22. Tenlo por mí.

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Rubius estaba furioso, con Luzu, con quackity, con sus amigos, con la vida, pero no le importaba del todo a ese punto, ya había llegado lo bastante lejos para mirar hacía atrás.

-Señor García, creo que debería entrar a la sala- mencionó una enfermera con una expresión griseasa, el chico asintió levantando sus piernas de la silla abriendo la manilla de la puerta, allí estaba el omega abrazando su estómago con fuerza mientras su cara se llenaba de lágrimas.

-Quacks- susurró en un pequeño jadeo, sus labios sonrieron al ver como quackity lo abrazaba tan solo a unos pasos de entrar -Tengo miedo.

-¿qué tienes?- preguntó el alfa acariciando los cabellos de su nuca que empezaban a caer hasta su cuello -...estoy embarazado.

Susurró soltando más llantos sobre su pecho, mojandolo de agua rubius no podía creerlo, era estúpido e irónico porque se había corrido múltiples veces dentro de él sin pensar el hecho de que pudiera terminar de esta forma.

No quería cuidar o mantener a un niño, ni siquiera él se soportaba cuando era más joven, seguramente odiaría la paternidad y terminaría en la cárcel por educar a su cría, no amaba a quackity lo suficiente como para crear una familia con él, siendo que el menor tenía 19 recién cumplidos y él 27 que pronto cumpliría años.

Quackity aún era muy joven para tener un hijo suyo, pero qué cara pondría Luzu sí se casaba con el omega y se enterara que su interior estaba lleno de su semilla? Quisiera ver su cara de tristeza, ira o rencor.

-Sabes que tienes que hacer- susurraba rubius, sus piernas tensaron hasta caer arrodillado ante el chico viéndolo desde abajo, sus manos tomaban las suyas con una sonrisa predecible -...tengo que abortar.

-Eso es tu decisión- respondió, sorprendiendo al menor que estaba limpiando sus lágrimas.

Quackity estaba allí, como en un lugar oscuro sin ningún foco de luz, estaba viendo su vida cambiar, como cada pedazo le mostraba un rompecabezas, estaba allí viendo un cuadro viejo con una cortina translúcida; allí se mostraba él sujetando a un pequeño niño junto a otro hombre medianamente alto, pero no alcanzaba a ver.

Rubius lo hacía sentir confundido, pero lo necesitaba, necesitaba de él para siempre, necesitaba casarse con él, lo necesitaba más que a nadie en el mundo -Creo que soy muy jóven, lo quiero abortar...

Rubius alzó una de sus cejas, levantándose del suelo, le dio la espalda a quackity -Ah sí, se me olvidó que tú amas a Luzu.

-¿qué?- algunos sollozos cayeron tras su nariz, estaba mojando el suelo que estaba muy bien pulido -¿No tuvieron sexo hoy cuando se separaron del grupo?

-¡no- el alfa tiró del cabello de quackity hacía atrás torciendo su cuello tan fuerte que sus vértebras cervicales sonarón, se quejó en un chillido mientras rubius le obligaba a verlo a aquellos ojos morados neón.

-¿qué tal fue? ¿Te folló duro? ¿Te gustó como alguien más te cogía? ¿Quizás él te embarazó desde antes?- el menor negaba con la cabeza repetidas veces sintiendo un ardor desde su mandíbula.

-Es tu hijo, lo es, no he dejado que nadie más me toque- sus lágrimas se sentían agrias, como si fueran ácido entre sus pupilas, quizás eran tantas que le dolían los ojos que rojos estaban -¿y abortaras lo único que tenemos?

-Eh- su agarre se volvía mucho más fuerte, su cabeza parecía querer quebrar, no podía tragar saliva -quiero tenerlo, dejame tener a tu hijo, yo lo mantendré.

Susurró casi sin aire, rubius suavizó sus manos dejando que su cabeza torcíera hacía delante, pudo haber visto una luz blanca por un segundo -Muy bien, mi niño, pronto tendrás a mi hijo.

Quería agarrar una pistola y dispararse en la cabeza, tal vez cortar sus venas o su garganta, abrir sus piernas, abrir su estómago y mutilar su cuerpo, se sentía enfermo, se sentía perdido, no lo quería, pero tampoco deseaba asesinar a su bebé, si no hubiera sido estúpido, si no hubiera deseado estar con Luzu, tal vez rubius no le hubiera obligado a tomar una decisión.

(...)

Luzu se sentía raro, como si un camión pisaba su corazón vivo, como si se hubiera cortado una extremidad y lo había olvidado, sentía que faltaba algo, que le habían quitado algo de sí.

Al menos dormía tranquilo sabiendo que en parte quackity abrió su boca esperando un beso de su parte, quería creer que lo amaba tanto como él. Tenía que deshacerse de rubius tan rápido como si el tiempo contara.

De alguna u otra forma pensaba en el omega a cada hora, cada segundo y a cada minuto, en las flores, en el cielo, en su almohada, tal vez podía fantasear con él por momentos, imaginando cómo sería él despertandolo cada mañana.

Sus maletas bajaban tras las escaleras, fuera del jardín estaba el auto de alexby estacionado con aquel chico sujetando su teléfono celular, detrás de la puerta estaba aquella "madre" apretando la piel de sus manos con presión.

-Luzu- jadeó lanzándose a abrazar al menor quien se limitó a responder sin embargo dejó que realizará la acción -Perdoname, hijo.

Susurró dejando un pequeño beso en su frente, ni siquiera le importó lo suficiente. Lucía le abrazó poniendo su cabeza en su pecho, y esta vez, el chico correspondió -Puedes venir cuando quieras.

Dijo la chica entre pequeños sollozos que mancharon su cuello, el castaño acarició su espalda dejando un último apretón luego de soltarse. Alexby se veía preocupado, por Luzu, por quackity, por todos, se sentía tan ansioso como la primera vez que habló en público.

Subió las pocas maletas al auto sintiendo la tensión recorrer el cuerpo del alfa, apretó sus manos tras prender el motor y guiarse hasta su departamento, se sentía agotado, casi fatigado, no había comido por todo lo que había pasado, la universidad lo ponía mal agregando que quackity lo llenaba de dudas.

Lo veía más pálido, y era de confirmar que él naturalmente era moreno, no sabía que hacer, que decir o cómo hacerlo, tenía que idear un plan junto a fargan que se pondría en contacto una vez acabar el caso con el que trabajaba.

Sus dedos torcían, veía el lugar como un estadio maniático, como un salón de mentiras, de un drama latinoamericano, todo lo que le estaba pasando no podía ser verdad.

"fargan, ayúdame."

ᵍʰᵒˢᵗ ᵇᵒʸ. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora