27. hablar no va a ayudar.

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Rubius estaba más que ansioso, hace un día que no sabía nada de quackity y viceversa, mordía sus uñas al tratar de contactarlo mientras su teléfono estaba apagado, golpeaba su cabeza a menudo sin cesar, como si le hubieran quitado las ajuga que tanto quería en el mundo, que lo mantenían vivo.

Dependía de la atención del menor, de su piel o de lo mucho que le gustaba que mostrará su abdomen hinchado por su hijo, de su lengua, tenía entre sus pantalones sus manos masturbándose cada vez que pensaba en quackity.

Gemía poco a poco sintiendo lo fría que podría estar la sangre del menor, o como sería correrse en su boca libremente, sus manos aumentaban de velocidad cada vez que veía los videos, fotos, pruebas de que quackity le había entregado todo de sí.

Cada quejido de dolor lo manifestaba, lo excitaba, sus llantos de bebé o como suplicaba por parar -Mierda- su mano había manchado la cama al haber terminado de una vez.

-Te necesito- mandaba audios varias veces en el chat del omega por mucho que ni siquiera los viera, se sentó en la cama limpiando las sábanas.

Lamió su propio sudor, abrió una vez más su teléfono llamando a vegetta; el tono marcaba hasta finalmente ser contestado -Rubius!

-Hola mi niño, ¿hiciste lo que te pedí?- vegetta estaba dudoso, estaba jadeando cerca del micrófono como si fuera a hiperventilar.

-Sí, le dije- respondió con las manos temblorosas -Pero no creo que haya estado bien.

-Oh, eso lo decido yo, por cierto, estoy demasiado caliente, ¿podrías venir rápido?- no quería, no lo quería, se arrepentía, quería lavar su boca con jabón, quería enjuagarse el cerebro, quería dejarlo.

-Iré pero no...

-¡te espero!- exclamó el mayor colgando la llamada, vegetta cayó de rodillas al suelo suplicando para que tuviera la suficiente fuerza de intentarlo.

Agarró el primer suéter que vio y salió de su casa con una expresión de muerto viviente, tener que depender de rubius le hacía hacer cosas horribles, eso lo tenía asegurado.

(...)

-Rubius, estoy aquí- susurró con la voz quebradiza, se aferraba al pequeño bolso que traía pegado en su hombro cruzando su cintura -Cariño, te extrañe tanto.

-Rubius, tengo que...- su lengua cruzó con la suya de forma asquerosa, se sentía húmedo en su boca y lo detestaba, las manos del alfa aferraban al trasero de vegetta manoseando su pecho regordete.

-Rubius..!- calló con besos, de todas formas casi se desmaya contra la cama que rechinó, no obstante no había mucho que hacer para cuando el alfa estaba encima de él obstruyendolo con las muñecas -Viniste aquí para recibir tu premio, ¿no?

-Espera, hablemos por favor- mordió su cuello sacando sangre de la mordedura, la piel de vegetta dolió tanto que soltó un quejido, las manos de rubius manoseaban su cuerpo guiandolas hasta su piel desnuda.

Se sentía con miedo, frío, confundido, sentía que todo se iba abajo, ni siquiera se quejó, dejó que aquel chico que pensaba amar viera su cuerpo una vez más, que tocará lugares expuestos por muy doloroso que se sintiera, por mucho que quisiera llorar.

Enterró sus uñas en las sábanas rasgando la tela con cada embestida donde rubius era el único que gemía, tenía que fingir disfrutarlo, no medía el tiempo cuando todo sucedía, simplemente sintió como acababa al rededor de una hora cuando se sentían como años.

Quedó en la cama postrado sintiendo el sudor del alfa correr por su piel salpicada, su lengua ardía -Vegetta, no actues como si no te gustara, bien sabes que me usas para complacer tu culo.

-¡no es así!- dijo con la cabeza sumergida en la almohada, estaba sollozando con la piel temblando -...si te dolía debías decírmelo.

No pudo responder, el abrazo de rubius le hizo feliz, hizo sonreír a su corazón, sentir los latidos de rubius lo hacía sentir amado -¡quiero hablar contigo...!

Exclamó sentándose en la cama negando el tacto, rubius alzó una ceja sacando un cigarrillo de su bolsillo -dímelo.

-no puedo seguir haciendo esto, rubius, si no terminas con quackity yo no pienso hacer nada por ti- el rubio dejó de intentar encender su cigarro un segundo, estaba estresado, tanto que mordió la punta en presión.

-¿de qué hablas?- levantó la mirada, aquellos color morado en sus pupilas.

-Yo no quiero usarte para algo sexual, quiero ser tu novio, por Dios, ¿no te haz dado cuenta que te amo? Y que luego me cojas para después ir a besar a quackity en mi cara es una mierda.

-¿sabes qué es una mierda, vegetta? Que después de todo hayas aceptado manipular a quackity por mí, que después de todo, hayas tenido sexo conmigo siendo que quackity quería ser tu amigo, ¿alguna vez pensaste en él? No, porque lo odias- le dolía la cabeza, no quería, de verdad no quería volver atrás, no deseaba recordarlo.

-No me vas a convencer otra vez, que yo haya sido una mierda no justifica que tú me hayas orillado a hacerlo, y esto terminó, voy a decirle a quackity- levantó su cuerpo alcanzando su ropa, se la había puesto en el trayecto.

-¡ni lo pienses!- rubius sujetó su brazo con fuerza, presionó en el obstruyendo su paso -¡Me estas lastimando, rubius!

-¿qué crees que te van a decir cuando sepan que hiciste que quackity se quedará conmigo siendo que me estoy acostando contigo?- vegetta quejó del dolor sin antes azotarse contra el mueble.

-¡Eres una puta, vegetta, eres un miserable perro que hizo de todo para conquistarme y ahora estas metido en un lío en el que yo no te voy a sacar, yo no te amo!- esas palabras, el dolor en su espalda eran suficientes para hacer que su cerebro mareara, se sentía enfermo.

-Ah, y ni se te ocurra llamar a quackity porque yo mismo voy a romperte la cara- prendió el cigarrillo quemando parte del rostro del beta con las cenizas -Y vete de mi casa.

Fue lo único que escuchó antes de lanzar sus cosas tras la puerta, el portón sonó haciendo que algunos vecinos vieran al chico arrodillado en el pasillo con la cara hecha pedazos, en el sentido que estaba llorando más que nunca.

Solo quería retroceder el tiempo, quería dejar de amar a rubius, quería borrar las palabras de su boca, quería matarse en realidad, tenía las ganas de quedarse en la ducha por horas, se sentía sucio.

ᵍʰᵒˢᵗ ᵇᵒʸ. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora