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Aun era de noche, pero quería que el jardín quedara perfectamente ordenado para el amanecer. 

Mire al odioso novio de mi hermana mientras empezaba a buscar las palas y demás herramientas de jardinería que iba a necesitar. Después de un momento lo mire directo a los ojos antes de empezar a hablar.

—desde la primera vez que te vi sentí que serias problemas —empecé a cavar meditando muy bien mis palabras —sabes, tú tienes algo a lo que mi abuela llamaba mala vibra. 

Con mucho cuidado de lastimar mis hermosos rosales removí la tierra hasta llegar a la profundidad que yo deseaba. Me saque los guantes antes de ir en busca de los sacos que había dejado dentro. Me tomo un tiempo y mucho esfuerzo llevarlos hasta el jardín. 

—no sé como mi hermana te ha aguantado por todo este tiempo, —coloque una generosa capa de cal en el hoyo que había terminado de cavar —¿te gustan mis rosas? —busque un cuchillo lo suficientemente grande —¿sabes cuál es el secreto para que se vean así? —aseste el primer golpe con fuerza —los nutrientes. 

Con cierta satisfacción vi como un pequeño hilo rojo corría desde su brazo hasta y caía hasta ser absorbido por la tierra. 

—sí, esto será muy bueno para mis rosales.  

Cuando termine de cortar estaba casi amaneciendo y aunque los brazos me dolían por el esfuerzo, tire al hoyo uno a uno los pedazos de ese sujeto. Vacié un lo que quedaba del saco de cal y cubrí todo.  

Writober 2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora