de invisibilidad, ni de sentir la adrenalina por actuar en contra de las reglas al crear una poción multijugos porque ahora ya eran mayores de edad, tenían todo lo anterior y mucho más permitido.

Solo estaba aliviada de no poner su vida en riesgo, estaba segura de que ese valor no lo volvería a requerir porque la guerra había terminado y aprobaría su último año en Hogwarts de forma tranquila, un año dedicado por entero a todas las asignaturas que quisiera llevar.

Tanta miseria la hizo sumirse en un profundo sueño, sus pesados parpados se cerraron un instante y en un respiro Ginny le tocaba el hombro avisándole que estaban a punto de llegar.

La castaña se repuso de inmediato, acomodó su cabello, alisó su ropa y examinó las reconstruidas e iluminadas torres de Hogwarts que sobresalían de las sombras de los altos árboles y se sintió feliz por primera vez en el todo el viaje de volver a casa.

Cuando el expreso dejó de moverse, esperaron unos minutos para que la mayoría de los estudiantes bajaran, no tardó mucho para que dejaran de escuchar pasos por montón y decidir que era momento de salir.

Hermione iba al frente del estrecho pasillo, pasando por los sombríos y vacíos vagones hasta llegar a la última puerta divisora, ella tomó el picaporte de la puerta, pero alguien la deslizó por ella.

Del otro lado un esbelto cuerpo arropado por finas prendas color negro retrocedió un paso, un par de desconcertados ojos grises la miraban mientras su semblante se tornó rígido y decadente. La primera pregunta que asaltó la mente de Hermione fue ¿Por qué Draco Malfoy estaba en el tren?

Recordó a Harry mencionar que a los Malfoy les habían concedido el indulto por traicionar en el último momento a Voldemort, situación a la que no puso verdadero interés y además de que después de seis meses se les había perdido la pista.

Pero en ese momento, ahí estaba, Malfoy estaba frente a ellas con una expresión que todavía la sorprendió más. ¿Por qué parecía mirarlas (o mirarla) entre el recelo y la vergüenza? Parecía haber perdido su altanera y orgullosa expresión. Su frente estaba menos fruncida y no las barrió de arriba a abajo con desprecio.

Para culminar con el comportamiento extremadamente inusual de Malfoy, él desvió la mirada hacia el suelo y retrocedió más, haciendo ademán de permitirles descender primero. Hermione estudió con cautela cada uno de sus movimientos, pero al final bajó del tren, observando como Ginny pasaba frente a él sin mirarle.

Malfoy recuperó su auténtica postura hasta que la menor de los Weasley tocó tierra firme. Al instante volvió a conectarse con los ojos de Hermione, poseía una inhabitual calma que provocó que ella lo mirara incrédula, pero resolvió averiguar cuánto había cambiado.

—Malfoy.

—Granger.

Desestabilidad [Dramione]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora