Capítulo7: A cuatro días

1.6K 73 49
                                    

En la actualidad.


—La verdad, me gustaba mucho ser un misionero, fue una de las mejores experiencias que he tenido en mi vida.

—¿Pero...? —le insistí para que siga abriéndose conmigo— No hay pero... bueno, sólo uno. Me gustaba mucho conocer personas, quería poder pasar más tiempo con ellas, pero mi horario no me lo permitía, —me miró, y yo sentí el rubor subir a mi cara, ¡Dios! Nunca me acostumbraré a esto— hubiera querido quedarme conversando contigo... con ustedes... —se corrigió inmediatamente cuando notó que no estaba sólo conversando conmigo— ...por largas horas, pero como saben tenía que estar en casa a las 9.

—Pero siendo misionero tampoco es que podíamos hablar tanto tiempo, porque tenías que salir a predicar, ¿o no?

—Sí, pero tú también salías conmigo, sólo que no el tiempo suficiente.

Me gustaba esto, conversar con él así, sin limitaciones ni reglas que no nos permita hablar de cosas que no sean respecto a la iglesia y a su trabajo como misionero, aunque todo esto era un nuevo territorio para mí.

Recibir esa llamada diciéndome que iba a venir, y más aun preguntándome si podía dormir en mi casa, fue una de las mejores cosas que me pasó en todo el año... hasta que pudimos vernos en el templo, y él me confesó que se había enamorado de mí cuando era un misionero, pero que ya estaba superado, esa parte fue un balde de agua fría, pero al menos supe que no me había enamorado sola.

Hace dos días todos los jóvenes se habían marchado de regreso a los Estados Unidos, él decidió quedarse hasta el lunes, lo máximo que se le permitían a un turista permanecer en este país. Eso nos tomó por sorpresa a todos... más a mi hermano, quien ya quería recuperar su cama.

—¿Nos vamos? —Me preguntó sacándome a la fuerza de mis pensamientos.

—Sí, por supuesto.

Habíamos pasado un buen número de horas en la casa de la familia de Anahí, me di cuenta de que él se sentía muy bien allí, y eso me daba un poco de celos porque era algo que yo no le podía ofrecer, una familia numerosa... tal y como es la suya.

Se despidió nuevamente de todos, yo sólo les hice de la mano, estoy demasiado familiarizada con ellos como para hacer tratos formales.

—¿Qué tal fue el día para ti? —preguntó una vez que salimos.

—Muy bien. Bastante trabajo.

—Qué bueno. —Parecía bastante honesto mostrando interés, con otra persona hubiera pensado que sólo trataba de llenar el silencio incómodo mientras caminábamos, pero él no— ¿Y es difícil lo que tienen que hacer?

—La verdad, podría ser, pero ya tengo más de un año ahí entonces ya me conozco la temática de casi todo.

Mientras caminábamos me di cuenta que algunas personas en el vecindario nos miraban, era pasada la media noche, y yo sabía exactamente lo que ellos estaban pensando... que él había venido a buscarme, o que al menos teníamos algo.

—Ah, y su viaje a Uruguay... ¿qué tal les fue?

—Fue excelente, después de conocer Argentina y ahora Uruguay, es... no sé... otras personas, otras culturas, otras formas de vivir la vida... fue refrescante —le dije ya con un poco más de confianza.

—Sí, sé lo que se siente.

—Sí, lo pagué yo misma, así que tenía que ser a un lugar que realmente deseara conocer. Pasamos por muchas cosas, teníamos miedo que él dinero no alcanzara para regresar después. Pero no fue tanto como pensaba. Todo fue de lo mejor.

A Mormon Love StoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora