25. El mar ayuda.

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Fargan no podía recordar bien lo que había pasado aquella noche, sí, había licor en sus labios, sobre su pecho, y tal vez el suelo, pero en general no podía tener un recuerdo nítido de lo que sucedió, a su lado estaba el menor sujetándose de una almohada grande abrazada a él como si fuera una persona.

Hacía frío, el podía sentir su espalda congelada por haber dejado la ventana abierta, entre cerraba los ojos tratando de acostumbrarse a la luz solar que traslucía la cortina de ceda.

-Alex- susurraba, se sentía acelerado, podía ver el cuerpo desnudo del chico ante él quien se aferraba al algodón que era la almohada. Se sentía culpable, sucio, pervertido, no tenía control de sí mismo y tal vez alexby tampoco.

-Dejame dormir- no podía ver más que su cuerpo delgado ser expuesto, se sentía expuesto, sentía que todo había tornado a una escala muy rápida, sus dedos entrelazaron sus cabellos café que estaban excesivamente despeinados.

"mierda, mierda, mierda" repetía en su cabeza alcanzando el paquete de condones rotos a un lado de sus pies, ¿cómo pudo acostarse con un chico que prácticamente tiene 18 mientras él era mayor por seis años? En su mente era inaudito.

Por mucho que ya hubiera pasado la edad del consentimiento se sentía mal, se sentía horrible, sentía que algo hizo -Me tengo que ir.

Dijo subiéndose los pantalones cruzando su cinturón por su cintura, le dio un pequeño beso en la mejilla fría de alexby y aprovechó de cubrir su cuerpo con las sábanas. El tiempo corría, su reloj también, se vistió y lavó el rostro paseando por la casa.

Quiso abrir la manilla cuando una especie de ruido lo desiquilibró, torció la cabeza viendo a luzu despeinado con una camiseta con el estampado de lovejoy incrustado, se veía con ojeras negras bajo sus ojos -Hey.

-¿¡ah, qué haces aquí?!- luzu lanzó una almohada directa a su rostro que efectivamente chocó en él -Aquí vivo yo también, tonto.

-Escuche su escenita toda la noche, Dios, ni una pizca de respeto- exclamó -Ay, perdón.

Tenía el rostro rojo, limpio la pequeña gota de sudor que cayó por la piel de su frente -Está bien, aunque no dormí casi nada.

-Te lo puedo pagar consiguiendote una cita con Quackity- el alfa se estremeció cayendo de espaldas -¡Y por qué con Quackity!

-Tomaré eso como un no- antes de responder en contra o agregando sus palabras fueron detenidas, fargan había salido del lugar a una velocidad inhumana, la puerta cerró.

Era verdad que no había sabido de Quackity durante un mes y medio, y no podía negar lo mucho que le hacía falta por ello en su teléfono abrió el chat del menor que no tenía ningún mensaje presente.

Quackity había dejado de usar su teléfono por lo que tenía entendido, aun así no costaba nada intentarlo, sentía su deseo a fresas «¿Tienes tiempo para salir conmigo hoy a la playa?»

Dejó reposar el chat aproximadamente 5 minutos, aunque la ansiedad le carcomía el alma hasta finalmente sonó aquella campana «Está bien» respondió, casi salta de la felicidad en aquel segundo.

-ALEX, CUANDO LEVANTES TU DESTROZADO CULO DE LA CAMA NO VOY A ESTAR- gritó desde su habitación, sacaba prendas y ropas de su maleta colgada a un lado de la pieza.

-MHHRM- fue lo que escuchó como un balbuceo.

(...)

El sol brillaba, hacía muchísima calor a ese punto, las mujeres, niños, hombres, niñas, bebés abundaban la playa aunque no tenía ni siquiera una pizca de ganas de meter un centímetro de cuerpo al agua, lo único que esperaba era a la persona citada.

ᵍʰᵒˢᵗ ᵇᵒʸ. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora