No era tarde cuando llegue al lugar donde se suponía estarían los demás senderistas sin embargo no había nadie.No quería perder tiempo y ubicándome en el mapa que había llevado, decidí que era demasiado fácil el recorrido y no habría ningún problema en hacerlo sola.
Con el mapa en el bolsillo empecé con lo sería una hermosa tarde de esparcimiento, pero que después de un par de horas caminando no era tan divertido como me lo pintaron.
A lo lejos me pareció ver a alguien más caminando y parecía tan cansado como yo. Corrí tratando de alcanzarlo tropezándome a mitad de camino, cuando levante la vista él ya no estaba.
A pesar de todo el tiempo que había caminado no parecía llegar a ningún lado y lo que me pareció mas raro fue que el sol seguí en lo alto como al medio día.
Oí un llanto cerca y al llegar hasta la fuente vi a una mujer vestida con ropas viejas y rotas, sentada en suelo hecha un ovillo. Levanto la mirada y al notarme se abalanzo sobre mi gruñendo como si de un animal se tratara arrancándome con violencia la gorra.
Un hombre apareció de la nada y entre los dos me quitaron la mochila hurgando en ella con voracidad. Asustada me aleje de ellos dejándoles mis pocas provisiones afortunadamente no habían podido quitarme el mapa y el móvil.
Cuando los perdí de vista saque el móvil buscando señal, camine un poco y un poco mas y nada de nada. Tal vez era el cansancio pero el mapa no parecía tener sentido para mi ahora. Me tropecé una vez mas con la mujer de hace un momento ella lloraba nuevamente y cuando levanto la mirada se veía un poco mas desmejorada que hace un momento.
Esta vez ella fue mas lenta cuando se abalanzo sobre mi lloriqueando:
—estoy tan casada y tengo tanta hambre —estiro las manos tratando de alcanzarme —dame algo mas de comida.
—te acabas de comer todo lo que traía.
—¿Eras tú la de hace unos días?
¿Hace unos días? No pude hacerle la pregunta tras de ella sigiloso aquel hombre lo golpeo en la cabeza riendo como hiena, cuando esta cayó al suelo inmóvil él la ataco.
No sé que pensé al verme porque me advirtió:
—aquí solo comes lo que matas.
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