La Verdad

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Hacienda San Isidro

Doña Gabriela, se levantó con la decisión de preguntarle a Sarita sobre el hombre con quién salía, antes de bajar a desayunar se dirigió hacia el cuarto de sus hijas, con suerte y Sara todavía se encontraba allí.
Tocó la puerta, la castaña se estaba terminando de alistar, supuso que era Dominga quien venía a avisarle que ya la estaban esperando para desayunar.

Sara: adelante...

Gabriela: buenos días hija...

Sara: mamá... Ya bajaba al comedor...

Gabriela: el desayuno todavía no está listo...

Sara: aaa.... Sucede algo?...

Gabriela: Sara, basta de secretos quiero saber quién es el hombre con el que te ves....

El ambiente se puso tenso, y la habitación se llenó de un silencio aterrador, Sara no sabía que responder, no se esperaba este interrogatorio tan temprano, y así sin previo aviso.
Sabía que si su madre se enteraba por otra persona quien era la persona con la que salía, sería mucho peor. Pero que ella se lo dijera tampoco le quitaba el miedo de la reacción de su madre, de cualquiera de las dos maneras, sabía que Doña Gabriela no le iba a caer nada bien la noticia.

Gabriela: soy tu madre, porque no confías en mí, Sarita porque no me dices de quién se trata.
De seguro es un muchacho encantador, de buena clase, con una posición social igual que la nuestra... O acaso no es así?

La castaña, lo pensó, todo eso y mucho más era Franco, no solo por el dinero, si no porque era, atentó, caballero, gentil, amable, y tenía un corazón noble, el rubio le daba tanta paz a su vida, su amor era transparente, era genuino.
Bueno lo peor que podía suceder es que su madre dejara de hablarle, se enojaría mucho, gritaría si, pero bueno tarde o temprano tendría que aceptar quienes eran sus yernos, eran los hombres que sus hijas amaban y que habían elegido para compartir sus vidas.
A pesar de no tener la clase social y el nivel de vida en el que ellas se habían criado, compartían algo que era el buen corazón, los valores, y lo material quedaba tan lejano de lo que ellos eran.
Es por eso que las Elizondo pusieron sus ojos en los Reyes, no vieron en ellos intereses, vieron sus corazones, sus buenas intenciones para con ellas.

Sara, respiro profundamente antes de girarse, ahora tenía a su madre frente a frente, era momento de decircelo, ya hacia varios meses que mantenía está relación con el rubio, hace meses de esas salidas a escondidas, era el momento de que Gabriela supiera la verdad, tal vez con esto, ganaría un poco más de terreno y pronto podrían sacar definitivamente de sus vidas a Fernando.

Sara: mamá, está bien te lo voy a decir... Pero necesito que te lo tomes con calma...

Gabriela: Sara estás haciendo que me ponga nerviosa.... Ya de una buena vez dime quién es?..

Sara: tu bien lo dijiste, se trata de un hombre culto, caballero, joven, apuesto y que no podría tener mejor posición social.... Pero....

Gabriela: Pero qué?....

Sara: el hombre con el que estoy saliendo es..... Se trata de....
Largo un fuerte suspiro antes de decir las siguientes palabras...
De Franco Reyes....

El silencio que se formó, hizo que la castaña tuviera una sensación horrible de miedo, alzó la mirada, Doña Gabriela estaba quieta, sin decir nada, no hacía falta Sara pudo notar en su mirada, enojo, mucha rabia, pero sobre todo decepción, su madre estaba dolida y decepcionada de ella.
Lo siguiente que sintió fue la mano de Gabriela como impacto en su mejilla, una cachetada que resonó en toda la habitación.

Sueños que se vuelven RealidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora