La Cita (1)

691 45 8
                                    

Después de terminar con todas las reuniones que tenía pendientes en ese día, ya estaba anocheciendo y Franco llegó a la hacienda, había sido un día muy largo en las empresas Trueba, estaba tan cansado que ni siquiera le aviso a Eva que ya había regresado, se fue directamente hacia su cuarto y en menos de lo que pensó se tumbó en la cama, estaba a punto de quedarse profundamente dormido, y en ese preciso instante recordó que hace tan solo unas horas había pactado un encuentro con Sarita, de un salto se puso de pie y salió disparado hacia el baño, tenía que apurarse ya iban a ser las siete y en menos de una hora tenía que encontrarse con la castaña, mientras terminaba de bañarse lo más rápido que podía, se reprochaba así mismo lo estupido que era, cómo era posible que se le había olvidado algo tan importante,  no se perdonaría nunca si la dejaba plantada.

Salió de la ducha y fue rápido hacia su armario busco algo formal pero a la vez cómodo, una camisa blanca, un pantalón negro y una chaqueta del mismo color, quería ir elegante pero tampoco tan formal como si fuera a una reunión de trabajo, termino de alistarse, agarró las llaves del carro y cuando vio el reloj salió volando de su cuarto ya solo faltaban 15 minutos para que sean las ocho, estaba con el tiempo justo para ir a recojer a Sara, mientras bajaba las escaleras se encontró con Eva, está se quedó asombrada del atuendo que llevaba Franco sin duda alguna esa noche iba a salir y se iba a  tardar, para estar segura de sus sospechas no dudó y le pregunto.

Eva: buenas noches Franco... Va a salir?

Franco: buenas noches, si hoy voy a cenar afuera

Eva: ah esta bien, necesita algo más?

Franco: no nada, muchas gracias de verdad ahora si ya tengo que irme se me hace tarde

Franco salió rumbo hacia la hacienda Elizondo, ya llegaba tarde, rogaba con todo su ser a que Sara no haya llegado antes que él.

En la hacienda San Isidro

Sara cómo siempre termino todas sus labores antes de las seis, paso un momento a ver a Juan David, no lo había visto en todo el día y había extrañado mucho a su sobrino, estuvo un rato jugando con el, hasta que vio la hora ya faltaba muy poco para las ocho, se despidió del pequeño y salió hacia su cuarto, fue directo a darse un baño, para después comenzar a arreglarse, después de darle tantas vueltas, decidió ponerse una blusa color beige y un pantalón de vestir que hacía juego con esta, no era de maquillarse a menudo así que casi no se le notaba el maquillaje era muy suave, se recogió el pelo en una coleta y unos pequeños pelos le caían al rededor de su rostro, ya estaba lista, ahora tenía que ingeniárselas para poder salir de su casa sin que nadie la viera o si no iba a tener que pasar por un interrogatorio, aprovecho que ninguno de la familia estaban en el comedor y se escabulló, cuando por fin se encontraba afuera soltó un suspiro de alivio, nadie noto que había salido, bueno la única persona que lo sabía era Dominga no pudo evitar encontrarse con la empleada mientras salía de su cuarto aunque no le dio muchas explicaciones, entre todo esto ya eran las ocho, apresuró su paso hacia la entrada se la hacienda, esperaba que Franco no se haya marchado al no verla ahí .

Mientras tanto Franco recién había llegado al lugar pactado, miro su reloj y eran las ocho, al final se preocupo tanto por la hora que terminó llegando justo a tiempo, suspiro aliviado por eso, ahora solo quedaba esperar ah qué la castaña apareciera.
Pasaron 10 minutos y Franco ya no estaba para nada tranquilo, su cabeza empezó a hacerse mil y un escenarios de porque Sarita todavía no había llegado, ya no aguantaba estar dentro del carro así que decidió bajarse y caminaba de un lado al otro, se sentía mal, y llegó a pensar que tal vez le había sucedido algo a Sara, mientras él seguía perdido en sus pensamientos.
La castaña en estos momentos se estaba lamentando de haber aceptado encontrarse en la entrada de la hacienda, sin duda alguna la emoción del momento no le dejo pensar en que desde la hacienda hasta la entrada había un trecho muy largo por caminar, encima había escogido unos zapatos que no eran para nada cómodos como para caminar por ahí, ya faltaba menos así que aceleró un poco más el paso y cuando llego a la entrada ahí estaba él, apoyado en la puerta del copiloto, estaba guapísimo vestido así, se quedó un momento ahí mirándolo sin decir una sola palabra.

Sueños que se vuelven RealidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora