La Boda

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El gran día había llegado, y como era de esperarse todos los empleados andaban de un lado para el otro. La fiesta se llevaría a cabo en la hacienda de los Elizondo, doña Gabriela había pedido que así fuera ya que Sarita era la última de sus hijas que se casaba, los Reyes aceptaron con la intención de hacer las pases con su suegra; aunque también Gabriela pidió a sus hijas si es que podían quedarse la noche anterior en la hacienda, ya que a partir del siguiente día no volverían vivir con su madre, ante los cambios de actitud de su madre las Elizondo aceptaron.

Hacienda Trueba

Los Reyes se levantaron a penas amaneció, Juan quería dejar todo en orden en la hacienda ya que no iban a estar en todo el día, Oscar averiguo si todos los invitados estaban enterados de los últimos cambios que habían hecho su hermano y cuñada; y en lo que era Franco se tomo su tiempo para darse una ducha, ponerse ropa cómoda, terminar unos pendientes de las empresas, y hasta hacer una llamada fugaz a Sara, los nervios de ambos ya podían notarse. Después de terminar con todo, los tres hermanos se dirigieron a sus respectivas habitaciones para alistarse, faltaban 2 horas para la boda. La noche anterior Norma, Jimena y Sara habían dejado todo listo para que ellos se alistaran.

Hacienda San Isidro

Desde temprano toda la hacienda se encontraba en constante movimiento, entraban y salían los empleados tratando de dejar todo como lo habían ordenado las Elizondo, ellas se levantaron apenas dominga fue a avisarles que quedaban 4 horas para la boda, todas comenzaron a alistarse, Norma y Jimena ya listas, fueron ayudar a Sarita, mientras la maquillaban y peinaban, Norma alisto el vestido, era blanco con encaje, traía un velo del mismo color, cuando ya estaba lista la ayudaron a colocar selo, encajaba en cada una de las curvas de la castaña estaba hecho a su medida, se colocó sus pendientes y un collar que Franco le regalo para esta ocasión. Al igual que la castaña todos ya estaban listos para salir hacia la iglesia, ya solo faltaba una hora, mientras más se acercaba el momento, los nervios más crecían.

Por su parte los hermanos Reyes, ya habían salido rumbo a la iglesia, acompañados de Ruth, Eva y algunos empleados, ante todo ambas familias habían acordado de reforzar la seguridad tanto en donde se realizaría la ceremonia como la fiesta. Aunque para algunos miembros de la familia pareciese un poco exagerado los novios no querían sufrir ningún incidente ese día.

Franco se encontraba en el altar, en unos minutos más podría ver a Sarita, los nervios habían desaparecido se sentía más tranquilo y relajado, mientras se encontraba perdido en sus pensamientos, las campanas comenzaron a sonar anunciando la llegada de su novia, miró hacía el frente esperando ver como entraba. Sara entro de la mano de su abuelo, estaba nerviosa pero su emoción pudo más, no importaba que tan grande o pequeño era el lugar, solo al mirar al frente pudo ver lo que realmente importaba y era ese hombre con un esmoquin negro, que hacía resaltar aún más esos ojos azules que la volvían loca; solo hizo falta una sonrisa para que ambos se sintieran mejor que nunca. El rubio no pudo evitar que una que otra lagrima escaparan de sus ojos, es que todo esto realmente era un sueño para él, nunca imagino que llegaría a casarse y mucho menos con la mujer que caminaba hacía él; ella superaba todas las expectativas, era un ángel, un sueño hecho realidad, todo lo que siempre soñó tener, era una mujer como Sara, su castaña. Y lo mejor era que este sueño lo compartía la castaña, porque el ojiazul era todo lo que ella anhelaba tener como compañero de vida.

Don Martín hizo los honores y entregó a su nieta seguro de que esa será su felicidad para siempre. Ambos se tomaron de la mano, se miraron por un momento, para después acomodarse delante del Padre, ya listos para contraer nupcias, la ceremonia se llevó a cabo.
Mientras por aquí reinaba la paz y el amor, al otro lado del pueblo estaba ocurriendo una desgracia, de la cual ellos no eran del todo ajenos. Como estaba planeado Fernando, llego a la iglesia con la intención de acabar por completo con los Reyes y las Elizondo, para sorpresa de él y sus cómplices nadie de la familia ni ningún conocido estaba en la iglesia, mucho menos las personas que el estaba esperando encontrar, sin embargo el escándalo ya estaba, Dinora había disparado a los novios, inmediatamente algunos invitados llamaron a la policía. Pero antes de que llegarán Fernando y Dinora habían huido del lugar.

Sueños que se vuelven RealidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora