esperanza residual

Capítulo 10 : Realista

Ser apuñalado en la pierna era exactamente el incentivo que Izuku necesitaba para comenzar a investigar para conseguir una armadura. Idealmente, simplemente lo compraría, pero estaba medio flacucho, aún estaba creciendo (con suerte), y no tenía un contacto en el circuito de contrabando clandestino hasta que Ekikyō estaba de vuelta en la ciudad. Entonces, eso lo dejó con improvisar algo él mismo o pedir partes de Internet y tener que actualizar su equipo de protección a medida que crecía.

Izuku necesitó tres horas de navegación en sitios web de ropa para motociclistas para encontrar el equilibrio adecuado entre armadura y flexibilidad para darse cuenta de que estaba eligiendo su disfraz de justiciero . Lo que había hecho el otro día con Shinso estaba bien, técnicamente no era vigilantismo, pero todos los demás iban a identificarlo como vigilantismo. Era (una especie de) un justiciero. Ese hecho lo dejó sin aliento por un minuto.

Casi por voluntad propia, los dedos de Izuku se movieron para abrir una búsqueda en la web sobre vigilantes japoneses. Pop Step, Crawler, Stendhal y Knuckleduster fueron los resultados más recientes. Izuku pasó horas revisando la información que pudo encontrar sobre ellos, tomando notas sobre los trucos y el equipo que habían usado. Aprender parkour y adquirir algún tipo de equipo para escalar rápidamente se encerró en un círculo y se subrayó en la parte superior de su lista. Los cuchillos también tenían mucha utilidad, desde cortar tiras de tela para hacer vendajes, hasta liberar a los rehenes o a sí mismo si estaban atrapados, asustar (o lastimar, pero él realmente no quería) a los agresores, potencialmente abrir una herida para que Ekikyō usar rápidamente su sangre como lo hicieron en esa pelea. Rehuyó ese último pensamiento después de un momento. Ekikyō no quería que muriera,

Con una inquietud persistente, Izuku cambió su enfoque de esa línea de pensamiento a su frustración porque no había más información disponible sobre los vigilantes de Naruhata. La cobertura de los medios de todo lo que sucedió en esa ciudad fue irregular, a veces sin mencionar a los vigilantes en absoluto cuando otro artículo que cubría el mismo evento mencionó que estaban involucrados pero dio pocos detalles. Lo único en lo que todos los medios parecían estar de acuerdo era en que todos los vigilantes parecían desaparecer hace uno o dos años. Izuku frunció el ceño con decepción y siguió investigando, esta vez en la organización de villanos relacionada con esos eventos.

No planeaba investigarlos, pero luego leyó exactamente lo que eran los "villanos instantáneos": personas que sin darse cuenta se dosificaron con Trigger. Una hora de búsqueda (aprendiendo sobre villanos autodestructivos crecidos en probetas, "Villanos del siguiente nivel" y el Incidente Sky Egg) dejó a Izuku con más preguntas que respuestas y una creciente inquietud. (La fábrica de villanos había sido completamente desmantelada hace años; entonces, ¿de dónde vino el gatillo en la fiesta del amigo de Ekikyō?)

Solo se preocupó más cuando revisó otros casos recientes de Trigger. Eran irregulares, ocurriendo en grupos de menos de diez, luego nada durante varios meses antes del siguiente grupo en una prefectura completamente diferente, a veces saltando islas. La mayoría de los comunicados de prensa sobre los casos explicaron el Trigger como pequeños lotes de contrabando desde fuera del país. Si Izuku no fuera tan paranoico, también podría haberlos descartado. Pero esa parte de su mente que siempre miraba por encima del hombro esperando ver a sus compañeros de clase persiguiéndolo lo hizo buscar los nombres de las víctimas a continuación, ya sospechando lo peor. Uno o dos de cada lote desaparecieron en el lapso de meses entre los casos de Trigger. Pero a diferencia de Naruhata, ninguno de estos había regresado.

Solo salió a tomar aire cuando su estómago gruñó con fuerza, lo que lo liberó de su espiral de investigación que lo inducía a la ansiedad. Izuku miró la hora en su computadora portátil y cerró las pestañas. Había perdido la noción del tiempo; se había perdido su hora habitual de cenar y se suponía que debía estar en su carrera nocturna en este momento. Suspiró y estiró los brazos sobre su cabeza, complacido de notar que su nueva cicatriz no estaba tan apretada y rígida como había temido. Después de un momento de debate, decidió correr primero y luego tomar algo de comida de camino a casa. Su mamá estaba trabajando hasta tarde otra vez y él no tenía ganas de cocinar.